Bueno eh... que mi vida ha sido un caos y uno hace lo que puede. Ya escribiré nuevamente...

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Tómate tu tiempo, claro, pero no lo dejes que el tema nos encanta.

Bueno, bueno, no hay prisa , la verdad es que hasta hoy yo no había reparado en estos últimos mensajes sobre el castillo de Naveira-Disney. Tú disfruta el caos, y como decía Mª Dolores Pradera, "el tiempo que te quede libre, si te es posible, dedícalo", entre otras cosas, a tus hilos del foro

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Malal Hue significa en idioma mapuche o mapudungun, que es el verdadero nombre de esta lengua, “el verdadero lugar del corral” y perteneció hasta hace unos años a la familia Martínez de Hoz, una de las primeras familias en cuanto a poderío financiero que incluso llegó a encumbrarse a nivel dinástico, una de sus descendientes llegó a ser condesa de Sena.

No voy a detenerme demasiado en los orígenes de la “dinastía”, les basta saber que como muchos eran descendientes de españoles (sefaradíes en este caso) que como muchos, lograron progresar y encumbrarse más allá de lo soñado en estas tierras. Don José en su primer tienda allá por el 1800 no podría jamás haber soñado lo lejos que llegaría su progenie. Uno de sus sobrinos que incluso adopta su apellido es quién habría de finalmente poner a la familia en primera plana, este fue José Toribio Martínez de hoz, fundador del mentado “Club del Progreso” al igual que uno de los creadores de la siempre poderosa “Sociedad Rural”, fue senador y presidente del Banco Provincia. José Toribio, se constituyó en propietario de enormes extensiones de tierras en Cañuelas, Castelli, Lobería y Chapadmalal. (En ésta última estancia, la familia levanta el haras ‘Malal Hué’ y construye un palacio de tipo neonormando, semejante a los más hermosos castillos ingleses por su magnificencia y estilo). La familia trenza lazos de parentesco con la crema de la oligarquía: los Ortíz Basualdo, los Ramos Mejía, los Acevedo, los Casares y los Bullrich, entre otros.

Cuando fallece José Toribio en 1871 pasaron varios años hasta que sus hijos llegaran a la mayoría de edad. Su esposa Josefa Fernández Coronel se fue a vivir a Europa donde les brindó la mejor educación posible que el dinero podía pagar a sus hijos. Allí se volvió a casar y se convirtió en Condesa de Sena. Miguel Eduardo Martínez de Hoz fue uno de sus hijos, otra Julia Elena Martínez de Hoz y otro de sus hijos fue José Alfredo Martínez de Hoz.

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La historia de estas tierras se remontan hacia 1826 desde el gobierno de Rivadavia cuando la primera sociedad rural obtiene cerca de 100 leguas de campo en la costa atlántica. El campo abarcaba desde la ciudad de Mar del Plata hasta el río Quequén grande por el Sur y las sierras de Balcarce por el oeste. La sociedad contaba entre sus accionistas a Rivadavia y a Narciso Alonso Martínez de Hoz. Como estancia Chapadmalal nació en 1854 adquiriendo su tamaño final (y máximo) en 1856 de un total de 24.167 ha, fue desde sus inicios un modelo de producción agrícola ganadera.

Hacia el año 1888 la heredad se divide en 2 grandes estancias: al sur de 13.000 hectáreas le fue adjudicada a Antonio Juan Martínez de Hoz, que pasa a llamarse La Nueva, y posteriormente Santa Isabel; la otra de 12.500 hectáreas, le corresponde a Miguel Alfredo Martínez de Hoz, que sigue manteniendo el nombre de Chapadmalal. Miguel Alfredo Martínez de Hoz, casado con Julia Helena Acevedo, pasó varios años de su juventud en Europa, realizando estudios en Inglaterra, Francia y Alemania. Estando al tanto de los últimos adelantos modernos, se propuso implantar los sistemas y métodos de crianza que impulsarían a Chapadmalal hasta alcanzar la altura de las mejores cabañas europeas. En plena crisis de los 90 y a los 21 años, comienza a plantar y a poblar, casas, galpones, amplias instalaciones, potreros y praderas fueron alambradas, rodeados de arboledas y cercas para protección de los ganados; se sembraron pastos y forrajes importados y un magnifico parque surge alrededor de la parte central. Don Miguel Alfredo era además de entusiasta ganadero,un apasionado por la equitación y el caballo. Hizo realidad un deseo largamente soñado,criar y adiestrar caballos de silla, coche, tiro pesado y polo, siendo el único argentino que obtuvo grandes triunfos en campeonatos ingleses.

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En 1906 eleva en el desierto un imponente Castillo cuyos planos ha encargado al ya célebre arquitecto Basset Smith; es neogótico, de ese estilo arcaico que las novelas medievales de Sir Walter Scott han puesto de moda como un símbolo de seriedad y prestigio. El emprendimiento es asombroso y contribuye a hacer de Miguel Alfredo una leyenda, tiene audacia, juventud, postura y riqueza, la distinción que dan los grandes colegios europeos y la bizarría de la nobleza que frecuenta en España, pero también es muy gaucho en las labores del hacendado y maneja con elegancia y arrojo sus coches de caballo.


Encarga a Charles Thays el parque, confiando al suelo pampeano un caudal de árboles raros y costosos, dulcificando el conjunto con flores variadas. La llegada del tren a las estancias, hasta hacía poco aisladas en el desierto pampeano, hizo que las mismas puedan ser usadas como lugares de veraneos. Fue tal ese vértigo veraniego que en 1926, Miguel Alfredo le agrega a su Castillo un ala de 7 habitaciones para trasladarse allí con su mujer. Tuvo Miguel Alfredo una multifacética actividad, un impresionante cúmulo de cargos y responsabilidades. La belle epoque argentina había terminado realmente en 1922 con el cese de adquisiciones de alimentos para la guerra y su secuela,y la crisis del año 30 no hizo sino tirar abajo un edificio resquebrajado. No sólo los precios caían sino que muchos negocios fracasaban produciendo catástrofes en cadena. En 1927 se comienza a fraccionar la estancia comenzando por el sector S.O. de la estación Chapadmalal, entre las vías del F.C y el límite norte de la estancia, constituyendo un total de 10 chacras y una más reservada frente a la estación para un futuro pueblo, fracciona el resto del campo en chacras, las que comienza a vender inmediatamente; entre los compradores podemos citar a: Tomas Vignolo; Arturo Lemmi; Leopoldo Tiribelli; Nino Simonazz; Maria Carolina Cárcano de Martínez de Hoz; Pantaleón Saez; Avelino Estrada; Francisco Grilli; Tomás Benedicto Viera; Miguel Campomar; Enrique Saint e hijos; entre otros. Se deja solamente sin dividir el casco de la estancia con una superficie de 2766 hectáreas y un lote sobre la costa de 911 hectáreas.

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Miguel Alfredo Martínez de Hoz había dado su firma a un amigo para la compra de vehículos destinados al gobierno y cuando la venta no se concretó, respondió con su fortuna personal y quedó arruinado. Había que sacrificar muchísimas propiedades valiosas en un momento fatal para hacerlo .En 1931, ante la difícil situación financiera, vende al Banco Español del Río de la Plata y el banco Francés del Río de la Plata; el establecimiento denominado Chapadmalal, formado por las fracciones llamadas Casco de Chapadmalal, con los potreros de La Cantera, La Tapera, El Lucero, El Molino, Los Grillos, Los Cisnes, Cabaña Lanar, Los Chajás y Chinta Grande, además del lote reservado frente a la estación y el lote destinado a playa Chapadamal, constituyendo un total de 9842 hectáreas.

Sus tres hijos encararon con extraordinaria valentía una reorganización profunda para evitar la bancarrota ; lograron con austeridad y el trabajo de toda su vida, salvar lo esencial de la estancia para la familia, llevando a cabo una obra digna de los objetivos que su padre tuvo en vista al fundarse Chapadamalal.
El 26/8/1931 se produce la retroventa por parte de los bancos antes mencionados a los hijos de Miguel Alfredo, es decir a José Alfredo Martínez de Hoz, Miguel Eduardo Martínez de Hoz y María Julia Martínez de Hoz de Salamanca. Ellos adquieren parte de lo vendido, o sea un total de 5370 hectáreas, que incluían el casco de Chapadamalal con sus potreros, el lote de la costa, y la fracción reservada frente a la estación. Fallecido Miguel Alfredo en 1935 continúan sus hijos con el establecimiento ganadero, formándose en 1937 una sociedad con la participación de los tres descendientes. Un afán de superación guió a los nuevos herederos, quienes inician una largas tarea de profunda selección orientada en los más modernos métodos técnicos de constante importación de trascendencia mundial y contínua incorporación de los mejores elementos de origenes nacionales. Sin reparar en medios ni en sacrificios necesarios, el haras de Chapadmalal fue llevado a un elevadísimo nivel, alcanzando un extraordinario éxito y apogeo.

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En 1939 los tres hijos de Miguel Alfredo proponen la creación de un balneario residencial en el lote que se habían reservado en la costa, conocido luego como playa Chapadmalal.


En 1946, el castillo pampeano, que parecía una fortaleza medieval, adquiere otras siete habitaciones hacia el este, para el hijo de Miguel Eduardo, don Miguel Martínez de Hoz, casado con Celina Zuberbühler, padre de once hijos. La memoria de tantos visitantes ilustres de todo el mundo y de los caballos deslumbrantes disputados en los establos reales, dotaron a esta estancia argentina de un prestigio inigualado. Haras Malal-Hue en Chapadmalal y Co-Malal. En 1950 fallece María Julia Martínez de Hoz de Salamanca, y en 1957, un diferendo por cuestión de herencia divide la sociedad fraternal que había logrado capear revoluciones y tormentas por casi 25 años. El casco de Chapadmalal se divide en dos no menos importantes establecimientos, el Haras Malal-Hue, que le corresponde a José Alfredo Martínez de Hoz, y el Haras Comalal, que le corresponde a Miguel Eduardo Martínez de Hoz. La situación posterior en cuanto a los nuevos propietarios, podríamos sintetizarla de la siguiente manera:
- Haras Malal-Hue, José Alfredo estaba casado con Carolina Cárcano, fallece en 1972 le suceden en la administración, producción y conservación del haras, sus 4 hijos: José Alfredo, Juan Miguel, Ana Helena y Carola. Ellos y sus hijos continuaron en la defensa del viejo palacio que con sus años es una mezcla indivisible de achaques y glorias.
- Haras Co-Malal: Miguel Eduardo estaba casado con Celina Zuberbühler, sucediéndole su hijo Miguel Alfredo Carlos, casado con María Magdalena Hileret, a los que a la vez le suceden sus once hijos, que luego se hicieron cargo del del haras.
- Estancia la nueva (Santa Isabel) le corresponde Antonio Juan Eduardo Martínez de Hoz, casado con Isabel Josefa Elortondo Armstrong de Ocampo, al fallecimiento de estos y de su otro hijo, José, es declarado como único heredero Eduardo Martínez de Hoz, casado con Dulce. Este matrimonio, invitado infaltable a los grandes acontecimientos mundanos, se conocieron en París, allí se casaron en 1927,y vivieron hasta que comienza la segunda guerra mundial, en que emigran a Brasil y luego a Argentina, donde eligen a Ascochinga como lugar de residencia, allí construyeron “Las Barrancas”, la que se vende una vez fallecido Eduardo, en 1977,al no poder soportar su esposa la nostalgia de otros tiempos felices. Ella muere en 1987, a sus 80 años, había presentado su libro “Recuerdos”. Ella era dueña de un ángel especial, fue la niña mimada de Eduardo, su marido y de toda la sociedad de su época. Pero no voy a detenerme en la historia de la estancia hermana ni de la querida Dulce…

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No quisiera extenderme por demás en lo que fue la historia del paso de manos y posteriores subdivisiones de la estancia porque salvo a personas realmente interesadas se torna un poco engorroso de leer, lo que han, sí, de saber es que la estancia abandona definitivamente las manos de los Martínez de Hoz en 2004, lograron mantenerla, mucho más pequeña, hasta ese entonces que pasa a manos del banquero Andrés Garfunkel.

Hoy, la familia centraliza sus actividades en la firma Curaru SA.

Garfunkel sometió a la propiedad a toda una serie de reformas llevadas a cabo por una firma muy seria que le devolvió su viejo brillo luego de años de cuidados leves, la primer decisión que más aplaudo fue que retiraran la enredadera que había llenado de humedad los muros, a continuación, algunas fotos...

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Algunas fotos más para cerrar...

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Mañana, si puedo , la estancia "Acelain" de los Anchorena.

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