Foro DINASTÍAS | La Realeza a Través de los Siglos.

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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 06 Feb 2019 16:30 
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¿Pero esto qué es? ¿Balansó bailarín de varietés? Ay que me da. :lol: ¿Cómo llegó a avinagrarse tanto este hombre habiendo trabajado en Galas del sábado?


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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 06 Feb 2019 21:54 
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Joaquin escribió:
Vamos a hablar claro. Yo lo que veo que es que había mucha ambición y sobre todo un runrun enorme por el tema económico.

Don Jaime renuncia en 1933, no hay más vuelta de hoja, aunque pudo ser "engañado" (me río) por su padre lo hizo, y luego por encima, se casó, al contrario que su hermano Juan, con una aristócrata, de muy buen linaje, cierto, pero no princesa de sangre real, en aquel momento era conditio sine qua non, y por todo ello sus hijos, nietos... nacieron sin derechos a la corona española, con respecto a la corona francesa, pues mira, ahí si les doy la razón, pasan por delante de los Orleans y todo lo que tu quieras, pero es que los Orleans representaban una dinastía y una monarquía "nueva", una monarquía liberal establecida por la asamblea nacional, como la belga, la griega o la noruega, nada que ver con lo que representa Luis Alfonso hoy en día, que es el supuesto derecho divino, algo que trasciende a todos nosotros y a todos los parlamentos que puedan existir en el mundo. Teniendo en cuenta que Francia es una república, pero antes de eso fue un Imperio y una monarquía liberal encabezada por los Orleans, pues mira, lo que tú quieras, siempre habrá quien te apoye por cuestiones más sentimentales que prácticas.

Con respecto a la jefatura de la familia Borbón, pues seguramente le corresponda a Luis Alfonso por derecho de primogenitura agnada. Pero mi pregunta es ¿qué importancia tiene eso hoy en pleno siglo XXI? Ahora que todos consideramos ridículamente desfasada y machista la ley sálica, ahora que Francia es una república que el ducado de Parma y el reino de las Dos-Sicilias no existen, tuvo importancia en su tiempo, si, pero hoy al rey de España nada tiene que decirle su primo Luis Alfonso, España tiene sus leyes propias y nuestra monarquía se rige por las leyes emanadas de las Cortes, como depositarias de la soberanía nacional, y nuestra casa real es independiente de todas las demás. Chorradas las justas, quieres ser primogénito agnado de la familia, perfecto, quieres ser uno de los candidatos a un trono que no existe y que antes se helarán los desiertos que que sea restaurado, pues hijo, se lo que te dé la gana, pero no esperes que el rey de España, jefe de estado de una democracia occidental sometido a una constitución votada por un pueblo libre, te reconozca ningún tipo de privilegio o autoridad. No hay más es tan claro como esto.


Amén, querido Joaquin, muy de acuerdo en tu análisis. Mas yo añadiría un par de observaciones.

A los Orleans, para mí la Familia Real francesa, les pasa lo mismo que a la española. Y me explico. Ambas fueron en su día la rama "liberal", con sus diferencias claro está, y ambas han recibido, cosas del destino, el legado o han sucedido a la rama primogénita o tradicional. Alfonso XIII, mal que le pesara a algunos, recibió la herencia carlista al morir sin herederos el último pretendiente, don Alfonso Carlos. Lo mismo les ocurrió a los Orleans con la muerte del conde de Chambord. Que por mucho que insistan los legitimistas, Felipe V fue rey de España por la gracia de Dios, y bien nos costó lo suyo, renunciando para poder ser así reconocido por el resto de potencias, a su condición de príncipe de la Casa de Francia.

Esto me lleva a lo siguiente. La confusión que hay entre familia, Casa o dinastía. Conceptos que parecen sinónimos pero no lo son. Es decir, no existe la Casa de Borbón... El concepto Casa va ligado a la nación, al reino, al imperio, al territorio donde el princeps rige. Con lo que existe la Casa de España -o antes la Casa de Castilla, de Aragón, etc-, la Casa de Francia, la Casa de Portugal, Austria, Parma, etc, etc... En su día tuvo sentido el ser primogénito de la familia Borbón o jefe de la "Casa de Borbón" que no era más que la agrupación de los distintos reinos regidos por miembros de esta familia para interés francés, medio político para ejercer influencia y liderazgo sobre el resto de sus familiares alegando la condición de primogénito. Por eso, y con razón, el enfado del conde de Barcelona cuando don Jaime exigía explicaciones o autorización para diversos asuntos de familia en su condición de primogénito. Como bien dices, hoy en pleno siglo XXI con una sola Casa en la que reina esta familia, es absurdo cualquier pretensión y hasta ridículo. La primogenitura no deja de ser algo anecdótico.

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Verdad y razón nunca envejecen.


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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 09 Feb 2019 21:25 
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"Cuando llegó la paz en 1945, regresamos a Roma y Jaime volvió a hacer su vida, dejando deudas por todas partes, por lo que los acreedores acudían a mí para que fuese yo quien las saldara. Venían a cobrar de los bares que frecuentaba, y también de otros muchos lugares, y a mí no me quedaba más remedio que pagar. Esto me hacía pasar unos momentos horribles.

[...]

Llegó un momento en el que no aguanté más. Me encontraba sola, sin ayuda, sin nadie que pudiera aconsejarme, y tras la humillantes carta publicada en la Gazette, decidimos separarnos.

En sus memorias, claro, Jaime exolicó todo como le vino en gana y únicamente desde su perspectiva. ¿Quién las redactaría? Entre otras muchas cosas, me acusó de mantener relaciones con otros hombres. El verano anterior a abandonar el domicilo conyugal, en un ataque de lástima y arrepentimiento, le dije que si él quería me quedaría en casa. Pero me contestó que no. Durante años hubo un testigo de esta breve conversación entre nosotros, ya que yo le formulé la pregunta ante mi doncella, que en aquellos momentos preparaba mis maletas.

En más que probable que para entonces Jaime ya hubiera conocido a Charlotte Tiedeman, a quien yo tuve la suerte de no ver en mi vida. La gente que piensa que su profesión tenía algo que ver con el bel canto está muy equivocada. Era, más bien, la artista de un café-chantant al que acudía Jaime con frecuencia inusitada y donde, por supuesto, la conoció. También trabajó como modelo para la casa de automóviles Ford. Charlotte era alemana, de origen no humilde, sino bajo, y a ello había que añadir los ambientes en los que se había movido. Teniendo en cuenta todo esto, puedo imaginarme cómo debía de ser la mujer en cuestión. Me río cuando leo en alguna publicación que ella le enseñó a Jaime a leer los labios y que, también, se preocupaba de su dicción y trataba de mejorarla. Una vez que contrajo matrimonio civil con él, se hizo llamar Duquesa de Segovia. No es que no la entienda. ¿Cómo iba a pensar ella que su matrimonio no era legal a esos efectos? Ella también fue engañada.

Y es que por entonces, a causa del enlance civil entre ellos celebrado en Innsbruck en 1949, a la familia de Jaime le cayó un incómodo problema encima. No era en absoluto adecuado que Charlotte fuera por el mundo haciéndose llamar Duquesa de Segovia. Ellos no podían consentirlo, ya que suponía un descrédito total para la Casa. A mí, estando separada, no se me pcurría utilizar el título porque sencillamente, me parecía fuera de lugar. Esto es algo que ellos no debían conocer. Sea como fuere, sé que existió una reunión entre Juan, mis cuñadas Beatriz y Cristina y también otros tíos y primos de ellos que eran infantes de España en la que se vieron obligados a resolver quién era, finalmente, la Duquesa de Segovia: la alemana o yo. Decidieron, supongo que muy a su pesar, que era a mí y no a la cantante a quien correspondía dicho título, y así optaron por acatar aquello que, al respecto, la Iglesia Catoólica y, por tanto, el gobierno español reconocían: que nuestro matrimonio era indisoluble, es decir, que yo era la única esposa oficial de Jaime.

[...]

Por cierto, Charlotte tenía una hija de una relación anterior que, un buen día, pasó a llamarse Borbón. Esto se lo ha oído decir a Jaime. Por fortuna, nunca supe nada más de ese ser. Creo que al morir su madre ella desapareció del mapa.

Alguna vez llegué a oír que, viviendo Jaime en París, estaba tan necesitado de dinero, tan apremiado, que vendió o empeñó el collar del Toisón de Oro. Podría ser. Yo no no lo afirmo ni lo niego, pero el hecho no me parece increíble, ni mucho menos, con el tipo de vida lujosa que, según mis hijos, llebavan él y su nueva esposa. Como yo no estaba junto a Jaime, prefiero no opinar acerca de esta actitud. No soy quien para juzgar. Sí es cierto que debió ser algo más que un rumor ya que, según afirmaban, fue Areliza, entonces embajador de España en París, quien una vez avisado de lo ocurrido se encargó de recuperar el Toisón.

En cualquier caso debo afirmar que, a pesar de nuestro abismal desencuentro como amtrimonio, yo al igual que Crista siempre consideré que Jaime, con todos sus defectos -que no eran pocos-, en su fueron interno era el mejor de todos los hermanos: un poco infantil pero, sin lugar a dudas, también el más bondadoso. En su familia era conocido como <<El Serenísimo>>. Le llamaban así por su carácter pacífico. Era un hombre que, con la edad, pasó a llevar una vida más tranquila. También sé que, ya en su madurez, bebía mucho menos que cuando vivíamos juntos. Naturalmente, al no salir de noche sus horarios eran más normales. Madrugaba y paseaba con sus perros, a los que siempre profesó un profundo cariño.

Aquel segundo matrimonio de Jaime con Charlotte fue, verdaderamente, un desatino. Aunque no puedo ocultar que el mío, si cabe, resultó aún peor. Mi segundo marido, el italiano Antonio Sozzani, era un hombre inteligente, agente de Bolsa, que trabajaba en un prestigioso banco con total dedicación. Me casé con él en 1949 y mantuve la ilusión y la esperanza con respecto a su persona durante un corto espacio de tiempo. Lo cierto es que jamás debí dar aquel paso, pero ¡me sentía tan desesperada y tan sola!

Conocí a Antonio en Lausanne, cuando viví allí durante la guerra. Él es de Milán. Eso sí, quiero aclarar que es rotundamente falso lo que se ha escrito sobre cuándo nos conocimos. Fue en Suiza, insisto, y no en Roma mientras vivía con Jaime. Estuvimos juntos muchos años; más de los que deberíamos haber estado. En mi familia política sentó muy mal que me volviera a casar, pero mentiría si no afirmara con rotundidad que, después de semejante experiencia, mis cuñados mantuvieron conmigo una relación cariñosa y afectiva.

Mi error, desde luego, fue inmenso. La equivocación de mi vida. De haber sido algo más experimentada, me habría dado cuenta enseguida de que es matrimonio resultaba innecesario y que, para mí, era mucho mejor tenerlo como amante. Nunca tendría que haber ligado mi vida a la suya de manera oficial. Cuando alguien es tan joven como yo lo era, la ingenuidad o la necesidad de creer que todavía una tiene derecho a ser feliz me traicionó. Además, él se comportó muy mal conmigo. ¡Qué mala suerte he tenido en el amor! También a él le perdían las mujeres. Siempre la misma historia. De alguna manera me sentí burlada, porque no tenía más remedio que reconocer que Tonino era muy parecido a Jaime. Mis hijos, que sentían un gran respeto hacia mí, lo aceptaron; pero no así Jaime, que de pronto se presentaba en casa y provocaba escenas desagradables. Son esasísimos los buenos recuerdos que conservo de aquella época. Por eso creo que no merece la pena rememorarla.

En general, Tonino se llevó bien con mis hijos y entre ellos mantuvieron una buena relación. Un día fui a ver a Sozzani padre y le dije todo lo que tenía que decirle. Él me respondió que, bajo ningún concepto, aprobaba la forma en que su hijo me trataba. Yo callaba. Al parecer sabía muchas cosas por su hija, la hermana de Tonino, que me quería mucho. También tenía un hermano muy simpático y muy deportista. Él no lo era. En realidad era un cobarde. Y vivir con un cobarde es horrible.

[...]

Ahora Tonino y yo no nos vemos, pero mantenemos cierta relación aunque lejana. En Navidad me envió unas rosas. Le llamé para agradecerle su gesto y se quejó porque tenía gripe. Siempre fue muy hipocondríaco. En la actualidad mantiene una relación por estar acompañado. Todos sus familaires próximos, que lo soportaban, han muerto. Y él, al parecer, está incapacitado para vivir solo.

[...]

Fue él quien quiso separarse. Lo hicimos legalmente y no sólo de hecho, como se ha afirmado. Un prestigioso abogado gestionó nuestra separación y me sentí francamente aliviada cuando aquella historia terminó. <<Al fin sola!>>, pensaba yo, a pesar de todo.

[...]

Al ser yo católica practicante, tampoco para mi conciencia fue válido mi segundo matrimonio. Por tanto no me queda más remedio que reconocer que conviví de hecho con Tonino. Me aprece una idea horrible, porque mis principios morales siempre me han impedido algo así y yo, aun siendo consciente de ello, los pasé por alto. Las dos convivencias que con distintos hombres he mantenido no resultaron ser nada fáciles. ahora bien, creo que en una pareja lo fundamental es mantener la amistad y el respeto, que es lo último que debe perderse. Mientras estuve con Tonino firmaba únicamente como Emanuela, no como Sozzani. Tampoco utilizaba, como es lógico, el ducado de Segovia".


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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 16 Feb 2019 18:52 
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Ahora viene, nada más empezar, otra contradicción más pues Emanuela aseguró en capítulos anteriores que impidió al Infante Jaime llevarse a sus hijos a España cuando estaban internos en Suiza. Eso ocurrió tras la guerra, cuando los chicos rondaban entre los 10-12 años. Además de afirmar que ella no iba a permitir que sus hijos fueran utilizados en juegos políticos, afeando con sus palabras que otros, según ella, sí lo hicieran. O sea, reprocha algo y después lo contrario.


"En el año 1954, Alfonso y Gonzalo se fueron a estudiar a España. Su primo Juan Carlos ya estaba formándose allí desde 1948. Como antes he dicho, a mí también me habría gustado que se hubieran ido un poco antes, pero sin saber bien por qué, cuando me interesaba por este asunto tan importante, me iban dando largas. De este modo, su traslado a España se fue retrasando sine die.

Por extraño que parezca, aún no sé si el responsable de esa tardanza fue mi cuñado Juan o Franco. Un día le pregunté a Juan cuál era el motivo que impedía que mis dos hijos fuesen a Madrid a estudial y él, muy serio, me contestó: <<No tenemos por qué deberle favor alguno a Franco>>. Guardé silencio, desconcertada, pero enseguida pensé que su reacción era, como mínimo, poco clara. ¿Por qué no podían, entonces, ir también mis hijos? No lo sé. Lo cierto es que, pasado un tiempo desde esta breve conversación mantenida con mi cuñado, fue él mismo quien me dijo que Franco quería que Alfonso y Gonzalo se trasladaran a vivir a España.

Al fin mi deseo y el de mis hijos se cumplía. Esta noticia fue muy positiva para nosotros. La organización, la mera intendencia necesaria para vivir fuera de casa no me pareció nunca un problema. Alfonso y Gonzalo eran dos chicos que, desde pequeños, estaban acostumbrados a hacer las cosas solos. Esta capacidad de autonomía, en lugar de mantener conmigo una relación de dependencia, fue otra de las cosas buenas que el internado les había proporcionado.

[...]

No es mi intención tratar de demostrar que mis hijos eran hombres mejores que los demás. No. Ellos, como muchos otros, utilizarían a las mujeres cuando les interesara o, quién sabe, si acaso queriendo creer que estaban enamorados de ellas. Pienso que son muchas las veces en las que una persona cree estar enamorada. Se trata de una necesidad emocional y efectiva.

Así, en su día me enteré de que mis hijos salían con asrtistas de cine, con modelos, con presentadoras de televisión... imagino que con todas aquellas que pudieran siempre y cuando las encontrasen guapas o atractivas. Pero esto a mí no me importaba nada; es más, lo encontraba normal y sano. Más que sus aventuras, lo que me interesaba era que triunfara la sensatez a la hora de decidir matrimonios. Pero tampoco este asunto salió bien. Si he de ser sincera, reconozco que ello significó un gran dolor en mi vida. Les he visto sufrir por amor y yo sufría con ellos, porque me parece algo terrible. Ninguno de los dos acertó cuando dio el el paso y contrajo matirmonio. A mí me costó mucho asumirlo. Yo, como cualquier madre, quería para ellos lo mejor. Sólo Gonzalo pasó los últimos años de su vida tranquilo y sosegado, una vez casado con Emanuela Patrolongo. ¡Por fin una señora!

[...]

Era evidente que Juan no trataba a mis hijos de manera adecuada, que no era nada cariñoso con ellos. Una muestra más de las difíciles relaciones entre ellos y su tío son las invitaciones que recibieron en agosto de 1972, estando Alfonso casado y siendo aún embajador en Estocolmo, con motivo del enlace entre Margot -la encantadora hija de Juan y María- y Carlos Zurita en Estoril. Por su fuerza testimonial, reproduzco literalmente las cartas que ellos, en respuesta, hicieron llegar a su tío Juan.


    Estocolmo, 26 de septiembre de 1972

    Querido Tío Juan:

    Antes de escribirte esta carta he pensado mucho, y muchas veces, si debería hacerlo y en qué extensión y con cuál tono. Razones hay de sobra, y las conoces, para que con justicia pueda quejarme del trato que a lo largo de los años de ti hemos recibido.

    Había llegado a abrigar la esperanza de que el tiempo y mi actitud habrían de llevar a tu ánimo la necesaria serenidad de especificar una conducta y proceder que tanto daño y dolor nos ha causado. Pero un hecho reciente ha venido a demostrarme que estaba -en mi vana esperanza- equivocado.

    Con motivo de la boda de tu hija y prima hermana mía Margarita has acordado invitar a la ceremonia de su enlace al <<Exmo. Embajador de España en Estocolmo y Señora>>. Evidentemente no ha sido, en esta ocasión tampoco, un error de tu Secretaría. Tiempo ha pasado y suficiente para rectificar, si hubiera habido voluntad de ello por tu parte. Pero no ha sido así.

    Bien es verdad que el tratamiento de embajador me corresponde y lo tengo en gran honra y alta estima, pues si otros títulos ostento por derecho y sangre, este de Embajador me viene por haber merecido la confianza de representar a España. Sin embargo, lo natural -pero tú no lo has querido así- es que a tan grato acontecimiento familiar fuera invitado tu sobrino S.A.R. el Príncipe Don Alfonso de Borbón, primogénito de tu hermano mayor, que es el Jefe de la Casa de Borbón, y primo hermano del futuro Rey de España y de la contrayente. Por el contrario, lo que no se me alcanza es qué tenga que hacer el Embajador de España en Estocolmo en tan feliz acontecimiento.

    En tu memoria debe estar una lejana serie de artículos de un diario de la mañana madrileño, que te es particualrmente afecto, y donde se ha dicho que yo había rechazado una invitación por no venir encursada con el tratamiento que me es debido.

    En aquella ocasión no era cierto, pero sí lo será realmente en ésta. A pesar de tu injusta actitud hubiera asistido con alegría a la boda de Margot no sólo por el verdadero y entrañable afecto que a ella tengo, sino también para mantener, al menos cara al exterior, esa tan necesaria sensación de unidad familiar -tan importante siempre en todas las familias y más para la nuestra en la España de hoy- pero que tú parece no has querido o sabido valorar como es debido.

    Hubiéramos asistido, repito, no sólo por la alegría de estar con Margot ese día, sino porque en conciencia rendiría así un tributo más a esa unidad familiar que no he quebrantado nunca.

    Si me hubieras invitado como a un familiar habría acudido porque mi asistencia estaría justificada en esos lazos familiares y todos comprendida, pero el Embajador de España en Estocolmo debe permanecer en su puesto en una fecha tan señalada y gloriosa para nuestro país como es el día de la Hispanidad.

    Y perdóname que sea extenso y reiterativo. Pero quizás sea ésta la última vez que considere ante ti este tema.

    De nada valen subterfugios, ni maniobras privadas o argucias periodísticas. El título y tratamiento que me son debido los ostento por derecho de sangre y nacimiento y no me pueden ser quitados por persona alguna. Están por encima de tu voluntad y la mía pues son herencia directa de las sangre de nuestros Antepasados y de nuestra Historia. Han llegado a mí por mandato imprescriptible de la sangre y debo guardarlos y defenderlos como diligente depositario para transmitirlos a mis hijos.

    Y sobre esto no puedo transigir ni guardar silencio ante ti. Los títulos y tratamientos que me corresponden a través de una misma sangre, que es la tuya, tú eres el menos llamado a negarlos. Esto es aún más inexplicable tratándose de los hijos de tu hermano mayor al que, de paso sea dicho, por la oportunidad del momento histórico y de su enfermedad, debes no sólo tu posición sino una herencia por demás importante.

    En fin, prefiero poner punto y final aquí y no dejar que el doloroso anecdotario que al principio quise olvidar se imponga a mi voluntad.

    Por todo ello espero comprendas que, en esta ocasión y dadas las circunstancias que tú has querido, nos veamos obligados a estar ausentes de tan grato acontecimiento familiar y con un abrazo muy fuerte para Tía María te ruego transmitas a los futuros esposos el ferviente deseo de Felicidad que para ellos formulamos Carmen y tu sobrino.

    Alfonso


La carta de Gonzalo, fechada dos días después, el 28 de septiembre de 1972, decía así:


    Querido Tío Juan:

    He recibido hace algún tiempo tu invitación para la boda de Margot; para la que deseo la mayor felicidad.

    No puedo ocultarte mi tristeza en ver cómo no dejas en querer desconocer el tratamiento que por nacimiento y sangre nos corresponde; y en este sentido ratifico el contenido de la carta que sé que mi hermano Alfonso te ha dirigido.

    Creo sin embargo, mi deber, demostrar ante el pueblo Español que nuestra familia sigue manteniendo su unidad aun después del fallecimiento de Gangan (q.e.p.d.) cuya vida nada fácil por cierto, ha sido para todos un ejemplo que no podemos ni debemos nunca olvidar. Por eso, quiero a pesar de todo, estar presente en este día de felicidad para todos, especialmente para Margot, esperando, por lo menos, que en la ceremonia podré ocupar el puesto que me corresponde como primo hermano de la novia.

    Un abrazo muy afectuoso para todos,

    Gonzalo


Hubo personas que comentaban que el carácter de Juan cambió mucho a la muerte de su hijo Alfonso, conocido familiarmente como Alfonsito, en marzo de 1956. Como es sabido, ésta sobrevino a causa de un accidente. Juanito se encontraba de vacaciones de Pascua en Estoril y disparó con una pistola a su hermano pequeño, de quince años de edad, creyendo que ésta estaba descargada. Por desgracia, había una bala en la recámara. ¡Una cosa espantosa!

[...]

De lo que tengo certeza, ya que fui testigo presencial, es de la reacción, en mi opinión extraña, de Juanito. Podría ser, sin duda, un claro ejemplo de las actitudes, cuando menos primarias, que siempre me han sorprendido en algunos miembros de la familia de Jaime: pretendía evadirse y olvidar.

De pronto todos hablaban, todos comentaban... Parecía que el pacto de discreción mantenido en Suiza había quedado pendiente de un hilo. Me dijeron que Alfonsito era más inteligente que su hermano mayor y feo como su madre. Bueno, mi cuñada tenía una piel maravillosa y unas manos muy bonitas; tampoco sus ojos eran feos, pero el resto... Fue después de la desgracia cuando Jaime exigió que se investigara el caso a fondo ya que él, como jefe de la Casa de Borbón, no podía aceptar que aspirara al trono de España quien no había sabido asumir sus responsabilidades".



Esto último me parece lo más nauseabundo que he leído hasta ahora. Como aves de rapiña, aprovechándose de semejante tragedia para ver si sonaba la flauta para lo suyo. Qué triste. :roll:


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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 16 Feb 2019 19:16 
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Es doble nauseabundo porque tampoco era Jefe de la Casa Borbón en 1956.

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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 16 Feb 2019 21:11 
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¡ Pura CHUSMA ¡. Es que no soporto a esta tropa Borbón-Segovia. >:)


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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 17 Feb 2019 17:42 
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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 22 Feb 2019 19:48 
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"Los distanciamientos y reencuentros entre Jaime y Juan se sucedían con una facilidad pasmosa. De hecho, hubo un momento en el que yo no veía a Jaime, pero únicamente por la forma en que Juan nos trataba a mí y a mis hijos -su antipatía hacia nosotros solía ser de moderada a máxima- podía yo saber si, en aquel momento, eran amigos o si el mal genio de ambos había superado los buenos propósitos tras la última discusión.

Cuando Jaime quiso que se investigara a fondo la irresponsabilidad de Juanito, era obvio que la relación entre los hermanos atravesaba una profunda crisis; de otro modo, Jaime hubiera sido incapaz de meter el dedo en la llaga. No es que con esta hipótesis yo trate de defender la actitud de Jaime. No. En mi opinión, no habría debido pedir nada. No era el momento de investigar y, mucho menos, algo tan doloroso como peregrino. Ya he repetido que siempre he tratado, con todas mis fuerzas, de que la política no enredara la vida de mis hijos. Por esta razón, dada la edad de Juanito -dieciocho años- cuando todo esto sucedió, no debería haberse permitido convertir tan triste suceso en un arma arrojadiza entre los dos hermanos. No me cansaré de decir que, para mí, Juan Carlos es un niño grande. Cariñoso, simpático y poco sensible.

Pero no es la hora del rencor. Mi intención no es la de sacar trapos sucios ni enemistarme con nadie. Por desgracia, ya lo perdí todo o, al menos, aquello que, de verdad, me importaba: mi abuela, mi madre, mi hermana, Alfonso, Gonzalo y, también, mi nieto mayor. Soy una persona de mucha edad; ya no tengo nada que perder. Es mi nieto Luis Alfonso todo lo que me queda en este mundo. El hijo de mi hijo, a quien por razones de lejanía apenas trato, pero sin embargo quiero.

Me impresiona pensar en todas las vueltas que da la vida. ¿Quién iba a decir que, después de todo lo que Juan maniobró, nunca reinaría en España? El secretario personal de Juan, Ramón Padilla, y Juan Luis Rocamora, que no me gustaba nada porque continuamente se iba de juerga con Jaime y Juan, estaban todo el día con este último. Como Juan hablaba mal de Franco en público, pienso que sus comentarios acababan por llegar a oídos del General. Alguien me dijo una vez que Ramón Padilla no lo habría hecho nunca, pero tal vez Rocamora... No es que hubiera dado cuenta de estos comentarios de Juan de manera distinta, sino posiblemente ante otras personas. Y no nos engañemos: los chismes corren y han corrido siempre como un reguero de pólvora.

Yo sé que mi cuñado quería mucho a Ramón Padilla. Me consta que fue un diplomático prestigioso. Ahora, también sé -y era ésa la razón por la que le cogí manía- que estaba siempre de juerga con ellos. Y es que no era sólo un reconocido profesional, sino al mismo tiempo un codiciado soltero.

[...]

A Sotomayor, representante de Juan en España, le conocí bien porque venía a ver al Rey y, con sinceridad, me inspiraba una gran simpatía. Pero yo siempre lo encontré muy frívolo para ser si consejero. También lo fueron Gil-Robles y Calvo-Sotelo. Los consejeros cambiaban mucho; de pronto uno se iba y venía otro. Eran incontables todos los que, en un solo mes, podían pasar por Roma.

Considero que una de las cosas más difíciles del mundo es saber rodearse de las personas adecuadas. Muchas veces he pensado que Juan estuvo muy mal aconsejado. Si hubiese permanecido quieto, tranquilo y callado, puede que Franco lo hubiera llamado para que se hiciera cargo de la monarquía en España. Habría sido lo lógico y, de este modo, en vez de una instauración quién sabe si hubiera podido ser una restauración lo que se llevara a cabo. Sin embargo, su actitud ante el Caudillo era la de oponerse a esto y a lo otro pensado, seguramente, que tenía la sartén por el mango. No creo que ni él ni sus consejeros fueran capaces de darse cuenta de que Franco era mucho Franco, además de militar, con todo lo que esto implica.

[...]

Como se puede comprobar por unas cosas y otras, nada estaba claro: ni el derecho al trono, ni la primogenitura, ni las relaciones de Juan y Jaime ni, pos supuesto, la de Juan con mis hijos. Este ambiente de continua duda que se cernió sobre varios miembros de la familia Borbón a la muerte del Rey Alfonso XIII no ayudaba, evidentemente, a procurar ninguna tranquilidad. Muy por el contrario, los nervios de unos y otros estaban a flor de piel. Y es que no se trató solamente de una lucha por el poder, sino de una silenciosa contienda en la que el amor propio o la dignidad herida eran algo mucho más importante todavía.

Las relaciones entre los miembros de las familia se reducían a desamores y desencuentros. ¡Cuántas veces he pensado que hubiera dado todo a cambio de no vivir aquel horror! Insisto en que a mí personalmente nada de todo ello me importaba, pero ¿qué madre no sufre cuando lo hacen sus hijos? Era Alfonso quien lo pasaba peor y, a la vez, quien guardaba las formas, como su educación se lo exigía, hasta límites extremos. Y eso para luego morir así, de aquella trágica manera, con apenas cincuenta y dos años, después de haber sido abandonado por su mujer y de haber perdido un hijo.

En los pasaportes que les fueron expedidos en España, Franco había exigido que constara S.A.R. antes de los nombres de pila de cada uno de ellos. De este modo, parece que reconocía su condición de príncipes reales. Yo sé que el Generalísimo valoraba en Alfonso su cultura y su patriotismo. Me consta que, para él, mi hijo fue <<la otra alternativa>>. Tanto es así que dejó a algún miembro importante de su Gobierno, como Solís y algún otro, junto a Alfonso. La actitud de Juan me daba pie a pensar que temía que Franco cambiara su decisión. También a mí, en aquellos momentos, hubo gente que trató, por si acaso, de cortejarme. Pero yo no estaba por la labor de permitírselo. Como antes decía, encuentro que el género humano es execrable en general y los hombres, por su orgullo y desmedida ambición, en particular.

Franco, como dictador que era, quería que el país se rigiera según su criterio tanto en el presente como en el futuro. Pienso que, más pronto o más tarde, se percató de que esto no sería posible de conseguir teniendo a Juan como heredero. Creo que pensó, sin embargo, que Juanito, por quien según cuentan sentía un gran cariño, sí seguiría sus pasos tal y como iba marcándolos para dejar todo, antes de morir, como él consideraba más conveniente. De hecho, Juanito juró las Leyes Fundamentales como condición imprescindible para poder suceder al Caudillo. Pero cuando Franco murió y se convirtió en Rey, hizo lo contrario.

[...]

Muchos encajes de bolillos tuvieron que hacerse para que se asentase la Transición en España. A mi juicio, se trató de una cuestión tan alambicada que, lo mismos que salió bien, podría haber estallado por los aires y quién sabe si hubiera podido reproducirse el espantoso cuadro de una nueva guerra civil.

Yo, en su caso, creo que hubiera intentado cambiar las cosas con lentitud y no de un plumazo, como al menos pareció hacerlo. Ahora bien, también imagino que tal vez eso no fuera posible. Las personas, muchas veces, no hacemos las cosas como queremos, sino como podemos. De igual manera vivimos como podemos, no como queremos. En un momento determinado, Juan pretendió enviar a su hijo a la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, para que prosiguiera allí su formación, y Franco le dijo: <<Si lo mandas a Bélgica, nunca será Rey>>. Así que no dudó en cancelar aquel proyecto. Yo creo que, en aquellos momentos, Juan estaba convencido de que sería él quien recuperaría la Corona española, pero ante tamaña amenaza cambió los planes que tenía para su hijo.

En cuanto a María, mi cuñada, sólo decir que era entonces una mujer simpatiquísima, alegre y buena. Más tarde nos separamos física y emocionalmente. Creo, la verdad, que su matrimonio con Juan fue difícil, aunque lo llevaron con mejor criterio que Jaime y yo. En este sentido, he de confesar que admiré siempre la forma en que fueron capaces de enfocar su vida en común.

Pienso que no debería acabar este complicado capítulo sin recordar que, aunque duró poco tiempo, hubo en su día otra preocupación añadida: también Hugo de Borbón-Parma, que se casó con Irene de Holanda en abril de 1964, pensó que podía ser Rey de España. Menos mal que enseguida comprendió que debía retirarse como aspirante. Y así lo hizo".


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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 23 Feb 2019 21:10 
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Registrado: 10 Ago 2009 15:24
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¿En serio pensaba que Franco quería una Restauración? No debió conocer mucho al General doña Emanuela… Franco, querida Emanuela, os usó a ti, a tu marido y a tus hijos para darle collejas al de Estoril; usó a todo aquel que con el apellido Borbón tuviera un poquito de ambición con tal de marear, enredar y crear confusión. Que, por cierto, de no ser por estar moviéndose y no quedándose quieto el conde de Barcelona dudo mucho que la Transición y la consolidación de la monarquía se hubiera dado tal y como lo hizo. Fue don Juan, en la sombra, quien consiguió que la izquierda diera un voto de confianza a su hijo quien, aunque lo hayas insinuado, no fue perjuro, y bien que se quebró la cabeza el bueno de Torcuato para evitarlo.


Menuda lengua...

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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 23 Feb 2019 22:20 
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Registrado: 22 Abr 2015 17:57
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Ubicación: España
"La ley se cambia con otra ley". Pero bienvenido el perjuro que algunos quisieron ver.

Emanuela intenta ensombrecer la intransigencia del Conde de Barcelona, la "traición" del Rey Juan Carlos hacia el régimen, las ansias por traer la democracia a España, como si tuvieran algo de malo, cuando precisamente estos hechos, con el paso del tiempo, han sido los que más aplausos y reconocimientos han recibido. Si el Conde de Barcelona, en lugar de demostrar que no era un hipócrita, hubiera querido camelarse al dictador con paripés varios y dejar de vivir exiliado, habría intentado apañar una boda entre Juanito y Carmencita, como otros hicieron, y habría renegado del Manifiesto de Lausana o cosas por el estilo. La diferencia radica en que unos intrigaron contra el régimen y otros con el régimen.

Este capítulo no tenía mucha significancia, salvo porque Emanuela demuestra que en realidad no tenía ni idea de practicamente nada de la trastienda de aquellos años, los hilos que movieron unos y otros, las aspiraciones de padre, hijo y dictador, como se espiaron y confabularon, como recoge el reciente libro 'Don Juan contra Franco' y toda la documentación que ha visto la luz. No solo se trataba de conseguir un trono, la ambición de restaurar una monarquía o colgarse medallas de poder. Se trataba de cambiar España, de reivindicar unos ideales y una forma de Estado basada en la monarquía parlamentaria, y por ende, la democracia. De ahí que alguien tan cercano a Don Juan como José Mario Armero, viéndose venir que al dictador ya le empezaba a quedar poco, corriera a ejercer como intermediario ante la izquierda española en el exilio. O que el entonces Príncipe Juan Carlos se jugara practicamente el cuello y se lo hiciera jugar a Nicolás Franco (quién iba a sospechar de él), al mandarle a reunirse con Carrillo en París. El plan de cargarse el régimen desde el régimen, decabezándolo sin pasar por conflictos civiles, interpretando una obra de teatro durante muchos años, para finalmente decirle adiós con la mano, no fue una improvisación ni algo que llegó de forma natural, fue premeditado. Pero tal parece que una parte de la familia, de este tipo de confabulaciones, no tenía ni idea. Estarían muy ocupados en otras cosas. Dudo mucho que incluso Alfonso, conociera lo que hacían su primo y tío a espaldas de casi todo el mundo.


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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 23 Feb 2019 23:52 
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d: Genial Clara (y Godoy) . Estos no sabían ni por donde soplaba el aire. Afortunadamente.

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 Asunto: Re: Fallece Emmanuela Dampierre
NotaPublicado: 24 Feb 2019 00:16 
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Registrado: 29 Mar 2008 23:11
Mensajes: 7515
Me dijeron que Alfonsito era más inteligente que su hermano mayor y feo como su madre. Bueno, mi cuñada tenía una piel maravillosa y unas manos muy bonitas; tampoco sus ojos eran feos, pero el resto...

:)) Me he tenido que reir con esto, bien lenguarona que era la señora :))


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