Foro DINASTÍAS | La Realeza a Través de los Siglos.

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 28 Nov 2011 17:17 
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Los documentos incluyen también el pago de salarios según las tarifas militares a un grupo de hombres que, casi con toda seguridad, eran civiles. Aquí se incluyen heraldos, juglares y trompeteros, párrocos y cocineros, notarios, capellanes, herreros, forjadores y proveedores tipo sastres, carniceros, laneros, taberneros, pastores... aunque muchos de ellos compaginarían su oficio con el ejercicio de las armas, otros estaban presentes en calidad de profesionales civiles.

Tanto ellos como los soldados embalaron cuidadosamente sus armas y pertenencias en arcones cubiertos por telas enceradas para protegerlos del agua. Estos pertrechos diferían considerablemente en función de los ingresos de cada uno pero ya hemos dicho que Enrique no paga mal y, además, se consideraba importante tener lo mejor que pudieran permitirse, puesto que la vida del propietario podía depender de la calidad de su equipamiento. En los inventarios aparecen espadas o dagas (en muchos casos heredadas de padres y abuelos), lanzas y flechas y unas nuevas hachas de guerra, innovación de finales del siglo XIV, llamadas hachas de petos, especialmente diseñadas para perforar las armaduras de placas.

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Las armaduras, por cierto, no se adquirían completas, sino que se obtenía cada pieza de forma independiente porque se encargaba a un maestro distinto, especialista en esa parte en concreto. John Mowbray, conde mariscal, encargó su peto a un armero de Londres, otro le hizo dos yelmos y un tercero las defensas para las piernas los brazos, junto a los guanteletes y los protectores de los pies. Compró sus espuelas doradas a un especialista de Londres. Todo por el módico precio de 35.000 euros actuales. Al final, un empleado del propio conde añadió el acolchado interno, fabricó el penacho y ajustó cada pieza asegurándola en su lugar correcto. Respondía al nombre de Nicholas Armourer (Nicolás Armero) y también compró un par de musleras de malla a Milán, el más famoso centro de fabricación de armaduras. Esta malla se colocaba en puntos vulnerables, bajo los brazos o en las articulaciones, que quedaban expuestos con el movimiento.

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Una armadura milanesa

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El acolchado de cuero que llevaban debajo protege la piel y amortigua los golpes.

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 28 Nov 2011 21:36 
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Embutido de la cabeza a los pies en una armadura de placas con el rostro oculto bajo la visera de su yelmo, el conde habría sido irreconocible entre sus pares. Así pues, gastó una fortuna para que John Hunt, de Londres, le hiciera bordar en seda y oro una sobreveste y un petral a juego para su caballo, ambos con sus armas. Estas dos piezas requirieron tanto trabajo que por poco no las acaban a tiempo para la campaña. Un pintor también dibujó las armas del conde en petrales, pendones, estandartes, pabellones y 48 escudos, que resultan ser de adorno, porque con una armadura de placas es innecesario en batalla.

Sir John Mowbray, además de ser conde mariscal, era el II duque de Norfolk. Estas son las armas concedidas por Ricardo II a su padre, Thomas, el I duque de Norfolk y VII barón de Mowbray.

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Estaba casado con Lady Katherine Neville, hija del I conde de Westmoreland, y vivían en el castillo de Arundel, sede familiar. El castillo es visitable, tiene restaurante y el archivo también es de acceso público. Fue visitado por la reina Victoria para la que se redecoraron unas habitaciones que actualmente forman parte de la zona privada de la familia, pero parte de las escenas de la película La joven Victoria están rodadas aquí.

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Arundel es importante porque es uno de los pocos que conserva su mota. La mota es una torre sobre un lugar elevado y rodeada de una empalizada, todo hecho de madera y más tarde reconstruido en piedra, es el origen de la torre del homenaje y, en consecuencia, el origen de todos los castillos altomedievales.

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Desconozco si tienen fantasma propio, seguro que Brianna encuentra alguna historia, quizá de los primeros poseedores de la fortaleza, los Fitz Alan ;)

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 28 Nov 2011 21:51 
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Los criados de un gran señor estaban acostumbrados a llevar su librea, pagada por él, que incluía ropa en los colores que él eligiera e insignias con sus armas y su divisa. Por ejemplo, los arqueros reclutados por la Corona en Gales y Chesire se identificaban con gorros y túnicas verdes y blancas. Nuestro duque de Norfolk, o conde mariscal, compró telas rojas, blancas, negras y verdes para los miembros de su casa (los halconeros siempre visten de rojo, disimula las manchas de sangre de las presas cazadas) y también les entregó cruces de San Jorge, símbolo del ejército real que había que llevar en el pecho y la espalda para identificarse.

El pabellón de Mowbray estaría equipado con todas las comodidades: una cama, un colchón y un cabezal nuevos, un nuevo asiento para su letrina y un viejo pabellón como guardarropa. Su cocinero se afanó en comprar todo el menaje necesario para servir a su señor, su carretero se ocupó de tener a punto los vehículos para trasladarlo todo y su caballerizo compró un pabellón adaptado para caballeriza. Evidentemente todo esto conlleva unos gastos exhorbitantes y hasta los más ricos miembros de la hueste tuvieron que pedir créditos para conseguir dinero en efectivo.

Eso es lo normal, ahora multiplicad por cada noble del ejército según sus posibles. Enrique tenía que ocuparse del traslado de tooodo eso a Francia :ufff:

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 29 Nov 2011 21:34 
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Algunas comitivas estaban formadas por personas con habilidades especiales. Por ejemplo, sir John Greyndor reclutó 120 mineros galeses especialistas en el arte del asedio. El rey contrató 78 artilleros holandeses que tenían fama de ser los mejores del mundo y por eso resultaban carísimos. También había operadores de catapultas de asalto más tradicionales como el trebuchel y el mangonel.

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También llevó consigo torres de asedio de dos pisos sobre ruedas, formadas por un armazón de madera y cubiertas con cuero de buey. Proporcionaban protección a los arietes y a las fuerzas atacantes y escaleras y puentes para alcanzar lo alto de las murallas. Para su mantenimiento había carpinteros y curtidores, carreteros y peones.

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 30 Nov 2011 23:01 
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La compañía personal del rey es una versión de campaña de su propia casa. Se llevó a John Waterton, su caballerizo, con sesenta mozos de cuadra y doce proveedores de avena, doce herreros, nueve guarnicioneros, etc para cuidar de 233 caballos reales de los que sólo retornaron 98, los caballos también son vulnerables en la guerra :( Además, seis fabricantes de arcos, seis flecheros, un especialista en yelmos, doce armeros, cuatro pintores y 28 criados para cuidar de los pabellones. Además, su cocinero William Balne con dos ayudantes, un encargado de las aves, ocho asistentes, un encargado del horno, encargados de las especias, dos encargados de las ropas y 156 criados sin asignación particular que hacían un poco de todo. Además, carpinteros y trabajadores, tres pajes de cámara que hacían de mensajeros, encargados de guardarropa, dos limosneros y su tesorero.

Llevó cuatro clérigos, quince capellanes y catorce frailes y entre ellos está el anónimo capellán, autor de un maravilloso relato de la campaña, la Gesta Henrici Quinti , que se sentó en un convoy de equipajes temblando de miedo y rezando por la victoria, mientras la batalla de Agincourt se desarrollaba a su alrededor, y sin cuyo inestimable trabajo yo no podría contaros esta historia con tanto detalle, así que un aplauso para él :bravo:

Ningún monarca medieval va muy lejos sin su grupo de juglares y además, nuestro protagonista era gran amante de la música.

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Le acompañaron a Francia 18, y ganaban al día 12 peniques, la misma tarifa que un hombre de armas. Habia al menos tres trompeteros, tres gaiteros y un violinista y seguro que algún clarín y al menos un timbalero. Tocarían al marchar el ejército, en la capilla y con fines lúdicos. Los trompeteros además anuncian la llegada del rey o una declaración importante y funcionaban para enviar mensajes y señales de maniobra en las batallas.

No todos los juglares son músicos, el término actual más ajustado sería "animador sociocultural", puesto que también contaban historias y recitaban poemas, bailaban, hacían acrobacias y payasadas. También había por allí un bufón real y un mago.

Este oficio se traspasa de padres a hijos con orgullo, por ejemplo, el mariscal de los juglares de Enrique V, John Clyff, era nieto o bisnieto del timbalero de Juan de Gante. Otro John Clyff, descendiente del anterior, seguía en 1469 al servicio de rey pero de la casa de York, Eduardo IV.

Y sí, en estos años tooodo el mundo se llamaba John, se hace uno un lío con tanto nombre repetido.

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 01 Dic 2011 23:22 
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La misma clase de tradición familiar afectaba a la profesión heráldica. Los heraldos eran en origen juglares que se hicieron cada vez más especializados y técnicos. Las divisas hereditarias se utilizaban en los escudos de los caballeros y nobles desde el siglo XII y se esperaba que un heraldo reconociera al instante al individuo que había detrás del yelmo. A finales del siglo XIV, los heraldos eran los jueces y legisladores del mundo caballeresco: identificaban a los participantes en justas, torneos y guerras, enjuiciaban casos de armas en disputa y confirmaban el orden de la precedencia social. Sus conocimientos de las normas caballerescas hicieron de ellos maestros de ceremonias expertos, organizaban todo el ritual social relacionado con la caballería, desde el torneo a la coronación.

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El heraldo William Burges que sirvió en Agincourt como rey de Armas de Guyena y en 1417 fue nombrado primer rey de Armas de la Jarretera. Aparece representado de rodillas ante San Jorge, patrón de la orden, cuyas insignias veis arriba (la liga azul) Luce un tabardo heráldico con las armas reales y una corona que lo identifican como primer heraldo de Inglaterra.

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 01 Dic 2011 23:32 
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Lo más importante es que se habían convertido en los autores de la documentación caballeresca, ya que redactaron los libros de referencia de los escudos de armas ingleses y continentales, relatando de paso desafíos a justas y hechos de caballería. Al menos dos testimonios de la batalla de Agincourt fueron redactados por heraldos.

En tiempo de guerra su misión era conservar para la posteridad la concesión de la condición de caballero en en propio campo de batalla, anotar las armas y los nombres de los mejores luchadores y, sobre todo, identificar y consignar a los muertos.

Se supone que el oficio de heraldo trasciende fronteras y fidelidades nacionales. Si bien el heraldo luce las armas de su señor en el tabardo, su ofico le garantiza inmunidad diplomática y un trato honorable en toda Europa.

Todo noble tenía su propio heraldo pero exisitía también una jerarquía entre ellos. El rey de armas está en la cima y los pursuivants en la base. Inglaterra se dividía en cuatro provincias con un rey de armas para cada una nombrado por el rey: Lancaster, Leicester, Irlanda y Aquitania (Guyena) pero todos residían en la corte y antendían al monarca.

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 01 Dic 2011 23:43 
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Richard Bruges, el rey de armas de Lancaster, estaba enfermo y no pudo viajar de forma que su lugar fue ocupado por Richard, el marsical de armas de Hereford, que era heraldo real desde 1372. El hijo de Bruges, William, heraldo de Chester, fue nombrado rey de armas de Guyena para la coronación de Enrique V y en 1417 era el primer rey de armas de la Jarretera, lo que le daba autoridad sobre todos los demás. Henry Grene, el rey de armas de Leicester, ya había servido a Juan de Gante, a Ricardo II y a Enrique IV. De Thomas Collyer, rey de armas de Irlanda, apenas sabemos nada salvo que estuvo en la campaña.

Muchos otros heraldos acompañaron a ejército, por ejemplo nuestro amigo John Mowbray, el conde mariscal, se llevó a dos, Nottingham y Cornwall.

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 02 Dic 2011 16:07 
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Que relato más fascinante, estoy entusiasmada,y eso que aún no has llegado a la "madre de todas las batallas"

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 02 Dic 2011 16:09 
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Se me olvidó: :bravo: :bravo: :bravo: :DD :DD :DD =D> =D> =D>

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 02 Dic 2011 18:19 
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sambone escribió:
Que relato más fascinante, estoy entusiasmada,y eso que aún no has llegado a la "madre de todas las batallas"


Para eso aún falta un poco pero llegaremos :thumbup:

Como ya dije antes en este mismo hilo la profesión esencial en la comitiva de cualquier campaña era la de médico. El rey se llevó a su médico personal, Nicholas Conet, y a 33 cirujanos. El médico hacía el diagnóstico y la prescripción y el cirujano tenía una labor más práctica: operaba, trataba fracturas y heridas y aplicaba emplastos y purgas. Evidentemente existía cierto resintimiento entre ellos pero ambas profesiones estaban unidas en su desdén hacia los practicantes sin la debida licencia, es decir, las mujeres o sanadoras, a quienes creían ignorantes y supersticiosas. Y sin embargo, según la documentación mucha gente, y mucha de alto rango, preferían las antenciones médicas de estas damas e incluso la abadía de Westminster empleaba mujeres en ambos oficios aunque eso supusiese que entrasen en el recinto monástico. Se les pagaba bien por sus servicios lo que quiere decir que eran eficaces. Para conseguir un doctorado en medicina había que estudiar 14 años en la universidad, basándose en los textos clásicos de Hipócrates y Galeno, eso conlleva un enorme esfuerzo y se entiende lo irritante que debe ser el intrusismo profesional :-)

Nicholas Colnet, el médico real, era profesor en Oxford y fue uno de los primeros en firmar un contrato para prestar servicio en la campaña por el que recibía el mismo salario que un hombre de armas, 12 peniques al día. Por la documentación sabemos que también atendió a alguno de los más encumbrados prisioneros franceses.

El cirujano personal de Enrique era Thomas Morstede y fue la misma persona que sacó la flecha de la cara del rey tras la batalla de Shrewsbury. En la campaña cobró lo mismo que el médico, 12 peniques al día, lo que es inusual puesto que se consideraba que el cirujano estaba por debajo del médico, así que se puede deducir que era un hombre extraordinariamente hábil en su trabajo. El segundo cirujano era William Bradwardyn, hombre de gran experiencia, que ya había trabajado para Ricardo II, pero mucho más convencional. Por el contrario Morstede tenía una actitud abierta y se sentía frustrado por la tradicional rivalidad entre las dos profesiones y por la incompetencia de muchos de sus colegas, así que inició en 1423 un proyecto para fundar la primera facultad de medicina inglesa. Su objetivo era dar mejor educación y supervisión a los futuros médicos, con exámenes comunes, inspección de los locales que almacenaban medicinas, la regulación de los horarios y la provisión de una asistencia médica gratuita a los pobres :shock: ¡Vaya moderno que era este hombre!

Él mismo fue el primer maestro de cirugía en ser nombrado rector pero aún con eso no pudo evitar ver fracasar su sueño precisamente por las tensiones y antipatía de unos y otros. Mosterde no se dio por vencido y en 1435 fundó el Gremio de Cirujanos, un organismo profesional que sobrevive hoy en día. Y además fue el autor del Fair Book of Surgery, manual de cirugía imprescindible desde el siglo XV, que recoge toda su experiencia en las guerras de Enrique con un estilo claro y accesible para los alumnos. Además no huele a cinismo como los libros de sus contemporáneos, que recomendaban engañar al paciente con curas mágicas o usar palabras altisonantes para impresionar a los pobres campesinos y sacarles más dinero. El libro de Morstede es un manual pedagógico eminentemente práctico. Además de conceder importancia a la anatomía, premiaba la experiencia y la observación práctica por encima de la simpre erudición, y exigía un trato amable con los enfermos, compasivo con los pobres y aborrecía la codicia que llevaba a algunos médicos a excederse en sus salarios :bravo:

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 Asunto: Re: Enrique V y la batalla de Agincourt
NotaPublicado: 04 Dic 2011 00:34 
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Cuatro días después de hacer testamento (imprescindible en estos casos), Enrique escribió por última vez a Carlos VI de Francia. Aparentemente era un último intento por evitar la guerra, pero no os equivoquéis, el monarca inglés no tiene ninguna intención de renunciar a su campaña en este momento tan avanzado. También es cierto que no esperaba conseguir ninguna concesión de los franceses lo suficientemente importante como para suspender la expedición. Esta carta llegó a ser un útil instrumento de propaganda porque fue copiada y distribuida entre los aliados de ambos bandos como prueba de la buena voluntad de los ingleses para llegar a un acuerdo, pero tampoco este era su objetivo.

La carta no es un gesto cínico y vacío. Enrique simplemente está siguiendo el código de conducta que gobernaba las leyes de la guerra medieval. Las batallas han de tener una causa justa, para que Dios y el mundo consideren justificada la llamada a las armas de Enrique que pretende recuperar sus derechos en Francia, ha de dar los pasos correctos y seguir escrupulosamente el código: primero el monarca inglés consultó a "los sabios" de su Consejo, después pidió la opinión imparcial internacional al Consejo General de la Iglesia y a los príncipes europeos, incluído el sacro empreador romano, en el tercer paso expuso su caso ante su propio adversario y pidió la restitución de sus derechos. Con esta carta sigue el consejo del vigésimo libro del Deuteronomio: "Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, hazle primero una oferta de paz".

El 29 de julio, Enrique da la orden para que todo el mundo embarque en la nave que le ha sido asignada y se prepare para zarpar el 1 de agosto. El descubrimiento de la ya mencionada trama de Cambridge provocó un retraso de seis días al termino del cual el rey embarca en el Trinity Royal. Tan pronto como subió a bordo, se dio la señal de partir así que...

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Por fin, damas y caballeros, vamos a embarcar en este cog inglés del siglo XIV para unirnos a la expedición. ¡Nos vamos a Francia!

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com


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