LUCES Y SOMBRAS
(Capítulo 14 - Segunda Temporada)

Bien, bien, bien.... Veamos...

Al fin tenemos aquí la segunda temporada de "Isabel" por la que tanto clamaba el pueblo fiel a este y al otro lado de la mar océana y he de decir que este primer capítulo (nº 14 de la serie completa) no me ha decepcionado en absoluto. Tiene también anotadas sus luces y sus sombras, pero ya llegaremos a ellas. Primero me gustaría hacer unas cuantas apreciaciones...

Para retomar el hilo de la serie, esta noche -antes de la emisión del nuevo episodio- he estado viendo el último de la temporada anterior, el de la coronación. Y lo primero que me ha resultado muy chocante es la evidente transformación física sufrida por los protagonistas (sobre todo en el caso de Michelle, ¡es espectacular!). De la primera temporada a la segunda hemos visto a una niña transformarse en mujer. Y no sólo en el físico (los rasgos de la reina -al margen del maquillaje- se han hecho más duros y su expresión mucho más severa) sino también en el carácter: la imagen tenebrosa de la reina rezando durante el sitio de Granada, con el rostro enmarcado por el rostrillo y la cabeza cubierta por el velo refleja un cambio brutal respecto a esa niña que veíamos llorar la muerte de su hermano Alfonso en la temporada primera.

Lo mismo puede decirse de Fernando, que ya en el primer episodio presenta una "barba complida" y es capaz de pasar de la furia adolescente de "macho ibérico" de orgullo herido a la reflexión y la recapacitación de la Concordia de Segovia, donde todo quedó en su justo nivel por el bien de Castilla y de sus reyes... O de Carrillo, ese excelente Pedro Casablanc, que tiene el rostro un poquito más surcado por las arrugas que en la temporada anterior. O Mendoza, algo más canoso... En fin, que el tiempo ha pasado para todos ellos.

La serie ha adquirido, pues, la madurez que requería la nueva peripecia vital de sus protagonistas. Una madurez que, tras la coronación, se ve plasmada en nuevas intrigas, nuevos peligros y nuevas formas de afrontarlos, pero esta vez no tanto por medio de sus consejeros como por sus propias decisiones ya como reina indiscutible...

Diego Pacheco es sólo la sombra tenue del intrigante de su padre, un pobre pringadillo que creía que con decirle al rey de Portugal "venga, vamos a invadir Castilla", éste le iba a seguir como un polluelo a la gallina y que tenía a toda Castilla en contra de Isabel y formando tras él... ¡Menudos jarros de agua fría le han echao los nobles y el rey Alfonso a lo lardo de todo el capítulo! (Y la cara de gilipollas que se le pone al pobre Javier Rey XDDDD). Y Carrillo, un cabrón maquiavélico que jura lo que haga falta con tan de fastidiar a "la usurpadora" por rencor, y nada más...

Cárdenas, Cabrera y Chacón: ángeles de la guarda de la reina. Como siempre. Especialmente me sigue gustado ese papel de correveidile de Gutierre de Cárdenas, que parece "la Vieja'l visillo", que se entera de todo

Pero vayamos al lío:

LUCES

¡Al fin! ¡Al fin se hace caso a los expertos! ¡La reina besa anillos cardenalicios, trata a los obispos de "Eminencia Reverendísima", llama a Pacheco "Don Diego Pacheco", y se trata a los reyes de "altezas" y no "majestades"!!! ¡¡¡Bravo, bravo y bravo!!! ¡¡Hagamos la ola!!

Mi querido don Juan II sigue siendo el zorro astuto de la primera temporada. Qué manera de tratar de calmar a su hijo para que no vaya cabreado a enfrentarse con su mujer. ¡Y cómo se camela a Carrillo para que le ayude, (aunque luego le salga rana a los reyes)! Vale un valer, este monarca

Juanita "la Beltraneja"... Cada vez me da más pena esta niña. Debe estar de las bofetadas de la mala zorra ambiciosa de su madre hasta las coletas. No llevo la cuenta de cuántas le ha soltado ya esa bruja que sólo piensa en su beneficio...

Alfonso de Portugal: bien pintado... Un hombre mucho más listo y prudente que el tarambana de su hijo Juan, que no piensa más que en sacársela (la espada de la vaina, aclaro). Cuando Diego Pacheco le ha dicho "Vamos a invadir Castilla" con esa rotundidad, me he reído hasta yo XDDDD

Espléndido "duelo de gallos" entre Mendoza y Carrillo en los pasillos del alcázar de Segovia. El ambiente se podía cortar con unas tijeras. Y a Carrillo sólo le ha faltado enseñarle el dedo medio por la espalda cuando se ha vuelto Mendoza para marcharse... Sublimes, los dos (Casablanc y Andrés Herrera).

Otra escena sobresaliente ha sido la del encuentro de los esposos en ese ambiente también frío como el invierno segoviano. Pero me ha gustado mucho más ese momento de duda de Fernando cuando al terminar la discusión con su esposa y anunciarle que dormirá en otra alcoba, se vuelve hacia el dormitorio de Isabel como queriendo "reblar"... hasta que el orgullo lo lleva otra vez a a lejarse de su amada esposa... Una escena emotiva que te anuncia que la Concordia de Segovia no tardará mucho en llegar...

SOMBRAS

La serie se sigue colupiando mucho en el vestuario. Y ojo: no digo que sea feo sino que NO es correcto. Para empezar, la mayoría visten con colores pardos o apagados, cosa que no era habitual entre los nobles ni los monarcas. Los hombres llevan casi todos ellos botas de media caña (parece que no existieran los zapatos bajos, redios).

Otro tanto puede decirse del estilismo: ausencia casi absoluta de tocados (Isabel YA MISMO debería llevar rostrillo y velo desde el momento en que se casó y mucho más en sus apariciones como reina), pelos al viento... En fin... De todas maneras este aspecto ya lo doy por perdido. Se ha mejorado tal vez algo -especialmente en el tema armamento, corazas, etc.- pero sigue primándose lo espectacular y "vistoso" a lo riguroso. Y qué queréis que os diga... Me importa ya un carajo.

Los pendones/banderas... Esas banderas tan bonitas que salen en las torres de las murallas están muy bien en una procesión de Semana Santa o delante de una rondalla jotera, pero en Castilla y en el siglo XV va a ser que no. Sí, ya sé que de otro modo no ondearían ni se verían bien, pero no eran así. Es lo que hay.

En mi opinión, se han cargado tal vez un poquito las tintas en la humillación de Fernando. No es que no la sufriese históricamente hablando, vaya, pero es que sólo les ha faltado que se le cagase una paloma encima para resultar ya humillado y vejado hasta la risión...

Una sombra de duda... ¿el águila de San Juan Evangelista formaba parte del escudo de los reyes católicos ya en 1475? No lo sé, lo pregunto...

Esto ya no es una sombra de duda sino una sombra evidente: los documentos no se sellaban así. El sello en la baja Edad Media creo que era aún "pinjante", es decir, colgaba del documento, no estaba estampado en él...

Por lo demás... "chapeau". Un excelente comienzo. Y una guerra ya en ciernes.

Enhorabuena a todos.

He dicho.

LUCES Y SOMBRAS
(Capítulo 15 - Segunda Temporada)

Y Portugal entró en Castilla... Pero antes que el rey don Alfonso V (del que hablaremos luego) entró la reforma monetaria y con ella el ducado castellano conocido como “excelente”, moneda que -por cierto- empieza a emitirse ya con las efigies de los reyes Fernando e Isabel en 1475. Y también antes que Alfonso V en Castilla, había entrado don Fernando en doña Isabel, dejándola preñada de una criatura, y en Aldonza de Iborra, haciéndola parir una niña y demostrando una vez más que el aragonés tenía energía para todas. Y además, con puntería... el jodío.

Hoy he descubierto a dos grandísimos actores. El primero, Daniel Albadalejo. Un sorprendente Alfonso V, un hombre inteligente, prudente, que no se deja arrastrar por sus consejeros como lo habría hecho su cuñado Enrique IV, tal vez irresoluto pero también tierno y bondadoso. Las escenas con su jovencísima esposa doña Juanita, tranquilizándola y mandándola a dormir, o ese casto beso paternal el día de su propia boda son enternecedoras. Tan enternecedoras como despreciable el afán de la bruja de Avís por que su hija cohabite con su propio hermano. De toda esta historia el personaje más digno de lástima es la pobre Juanita, interpretada magistralmente en su candidez (que al final empieza ya a mostrar el carácter duro de su madre) por la joven actriz Carmen Sánchez.

El otro actor ha sido Lluis Soler, en el papel de fray Hernando de Talavera. Impresionante su voz profunda y reflexiva, y sobre todo la rectitud de su conciencia, que le lleva tanto a exigir amable pero firmemente a su reina que se arrodille ante el tribunal de Dios para la penitencia (con la consiguiente indignación de doña Isabel) como a informarla de que su esposo ha sido padre en Aragón, con las funestas consecuencias para el embarazo de la reina de Castilla... Todo un personaje, este fray Hernando, del que me temo que vamos a contemplar más hazañas en próximos capítulos...

Pero en fin: estamos esperando, primero...

LUCES

Muchas han sido en este decimoquinto capítulo, y muy llamativas. Veamos las que me han parecido más curiosas:

Por ejemplo, ese amostazamiento (que es la forma culta de llamar a la “cara de vinagre”) del cardenal don Pedro de Mendoza con el asunto del nombramiento de fray Hernando como confesor de la reina, sobre todo tras echarle ésta en cara su impiedad como clérigo fornicador (aunque recordemos que doña Isabel llamaría a los hijos de Mendoza “los bellos pecados del cardenal”, ya que le tenía en alta estima...). Me quedo con la conversación con el rey (esa cara de haber chupado limones del bueno de Andrés Herrera) y sobre todo con este sublime fragmentito de la discusión del gran cardenal Mendoza con su hermano Diego:

- “¡Soy un Mendoza!
- “¡Sois un cretino! ¡Y, además, mi hermano!”

Un papel brillante que permanece algo oculto entre las grandes interpretaciones de los personajes principales es el la de la actriz que representa al ama de la reina doña Isabel. No sé su nombre, pero me gustaría encender una de mis luces por ella. Ya me encantó en aquellas conversaciones con la joven princesa en la primera temporada, cuando aquello tan divertido del “calendario piadoso” y sus recomendaciones de mujer sabia, respetuosa, cariñosa, experimentada y perspicaz. Y la hemos vuelto a ver en esta segunda temporada, con una Isabel cada vez menos niña y más reina. “Chapeau”, señora.

Por cierto: Isabel es cada vez más reina de Castilla. La intervención para ganarse a los habitantes de León ha sido de aplauso y ovación, y esa imagen con el rostrillo y el velo, prohibiendo enérgicamente a sus soldados entrar en Segovia como cobardes empieza ya a dar verdadero miedo. Aunque he de decir que el carácter de la reina se agrió definitivamente a partir de 1497, con la muerte de su hijo el príncipe don Juan.

Otra escena en la que vemos a una reina, por encima de los sentimientos personales: “Si muriéseis en batalla... ¿qué sería de la princesa y de mí?”. Lo importante de esta pregunta es que no la hace una madre: la hace una reina. ¿Qué sería de la corona de Castilla y de su heredera? Y por eso, muy acertadamente, lo inmediato para Fernando es dictar testamento. Un testamento en el que lega todo a su esposa y a su hija, en el que recomienda a su padre el rey de Aragón don Juan II que modifique las leyes aragonesas (crudo lo tiene) para que Isabelita pueda reinar en el futuro también en Aragón peeeeero... en el que pide a su esposa que se haga cargo de su amante doña Aldonza de Ivorra y de sus hijos (aún sin informarla de que ha sido nuevamente padre con ella, el muy perraco). Un fragmento espléndido del episodio, este del testamento de don Fernando...

Y por último, que me perdone nuestro querido Pedro, pero cuando a Bárb... estooo, a Juana de Avís le ha dado el primer jamacuco hablando con su hija, yo me he sorprendido sonriendo malvadamente y diciendo en voz alta: “¡Jódete, zorra, que te vas de vareta ya mismo!”. ¡Y qué bien se ha muerto, maquiavélica hasta el final, pidiendo a Carrillo que cuide de los intereses de su hija, no fiándose ni de su propio hermano!... Pues ella dirá lo que quiera, que “todo lo hago por vos, mi niña” (¡por eso la ha forrao a hostias toda la serie, copón!), pero me parece a mí que la buena señora tenía dentro también una buena dosis de rencor. Claro que, ahora que se ha muerto, analizando su figura, lo cierto es que motivos tenía... Vilipendiada, insultada, tratada de “zorra adúltera y viciosa”, repudiada por un esposo que no la satisfacía ni como mujer ni como reina... No, no fue lo suyo un lecho de rosas, desde luego. Y en cualquier caso, un fuerte aplauso y ramo de flores para esa inmensa Bárbara Lennie

SOMBRAS

El vestido de Isabel en la primera secuencia, hablando con su esposo al aire libre, era de la pasarela Cibeles 2013. De Castilla en 1475 no tenía ni el color. Que lo sepáissssss.

Cada vez que Fernando de Aragón se pone los pantalones y las botas de motero, Dios mata un gatito. Recién nacido. Dormido. Blanco y con manchitas negras. Que lo sepáis también.

A ver... una cosa que no entiendo... Sabemos que Beltrán de la Cueva se puso del lado de doña Isabel de Castilla frente a Juana. Esto podría plantear una subtrama muy interesante... ¿No se supone que parte de la corte -o toda- y la mayor parte del pueblo consideraban que “la Beltraneja” era hija suya? ¡Pues bonito favor le hizo, poni éndose del lado de su adversaria! Si Beltrán no defendía a su supuesta hija, es porque la consideraba hija del rey Enrique. Ergo, Isabel era una usurpadora. ¿O no? ¿Chi lo sà? En cualquier caso me parece una “sombra” que don Beltrán apoye a don Fernando... y éste no le pregunte por qué demonios ni siquiera a solas.

No me gusta nada la corona del rey Alfonso V. Parece de diseño, caramba. No sé si será correcta o no, pero no me gusta.

¿¿¿Pero por qué cuesta tanto entender en la España Medieval el concepto “calzas” y “medias calzas”??? ¡Es que no las lleva ni Dios (bueno, creo que Diego de Mendoza y Cabrera a a veces las llevan, pero los demás todos con pantalones ajustaos)!

Y bueno, así, grosso modo, creo que es todo. Como de costumbre, muchos más aciertos que equivocaciones. Y todas perdonables.... A ver mañana cómo ha estado la audiencia.

He dicho

LUCES Y SOMBRAS
(Capítulo 16 - Segunda Temporada)

¡Ay, don Alfonso, don Alfonso! Para mí -fíjese su alteza bien- que fueron los buitres carroñeros de los nobles castellanos, el zorrón de vuestra hermana Juana y el descerebrado bravucón de vuestro hijo el príncipe don Juan los que os convencieron para casaros con vuestra sobrina y os engañaron para meteros en el berengenal de una guerra con Castilla, porque a vos maldita la falta ni la gracia que os hacía tal aventura... ¿O no?

Frenético capítulo, este decimosexto de la serie, donde hemos visto al rey Fernando derrotado y victorioso consecutivamente, aunque conocer la historia de antemano (y todos sabemos que al final Isabel ganó la guerra a Portugal) le resta bastante emoción a la trama. Pero al fin hemos visto a los reyes y nobles guerreros de Castilla y Portugal vestir armaduras (incluso con peto y espaldar forrados con ricas telas) y combatir sobre sus caballos en el campo de batalla... Aunque eso ya lo analizaremos luego.

Otro aspecto notable del capítulo: el problema judío empieza a hacer acto de presencia. Y como ya me esperaba, en el guión han decidido abordarlo desde su dimensión económica, no desde la religiosa-antisemita. Así, por petición de la reina a través de Cabrera, Abraham Seneor presta dinero a la corona para sostener el asedio de Burgos, pero luego su sobrino Moisés y los judíos burgaleses se aprovechan de la coyuntura para subir los precios del trigo y “en justo castigo” sufren la indignación de los cristianos viejos, por lo que Isabel decide dar una de cal, al poner a los judíos bajo la protección de la Corona, y otra de arena al humillarlos mediante una serie de disposiciones que les obligan a marcarse como reses y que afectan también a sus negocios a cambio de que cesen los disturbios. Sin embargo, dentro de ese “odio” del que hablan las peticiones de los notables de Burgos nada hace referencia expresa al enfrentamiento por razones religiosas, a lo que conocemos como antisemitismo, que también lo hubo indudablemente. A pesar de ello, me ha parecido un acierto, con ese delicado equilibrio argumental, la manera de plantear un tema tan complejo en el capítulo de hoy...

Mas vayamos ya sin premura a por las...

LUCES

Muy interesante me ha parecido la faceta docente-culta del arzobispo Alfonso Carrillo sentado ante la pequeña Juana, escuchándola leer y dándole consejos sobre cómo comportarse. Tiene tablas, el señor arzobispo, en tales menesteres, pues él mismo fue quien “sacó a Isabel de bordar”. Una escena familiar muy agradable, vaya.

Excelente, de nuevo, Daniel Albadalejo. Me lo creo completamente en su papel de Alfonso V de Portugal. Prudente, irresoluto, nada convencido de la victoria, cariñoso, se acuesta con su joven esposa por obligación (“Era un trance que había que pasar”). La escena en que Juana se baja el vestido es angustiosa. Tengo yo alumnas de trece años en 2º de ESO que abultan más que Carmen Sánchez. Pero de eso hablaremos también en las sombras...

Otro acierto que se va reflejando en los diálogos de la serie: ese lenguaje cervantino de giros lingüísticos elaborados y muy agradables. Así, cuando Isabel le dice a su esposo que tenga Fe en la Providencia, don Fernando suelta esta perla: “¿Acaso es herejía tener más Fe en la puntería de nuestros artilleros?”. Una de esas frases que te dejan con la boca abierta, vaya...

Las armaduras. Magníficas, elaboradas algunas de ellas por la mano maestra de Luis Sorando López (de hecho llegué a ver alguna en pleno proceso de preparación). ESO son armaduras de placas completas del siglo XV, tal y como vestían los nobles de la época. Contra lo que suele pensarse, eran mucho menos pesadas de lo que parece y permitían al soldado levantarse con facilidad del suelo si era derribado del caballo. De hecho, todo el “atrezzo” militar, tanto en el campamento como en los soldados, me ha parecido espléndido. No obstante, también en las batallas veremos alguna sombra, también...

Un detalle curioso en el que pocos habrán caído: en la carta de Fernando a su esposa para que acuda en su ayuda a Burgos, la firma ES la de Fernando “el Católico”... Me he dado cuenta.

Fray Hernando de Talavera es indudablemente un personaje complejo y muy interesante. Empieza a mostrarse ya más político que religioso, aunque siempre bajo el prisma de la humildad y la religiosidad, no de la ambición. Por eso Mendoza, que es de una pasta completamente distinta, tiene la mosca detrás de la oreja con este fraile al que no le caen nada bien los judíos, pero sabe ocultar ese desdén con razones diplomáticas, sensatas y juiciosas: “Para acabar con el problema debemos encontrar su origen, señora”, dice el hideputa... “Y el problema es que los judíos son unos malditos usureros que se han aprovechado de la desgracia para enriquecerse, pero eso lo tendrás que escuchar de labios de los cristianos viejos de Burgos, Isabelita, mona” (piensa).

SOMBRAS

Que alguien queme los pantalones del rey Fernando. Por favor. Pronto, a ser posible.

En la primera escena, en la de la comida, tal vez me ha parecido un exceso de refinamiento el ver a los comensales lavarse las manos después de comer... En la baja Edad Media dudo que fuera una costumbre extendida, aunque podría equivocarme... Otra cosa es disponer de una jofaina con agua fresca en la tienda del campamento para refrescarse, pero no para lavarse las manos después de comer...

Cabrera a Abraham Senior: “Si acudís en su socorro, sabrá recompensaros”. Sí. Lo demostró, sobre todo, en 1492...

La escena de la “desvirgación” de Juanita y, en general, todas en las que aparece la niña... Con perdón, no me las creo. Y no me las creo porque veo en ellas un fallo de fondo que ya hemos comentado alguna vez... Esta mañana estaba en la cafetería del instituto y delante de mí había una chiquilla de segundo de ESO que apenas llegaba al mostrador para pedir dos chicles y un paquete de pipas... Y al ver en la serie a Juana “la Beltraneja” me he dicho: “¡por Dios, pero si se parece a ella! ¿Quién es el pederasta depravado que le mete nada por ninguna parte a una criatura de esa edad?” Y es que se nos olvida que a los 13 años, en 1476, Juanita de Avis no tendría ese aspecto virginal que apreciamos en Carmen Sánchez sino uno mucho más adulto, más “ajado”, ya que antes de cumplir los 40 sería una anciana. ¡ESO es lo que no me cuadra en las escenas de esta jovencísima actriz!

¿Por qué Moisés Senior va vestido con ropas del siglo XIII (brial, capa de cuerdas, capiello)?

Las armaduras, espléndidas. El atrezzo de batalla, excelente. La batalla en sí... Ufff.... Vale, reconozco que se trata de un problema de presupuesto, que “Isabel” (Diagonal TV) no es “Roma” (HBO) y que no hay pasta para mostrar escenas cenitales con miles de guerreros a caballo cargando unos sobre otros... Vale, es verdad, no es culpa vuestra. Pero aún así... ¿HA SALIDO AL FINAL LA BATALLA DE TORO EN ESTE CAPÍTULO O NO? ¡Porque yo solo he visto al rey Fernando y al cardenal Mendoza pegarse con dos jinetes enemigos... y pare usted de contar! ¡Por Dios, qué desilusión! Muy bien rodado, muy bien interpretado, pero queda taaan pobrecico...

Ah, por cierto, ya que estamos: un eclesiástico NUNCA empuña una espada. Ni en batalla ni fuera de ella. Lo máximo que lleva es una maza, pues no puede derramar sangre. Y mucho menos sangre cristiana (aunque sea portuguesa). Y tampoco oficia misa con el almófar puesto (cota de malla sobre la cabeza). No olvidemos que Mendoza es un diplomático, sí, pero ante todo es príncipe de la Iglesia.

Y salvo error u omisión, eso es todo. A pesar de las “sombras”, un capítulo excelente, realmente emocionante, muy bueno y muy ilustrativo.

He dicho

LUCES Y SOMBRAS
(Capítulo 18 - Segunda Temporada)

A punto habéis estado hoy, queridos lectores, de quedaros sin Luces y Sombras. Y no por falta de ganas de escribillas sino porque mañana tengo examen con los de 2º de ESO y a las nueve de la noche aún no lo había “perpetrado”, por lo cual me temía que o me perdía “Isabel” (opción imposible de todo punto) o dedicaba el tiempo del comentario en preparar el examen. Afortunadamente ha venido Octavio Augusto en mi ayuda (el examen va de Roma) y he podido dejarlo acabado antes de que empezase el capítulo (que entonces ha sido cuando lo de las setas de la información del tiempo, que me ha dejado WTF del todo por lo surrealista del asunto).

Bien y bien y bien y bien... Pues... ¿qué os voy a contar ya a estas alturas? Hoy nuestra Señora se nos ha bajado a las Andalucías a poner orden, pero antes aún ha tenido tiempo de dejarnos boquiabiertos varias veces: con ese dulce encuentro con su viejo amigo el soldado don Gonzalo Fernández de Córdoba, primero, y con esa entrevista con Diego Pacheco en la preciosidad del claustro del monasterio de Guadalupe, un cenobio bellísimo al que Isabel llamó “mi paraíso” ya cuando la intentaron casar allí con Alfonso de Portugal, un monasterio que la reina tenía muy dentro de su corazón, donde reposaba su hermano el rey Enrique y al que visitó varias veces en su vida para rezar a la Virgen de Guadalupe por sus dichas y desdichas... Lo que pasa es que... no era el monasterio de Guadalupe sino el claustro de San Juan de los Reyes (Toledo).

Me explico: el día que se grabó la escena de la muerte de Pedro de Arbués, el equipo estaba rodando en el claustro del monasterio toledano. De hecho, yo andaba por allí en aquellos momentos. Allí mismo, a la salida, en la puerta, me encontré por vez primera con esa dulzura de mujer que es Michelle Jenner. Fumando y con el vaso de cerv... digoooo, de té. Para la voz. Sí. Y luego hablé también con Javier Rey (Diego López Pacheco) y con Andrés Herrera (Pedro González de Mendoza), que por allá se hallaban. Vamos ¡que ya decía yo que ese claustro me sonaba de algo! XDDDDDD Como véis... ya se va anunciando mi aparición estelar. Tranquilos, aún quedan capítulos

Y vayamos ya con el tema que nos ocupa...

LUCES

En esta ocasión he de empezar con un elogio encendidísimo hacia la banda sonora. SIEMPRE ha sido espléndida, pero en esta ocasión he apreciado muy especialmente esos coros de fondo que me han puesto la piel de gallina en momentos muy concretos... Sublimes. El encuentro de Isabel y Fernando en Sevilla, por ejemplo. O el reencuentro con el Gran Capitán.

Eso me lleva a la segunda de las muchas “luces”: el reencuentro con don Gonzalo. Con cariño, con aprecio, con amistad pero ya sin arrobos, sin “calentones” ni arrumacos tímidos. Los personajes han madurado, ya son adultos, ya conocen perfectamente su sitio. Los dos. Isabel es ya reina, y Gonzalo lo reconoce literalmente (“Vos no habéis cambiado, salvo vuestra corona”). Ya no hay lugar para insinuaciones adolescentes. Muy bien reflejado. Y muy bien subrayado con la música...

Un detalle sobre la petición de Isabel a Diego Pacheco: efectivamente, tras la victoria de Toro la reina Isabel ordenó el “desmoche” de todas las torres fuertes de Extremadura para evitar que fuesen utilizadas por los partidarios de “La Muchacha”. Cáceres es una ciudad con un casco antiguo maravilloso, pero sin apenas grandes edificaciones en altura: fueron todas cortadas entre 1476 y 1480 por orden de los Reyes Católicos. Una de ellas es llamada por los cacereños “la Torre de la Higuera Loca” por el árbol que ha crecido dentro de ella y cuyas ramas sobresalen por las ventanas... O al menos, eso me contaron

Me ha encantado ese tira y afloja, ese toma y daca, ese tiki-taka entre el duque de Medina Sidonia y el Marqués de Cádiz... Tan zalameros, tan untosos, tan... cabrones. El duque, por cierto, me ha dado lástima de puro tonto. Primero le regala a Isabel un esclavo negro y luego pretende hacer lo mismo con Fernando. Y aún intenta convencerlo comparando las artes amatorias de “una salvaje” (según dice Medina Sidonia. mostrando ese sentimiento de superioridad racial habitual en la época) con la propia reina de Castillla. Cuando el rey don Fernando le ha dicho que sus arsenales estaban siendo saqueados y el gilipollas ha pensado en primer lugar en el marqués de Cádiz, me he partido de risa: ¡pobre idiota, intentando sobornar al rey con vino, “corridas”... y toros! ¡Cómo se ve que no ha seguido la serie! Y es que al parecer, lo del Betis y el Sevilla no es nada nuevo ¿verdad? ¡Pobres tontos del culo, qué caras se le han quedao a los dos al final! ¡Y encima millón y medio de maravedíes! ¡Tomad, chicos, p’a que volváis a por más! XDDDDDDD

Beatriz de Bobadilla y Ossorio está buena, no. Lo siguiente. Que quede constancia, por favor. En cambio, a Susana la he visto un poco pavisosa. Tampoco está mal del todo, pero Beatriz se la come con patatas...

¡De nuevo he visto realismo en la serie, sin concesiones a lo políticamente moderno y correcto! Antisemitismo en los clérigos dominicos (“¿Cómo podemos permitir que los conversos practiquen su herejía sin que nadie les castigue?”), en Catalina (“Los judíos mataron al hijo de Dios... ¿por qué iban a tener más miramientos con el hijo de una reina?”), incluso -ojo, que se os habrá pasado la frase y tiene telita- racismo (o así lo entenderíamos hoy) en la propia Isabel: “¿Qué hacer con un hombre al que su propia naturaleza ha hecho esclavo?”, dice, refiriéndose al “obsequio” del duque de Medina Sidonia. Al final lo deja libre, pero me ha parecido estupendo que la serie deje claro que es por una cuestión de sentimientos personales, no por un principio de justicia admitida socialmente y codificada en leyes o decretos, al menos hasta el reinado de Isabel... Repito no sé por cuántas veces ya: estamos en el siglo XV, no en el XXI.

Eso me lleva a otra luz: el problema judío, que se complica cada vez más. Al final, Isabel ordena la reclusión de los judíos sevillanos en las juderías “por su propio bien”, aunque hay que señalar que los judíos YA vivían habitualmente en juderías, constituyéndose como una comunidad fuertemente cerrada y endogámica. Durante toda la Edad Media fueron mal vistos y la “idílica convivencia y confraternidad” entre judíos, musulmanes y cristianos no era sino una “tolerancia” más o menos fastidiosa, siempre pendiente de un hilo, siempre a merced de que las prédicas de un rabí, un ulema o un sacerdote exaltados desencadenasen desde la sinagoga, el mimbar o el púlpito nuevos motivos de reyerta. El capítulo de hoy nos lo ha mostrado abiertamente, sin tapujos y en toda su crudeza...

Por cierto: me ha encantado que Fernando le haya explicado al tontolhaba de Medina Sidonia el mote “TANTO MONTA” de una forma tan clara. Ha sido fantástico. A ver si desterramos de una puñetera vez la mamarrachada del “...monta tanto, Isabel como Fernandooo!”, que me da dolor de tripas cada vez que lo leo aún por ahí

SOMBRAS

Y me dirán ustedes... “¿No dice vuecelencia nada de la trama granaína, con doña Isabel de Solís a puntito de convertirse en Zoraida?”. Poj claaaaro. Pero es que, señores míos, ahí es donde he visto las poquitas “sombras” de este capítulo...

¿CÓMORL? ¿SOMBRAS EN LA ALHAMBRA? (Maijo y Lorena, al unísono). Noooo, mis apreciadas damas, nunca. En la Alhambra sólo se puede sentir lástima por el ciego que no pueda verla y admiración muda ante lo que nos ofrece.

Pero lo que no me ha gustado un pelo ha sido el trajerío. Lo he visto demasiado estereotipado, demasiado “cabalgata de los Reyes Magos de Oriente”. Roberto Enríquez, bordao en su papel de Mulay Hassan (o Muley Hacén), Isabel de Solís, fabulosa en su papel de aterrada cautiva (por cierto... ¿sabíais que la Torre de la Cautiva de la Alhambra se llama así por ella, verdad?), la trama muy bien llevada, con esa Aixa llorando como una becerra sacrificada al ver a Muley Hacén besando a Isabel de Solís o a la esclava ofreciendo el puñal a la joven cautiva para que acabe con su propia vida. Pero los trajes, repito, no me han acabado de agradar un pelo... Muy estereotipados, muy... caricaturescos...

Otro detalle: cuando Isabel estaba en los Reales Alcázares de Sevilla me ha parecido ver al fondo la “gálibah” nazarí (Wa lā gāliba illā-llāh) inscrita en una de las paredes... Si es así, craso error... Sevilla, que yo sepa, nunca fue propiedad de los sultanes nazaríes...

Y como errores... o los aciertos me los han ocultado, o es que realmente he visto pocos. La pasión, digo yo, que me ciega... De todos modos, un par de reflexiones:

La primera: no entiendo cómo puede haber gente que dice que “no soporta” la serie o que “no le transmite nada”... Lo respeto, por supuesto. Pero no lo entiendo. O sea... O no la han visto, o son de piedra. Otra cosa no se explica...

La segunda: ¡QUÉ MAJIIICA, DOÑA ISABEL, QUÉ CARICA DE SOPRENDIDA AL VER EL MAR POR PRIMERA VEZ! ¡Me ha recordado a mi sobrina Sofía! XDDDDDD

He dicho.