La compañía personal del rey es una versión de campaña de su propia casa. Se llevó a John Waterton, su caballerizo, con sesenta mozos de cuadra y doce proveedores de avena, doce herreros, nueve guarnicioneros, etc para cuidar de 233 caballos reales de los que sólo retornaron 98, los caballos también son vulnerables en la guerra :( Además, seis fabricantes de arcos, seis flecheros, un especialista en yelmos, doce armeros, cuatro pintores y 28 criados para cuidar de los pabellones. Además, su cocinero William Balne con dos ayudantes, un encargado de las aves, ocho asistentes, un encargado del horno, encargados de las especias, dos encargados de las ropas y 156 criados sin asignación particular que hacían un poco de todo. Además, carpinteros y trabajadores, tres pajes de cámara que hacían de mensajeros, encargados de guardarropa, dos limosneros y su tesorero.
Llevó cuatro clérigos, quince capellanes y catorce frailes y entre ellos está el anónimo capellán, autor de un maravilloso relato de la campaña, la
Gesta Henrici Quinti , que se sentó en un convoy de equipajes temblando de miedo y rezando por la victoria, mientras la batalla de Agincourt se desarrollaba a su alrededor, y sin cuyo inestimable trabajo yo no podría contaros esta historia con tanto detalle, así que un aplauso para él
Ningún monarca medieval va muy lejos sin su grupo de juglares y además, nuestro protagonista era gran amante de la música.
Le acompañaron a Francia 18, y ganaban al día 12 peniques, la misma tarifa que un hombre de armas. Habia al menos tres trompeteros, tres gaiteros y un violinista y seguro que algún clarín y al menos un timbalero. Tocarían al marchar el ejército, en la capilla y con fines lúdicos. Los trompeteros además anuncian la llegada del rey o una declaración importante y funcionaban para enviar mensajes y señales de maniobra en las batallas.
No todos los juglares son músicos, el término actual más ajustado sería "animador sociocultural", puesto que también contaban historias y recitaban poemas, bailaban, hacían acrobacias y payasadas. También había por allí un bufón real y un mago.
Este oficio se traspasa de padres a hijos con orgullo, por ejemplo, el mariscal de los juglares de Enrique V, John Clyff, era nieto o bisnieto del timbalero de Juan de Gante. Otro John Clyff, descendiente del anterior, seguía en 1469 al servicio de rey pero de la casa de York, Eduardo IV.
Y sí, en estos años tooodo el mundo se llamaba John, se hace uno un lío con tanto nombre repetido.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.