Madrid blinda su huella templariaPatrimonio protege el entorno de un antiguo castillo de la Orden Hospitalaria de San Juan en el municipio de Campo Real
La iglesia de Nuestra Señora del Castillo de Campo Real pasará a formar parte próximamente del catálogo de Bienes de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid. Situada en un pequeño cerro de esta localidad del sureste de la región –desde donde puede contemplarse toda la capital en un día despejado–, es desde 1981 Monumento Histórico Artístico. Constituye además una de las pocas huellas que la Orden Hospitalaria de San Juan dejó en tierras madrileñas. Al estilo de la gran parte de las edificaciones de la orden, los templarios levantaron en un alto este convento, concebido también en parte como castillo y hospital. Al margen de su vocación de defensa de la cristiandad, los monjes trabajaron la tierra del pueblo.
Después de ser castillo templario y de sufrir un incendio en el siglo XII, fue reconstruido, aunque no fue hasta doscientos años después cuando la iglesia de Santa María fue consagrada al culto. Ya en este siglo, en julio de 1936, sus retablos e imágenes fueron destruidos y quemados. Desapareció también parte del archivo, los ornamentos y los cálices. De su patrimonio artístico, la única pieza que logró sobrevivir a la Guerra Civil fue la mesa del retablo del Cristo Crucificado.
Tras el reconocimiento como Monumento Histórico Artístico, ahora el objetivo de la Dirección General de Patrimonio amplía su protección a todo su entorno –la almendra central de Campo Real– con el fin de «permitir su correcta percepción desde el área colindante, manteniendo el equilibrio armónico de los valores ambientales, urbanísticos y arquitectónicos con los propios del monumento». En su argumentación para proteger el entorno, Patrimonio subraya la necesidad de «velar por la adecuación de las intervenciones urbanísticas y arquitectónicas a favor de la puesta en valor del monumento» para así evitar la «alteración o pérdida de los valores ambientales y paisajísticos asociados en la percepción del monumento, así como evitar perturbar la visualización del bien objeto de la declaración».
Con el blindaje de su entorno y su futura declaración como Bien de Interés Cultural, la Comunidad protege a la iglesia ante posibles obras a su alrededor –que necesitarán de más licencias que las habituales–, podrá solicitar ayudas para su restauración o su mantenimiento, sus bienes muebles no podrán salir del país y tendrá que facilitar el acceso para inspecciones e investigaciones.
Del interior del edificio, destacan su altar mayor y su púlpito, probablemente originales del siglo XII o XIII. Del resto del templo, sus muros son de sillería y las tres naves están separadas por pilares toscanos con arcos de medio punto. La iglesia está cubierta con bóveda de cañón con luneta, mientras que de la fachada resaltan las dos torres de cantería de tres cuerpos y de la portada su arco de ingreso de medio punto.
Los templarios españoles
Los monjes templarios llegaron a España en 1.128, ocho años después de la fundación de la orden en Jerusalén. El castillo de Ponferrada, Santa María de Eunate, la Vera Cruz de Segovia y el fuerte de San Francisco de Guadalajara son algunas de las huellas de su paso por la Pensínsula. En Madrid, fueron propietarios también de la ermita de San Juan del Viso y el Campo de Almonacid.
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Alberto Durero.