¿Qué os pareció el capítulo de anoche? ¡Qué cantidad de personajes nuevos! Y la Alhambra...
LUCES Y SOMBRAS
(Capítulo 18 - Segunda Temporada)
A punto habéis estado hoy, queridos lectores, de quedaros sin Luces y Sombras. Y no por falta de ganas de escribillas sino porque mañana tengo examen con los de 2º de ESO y a las nueve de la noche aún no lo había “perpetrado”, por lo cual me temía que o me perdía “Isabel” (opción imposible de todo punto) o dedicaba el tiempo del comentario en preparar el examen. Afortunadamente ha venido Octavio Augusto en mi ayuda (el examen va de Roma) y he podido dejarlo acabado antes de que empezase el capítulo (que entonces ha sido cuando lo de las setas de la información del tiempo, que me ha dejado WTF del todo por lo surrealista del asunto).
Bien y bien y bien y bien... Pues... ¿qué os voy a contar ya a estas alturas? Hoy nuestra Señora se nos ha bajado a las Andalucías a poner orden, pero antes aún ha tenido tiempo de dejarnos boquiabiertos varias veces: con ese dulce encuentro con su viejo amigo el soldado don Gonzalo Fernández de Córdoba, primero, y con esa entrevista con Diego Pacheco en la preciosidad del claustro del monasterio de Guadalupe, un cenobio bellísimo al que Isabel llamó “mi paraíso” ya cuando la intentaron casar allí con Alfonso de Portugal, un monasterio que la reina tenía muy dentro de su corazón, donde reposaba su hermano el rey Enrique y al que visitó varias veces en su vida para rezar a la Virgen de Guadalupe por sus dichas y desdichas... Lo que pasa es que... no era el monasterio de Guadalupe sino el claustro de San Juan de los Reyes (Toledo).
Me explico: el día que se grabó la escena de la muerte de Pedro de Arbués, el equipo estaba rodando en el claustro del monasterio toledano. De hecho, yo andaba por allí en aquellos momentos. Allí mismo, a la salida, en la puerta, me encontré por vez primera con esa dulzura de mujer que es Michelle Jenner. Fumando y con el vaso de cerv... digoooo, de té. Para la voz. Sí. Y luego hablé también con Javier Rey (Diego López Pacheco) y con Andrés Herrera (Pedro González de Mendoza), que por allá se hallaban. Vamos ¡que ya decía yo que ese claustro me sonaba de algo! XDDDDDD Como véis... ya se va anunciando mi aparición estelar. Tranquilos, aún quedan capítulos
Y vayamos ya con el tema que nos ocupa...
LUCES
En esta ocasión he de empezar con un elogio encendidísimo hacia la banda sonora. SIEMPRE ha sido espléndida, pero en esta ocasión he apreciado muy especialmente esos coros de fondo que me han puesto la piel de gallina en momentos muy concretos... Sublimes. El encuentro de Isabel y Fernando en Sevilla, por ejemplo. O el reencuentro con el Gran Capitán.
Eso me lleva a la segunda de las muchas “luces”: el reencuentro con don Gonzalo. Con cariño, con aprecio, con amistad pero ya sin arrobos, sin “calentones” ni arrumacos tímidos. Los personajes han madurado, ya son adultos, ya conocen perfectamente su sitio. Los dos. Isabel es ya reina, y Gonzalo lo reconoce literalmente (“Vos no habéis cambiado, salvo vuestra corona”). Ya no hay lugar para insinuaciones adolescentes. Muy bien reflejado. Y muy bien subrayado con la música...
Un detalle sobre la petición de Isabel a Diego Pacheco: efectivamente, tras la victoria de Toro la reina Isabel ordenó el “desmoche” de todas las torres fuertes de Extremadura para evitar que fuesen utilizadas por los partidarios de “La Muchacha”. Cáceres es una ciudad con un casco antiguo maravilloso, pero sin apenas grandes edificaciones en altura: fueron todas cortadas entre 1476 y 1480 por orden de los Reyes Católicos. Una de ellas es llamada por los cacereños “la Torre de la Higuera Loca” por el árbol que ha crecido dentro de ella y cuyas ramas sobresalen por las ventanas... O al menos, eso me contaron
Me ha encantado ese tira y afloja, ese toma y daca, ese tiki-taka entre el duque de Medina Sidonia y el Marqués de Cádiz... Tan zalameros, tan untosos, tan... cabrones. El duque, por cierto, me ha dado lástima de puro tonto. Primero le regala a Isabel un esclavo negro y luego pretende hacer lo mismo con Fernando. Y aún intenta convencerlo comparando las artes amatorias de “una salvaje” (según dice Medina Sidonia. mostrando ese sentimiento de superioridad racial habitual en la época) con la propia reina de Castillla. Cuando el rey don Fernando le ha dicho que sus arsenales estaban siendo saqueados y el gilipollas ha pensado en primer lugar en el marqués de Cádiz, me he partido de risa: ¡pobre idiota, intentando sobornar al rey con vino, “corridas”... y toros! ¡Cómo se ve que no ha seguido la serie! Y es que al parecer, lo del Betis y el Sevilla no es nada nuevo ¿verdad? ¡Pobres tontos del culo, qué caras se le han quedao a los dos al final! ¡Y encima millón y medio de maravedíes! ¡Tomad, chicos, p’a que volváis a por más! XDDDDDDD
Beatriz de Bobadilla y Ossorio está buena, no. Lo siguiente. Que quede constancia, por favor. En cambio, a Susana la he visto un poco pavisosa. Tampoco está mal del todo, pero Beatriz se la come con patatas...
¡De nuevo he visto realismo en la serie, sin concesiones a lo políticamente
moderno y correcto! Antisemitismo en los clérigos dominicos (“¿Cómo podemos permitir que los conversos practiquen su herejía sin que nadie les castigue?”), en Catalina (“Los judíos mataron al hijo de Dios... ¿por qué iban a tener más miramientos con el hijo de una reina?”), incluso -ojo, que se os habrá pasado la frase y tiene telita- racismo (o así lo entenderíamos hoy) en la propia Isabel: “¿Qué hacer con un hombre al que su propia naturaleza ha hecho esclavo?”, dice, refiriéndose al “obsequio” del duque de Medina Sidonia. Al final lo deja libre, pero me ha parecido estupendo que la serie deje claro que es por una cuestión de sentimientos personales, no por un principio de justicia admitida socialmente y codificada en leyes o decretos, al menos hasta el reinado de Isabel... Repito no sé por cuántas veces ya: estamos en el siglo XV, no en el XXI.
Eso me lleva a otra luz: el problema judío, que se complica cada vez más. Al final, Isabel ordena la reclusión de los judíos sevillanos en las juderías “por su propio bien”, aunque hay que señalar que los judíos YA vivían habitualmente en juderías, constituyéndose como una comunidad fuertemente cerrada y endogámica. Durante toda la Edad Media fueron mal vistos y la “idílica convivencia y confraternidad” entre judíos, musulmanes y cristianos no era sino una “tolerancia” más o menos fastidiosa, siempre pendiente de un hilo, siempre a merced de que las prédicas de un rabí, un ulema o un sacerdote exaltados desencadenasen desde la sinagoga, el mimbar o el púlpito nuevos motivos de reyerta. El capítulo de hoy nos lo ha mostrado abiertamente, sin tapujos y en toda su crudeza...
Por cierto: me ha encantado que Fernando le haya explicado al tontolhaba de Medina Sidonia el mote “TANTO MONTA” de una forma tan clara. Ha sido fantástico. A ver si desterramos de una puñetera vez la mamarrachada del “...monta tanto, Isabel como Fernandooo!”, que me da dolor de tripas cada vez que lo leo aún por ahí
SOMBRAS
Y me dirán ustedes... “¿No dice vuecelencia nada de la trama granaína, con doña Isabel de Solís a puntito de convertirse en Zoraida?”. Poj claaaaro. Pero es que, señores míos, ahí es donde he visto las poquitas “sombras” de este capítulo...
¿CÓMORL? ¿SOMBRAS EN LA ALHAMBRA? (Maijo y Lorena, al unísono). Noooo, mis apreciadas damas, nunca. En la Alhambra sólo se puede sentir lástima por el ciego que no pueda verla y admiración muda ante lo que nos ofrece.
Pero lo que no me ha gustado un pelo ha sido el trajerío. Lo he visto demasiado estereotipado, demasiado “cabalgata de los Reyes Magos de Oriente”. Roberto Enríquez, bordao en su papel de Mulay Hassan (o Muley Hacén), Isabel de Solís, fabulosa en su papel de aterrada cautiva (por cierto... ¿sabíais que la Torre de la Cautiva de la Alhambra se llama así por ella, verdad?), la trama muy bien llevada, con esa Aixa llorando como una becerra sacrificada al ver a Muley Hacén besando a Isabel de Solís o a la esclava ofreciendo el puñal a la joven cautiva para que acabe con su propia vida. Pero los trajes, repito, no me han acabado de agradar un pelo... Muy estereotipados, muy... caricaturescos...
Otro detalle: cuando Isabel estaba en los Reales Alcázares de Sevilla me ha parecido ver al fondo la “gálibah” nazarí (Wa lā gāliba illā-llāh) inscrita en una de las paredes... Si es así, craso error... Sevilla, que yo sepa, nunca fue propiedad de los sultanes nazaríes...
Y como errores... o los aciertos me los han ocultado, o es que realmente he visto pocos. La pasión, digo yo, que me ciega... De todos
modos, un par de reflexiones:
La primera: no entiendo cómo puede haber gente que dice que “no soporta” la serie o que “no le transmite nada”... Lo respeto, por supuesto. Pero no lo entiendo. O sea... O no la han visto, o son de piedra. Otra cosa no se explica...
La segunda: ¡QUÉ MAJIIICA, DOÑA ISABEL, QUÉ CARICA DE SOPRENDIDA AL VER EL MAR POR PRIMERA VEZ! ¡Me ha recordado a mi sobrina Sofía! XDDDDDD
He dicho.