Foro DINASTÍAS | La Realeza a Través de los Siglos.

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 06 Jun 2015 18:35 
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Godoy escribió:
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Es curioso ver cómo en las dos grandes batallas de la centuria (Las Navas y Muret) es el que parte con desventaja el que resulta vencedor. Será que precisamente esa desventaja es la que hace agudizar el ingenio para superarla...

Dicho esto, sigue...

Ah, que se me olvidaba, vale que las fuentes 'francesas' intenten engrandecer el papel de los cruzados y menospreciar el de los aragoneses. Pero, ¿qué dicen las fuentes aragonesas del asunto? ¿También son contradicctorias entre sí? Supongo que, como parte interesada también, intentarían limar la imagen dada.


En realidad, es la soberbia de los que estaban enfrente la que hizo que ganasen los más "débiles".

Las fuentes aragonesas pasan de puntillas sobre el asunto y se centran en echarle la culpa a Pedro, a quien Dios castigó por chulo. Esa es más o menos la lección que tratan de extraer, ten en cuenta que las fuentes aragonesas son las de su hijo Jaime que tenía interés en dejar a su padre con fama de pecador y disoluto, frente a él, muy cristiano y piadoso rey guerrero a quien Dios favorecía con victorias.

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Alberto Durero.


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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 06 Jun 2015 19:18 
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Los cruzados avanzaron en posición de batalla con sus tres haces después de atravesar el río Louge. Salir de Muret mientras las tropas de Pedro se dedicaban a su refrigerio, permitió a Montfort marcar el tempo de la batalla. Se dirigieron al campamento occitano, sin embargo su intención no era atacarlo sino sacar a los caballeros del rey de él, a campo abierto, donde la caballería francesa tenía ventaja. Puesto que pillaron al grueso de las tropas de Pedro comiendo relajadamente, hubo un momento de sorpresa y precipitación que quizá fue lo que motivó que en los cronistas se asentase la idea de que el orden de batalla hispano era un caos.

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En cualquier caso, el ejército de Pedro dispuso de tiempo de sobra para formar en varios haces de batalla sobre el campo antes de que llegase Simón. Pero lo hicieron movidos por el nerviosismo y la precipitación, mal coordinados, es decir, que Montfort empieza con ventaja. Las tácticas de combate de caballería requieren un alto grado de disciplina y autocontrol, pero no es fácil de lograr en un ejército compuesto por guerreros individualistas, cuando muchos apenas acaban de conocerse, gente que busca el propio honor, fama y botín. La ética caballeresca exaltaba las hazañas individuales y mantener la disciplina es el gran reto de cualquier caudillo medieval. Así pues, cuando hablamos de tácticas de combate del siglo XIII, tan sólo estamos reflejando una teoría de cómo debían ser, no de cómo realmente eran los campos de batalla, un lugar donde los planes de un rey y su consejo se iban al traste cuando un caballero que aspiraba a la gloria se lanzaba a la carga y el resto lo seguía por inercia.

El caso es que eran perfectamente conscientes de que la desorganización de una hueste conducía al desastre y que la disciplina y el autocontrol jugaban un papel crucial en la victoria. Pero es que no podían evitarlo, su mentalidad de caballeros, esa pulsión que los empujaba a destacarse del resto en sus acciones, ese complejo de superioridad en el que eran educados, entrenados desde niños en un arte militar exclusivo al alcance de unos pocos privilegiados por sangre, se creían invulnerables… y pagaron su impaciencia y su insubordinación con docenas de derrotas a lo largo de toda la Edad Media.

En primera fila estaban los catalanes y aragoneses viendo a sus enemigos acercándose en formación. Se sentían seguros: eran más, mejor equipados, su rey era un héroe de la cristiandad y ellos habían vencido con él en las Navas. Los occitanos que los acompañaban veían llegado el día de la venganza tras el horror de muertes que la Cruzada había sembrado. Simón los había tomado por sorpresa, pero ellos se lo tenían muy creído, y es por eso que se lanzaron a la lucha deprisa y corriendo, cada uno pensando en lo suyo, incapaces de formar un orden de combate bien sólido con el que resistir la carga francesa.

A una señal de Guillermo de Barras, la caballería francesa carga al galope, manteniendo unida su formación de forma extraordinaria. Su objetivo es quebrar las líneas enemigas, hasta desintegrar la formación y forzar la huida, y para ello hay que cargar las veces que haga falta, pero siempre juntos. Tan pegados que, si uno lanzaba una manzana entre dos guerreros, ésta no debía caer al suelo. Los caballeros maniobraban unidos, al mismo tiempo los conroi debían avanzar juntos para no romper la formación del haz y los haces avanzaban a la vez para garantizar la máxima solidez y potencia en el momento del choque. La carga masiva de caballería exige que unos jinetes excepcionales se coordinen durante muchas horas de entrenamiento. Y así, no tienen rival.

Eso es lo que el comandante de la vanguardia de Pedro, Raimon Rotger de Foix, y sus 400 caballeros vieron venir de frente. Oleada tras oleada, primero Guillermo de Barres y luego Bouchard de Marly, turnándose y sincronizando sus cargas, trataban de infligir el mayor daño posible a un ejército que sabían que era superior en número. Frente a la habilidad de la caballería francesa, los caballeros catalanes y occitanos demostraron no estar a la altura de las circunstancias: no mantuvieron la cohesión de la formación, sus haces estaban estáticos por la sorpresa y no pudieron resistir el impacto. Fueron barridos del campo como polvo, muertos y malheridos, y los supervivientes empujados hacia las líneas retrasadas de su ejército.

Desbaratada la vanguardia, sin respiro, los cruzados fueron a por el segundo cuerpo, unos 600 o 700 caballeros, comandado por el rey Pedro en persona. ¿Qué hacía el monarca aragonés en medio del cotarro, en vez de estar en la zaga como hacían todos los prudentes? Según las crónicas fue la soberbia la que movió al rey a violar la costumbre de los caudillos y exponerse a la muerte. Sin embargo, parece que durante el consejo de guerra Pedro preguntó a quién dar el mando del centro del ejército, posición tácticamente vital, ya que por lógica tal cargo debía corresponder al conde de Tolosa, cuya escasa talla guerrera inspiraba poca confianza. Por eso le dejó en la zaga, posición menos comprometida, junto al conde de Comminges. El problema es que colocar a cualquier otro noble de menor rango en el centro sería un insulto a los tolosanos, habiendo puesto al leal conde de Foix en vanguardia y al de Tolosa detrás, o colocaba a Comminges en el puesto de Raimundo y ofendía a la mitad de sus occitanos, o se colocaba él en el centro y todos contentos. Su posición no fue debida al orgullo, sino a la pura necesidad.

Este segundo cuerpo de aragoneses, más los catalanes y occitanos supervivientes de la vanguardia, fue atacado por los dos primeros cuerpos cruzados, que cargaron contra ellos tomando como referencia el estandarte del rey. El impacto fue brutal y la batalla se transformó en una mezcolanza de caballeros de uno y otro lado, luchando cuerpo a cuerpo con lanzas, espadas y mazas, cargando unos contra otros pero las líneas francesas siempre sólidas, las líneas hispano-occitanas siempre descoordinadas.

Pedro y Simón nunca se enfrentaron personalmente, es más, ni se vieron. Todo sucedió de forma rápida y simple, en medio del lío y entre carga y carga, el rey Pedro murió.

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 02:24 
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La muerte en combate siempre es una opción para un rey medieval, después de todo están presentes en el campo. Lo normal es que desde la retaguardia, viendo que todo está perdido, huyan antes de caer en manos de sus enemigos, sin embargo el reducido tamaño de los ejércitos y sobre todo la falta de información en tiempo real y de comunicación efectiva con sus tropas, hacía que los caudillos se implicasen personalmente en la lucha. Además, los reyes eran valorados en función de sus virtudes militares, su autoridad dependía de su capacidad como guerreros y aquellos que estaban bajo su mando esperaban verles compartir el riesgo. Eso también tenía su lado negativo: la muerte, derribo, captura o huida del líder, provocaba la desintegración del ejército. Por eso, con el tiempo los jefes militares fueron exponiéndose menos a la lucha.

No tenemos un relato exacto de cómo murió Pedro aunque algunas fuentes afirman que tomó medidas para evitar los riesgos de ese “caudillaje heroico”: se puso las armas de otro combatiente para no ser identificado por sus enemigos. De todas formas, el muy idiota seguía rodeado por sus hombres y al lado de la enseña real, no hacía falta ser muy listo para imaginar por dónde andaba colocado. Y al cambiar las armas con otro, efectivamente nadie le reconoció y quedó privado de los beneficios que le otorgaba su posición jerárquica: nadie se molestó en hacer prisionero para pedir rescate a aquel que parecía un caballero como cualquier otro.

En plena batalla un jinete francés bajó la cabeza, espoleó a su caballo y cargó, bien sujeta la lanza bajo la axila, impactando contra el costado de un caballero cualquiera que resultó ser… su Alteza el rey de Aragón. Pedro el Católico murió anónimamente, sepultado por el fragor de la lucha.

Eso es todo lo que sabemos seguro. Las historias que surgieron después novelaron la caída del rey a partir de rumores para hacerle morir con honor, identificándose con orgullo a voz en grito, llamando la atención de sus enemigos y combatiendo como buen caballero. La identidad del guerrero que acabó con él también forma parte de esa rumorología, siendo el nombre más mencionado el de Alain de Roucy, uno de los fieles de Simón.

Evidentemente si cae un rey con él cae su mesnada, aquellos caballeros más unidos a él por vínculos de parentesco o vasallaje. El grupo de íntimos del señor gozaban de especial dignidad y consideración; recibían armas y soldada, entrenamiento especial y experiencia en combate. Destacar dentro de este grupo era símbolo de gloria personal, pero siempre con prudencia, había que igualar al caudillo en valía pero no superarle para que no se sintiese ofendido. Su entrenamiento y su conciencia de grupo hacían de ellos la unidad militar más cohesionada de la época. Todos los mesnaderos de Pedro procedían de Aragón y su misión era proteger al rey, al no conseguirlo, la mayoría murieron a su lado. Sobrevivir al líder que has jurado proteger es el mayor de los deshonores.

En cambio, los condes de Foix y de Tolosa y los restos de los catalanes de la vanguardia, no se comportaron tan honorablemente. Los catalanes fueron acusados de cobardía y de huir todo lo rápido que pudieron, salvaron la vida pero perdieron honra y patrimonio, ya que el vasallo que abandona a su señor en la guerra pierde sus posesiones. La batalla de Muret fue durante buena parte del siglo XIII un motivo de vergüenza en la memoria colectiva de la nobleza catalana.

El choque ya estaba decidido, sin embargo Montfort no sabía lo que había pasado en medio del lío de caballeros delante de él. Él sólo veía a su vanguardia desaparecer dando mandobles en medio de un enemigo superior en número, así que maniobró con su reserva para apoyarles como estaba previsto.

Se lanzó por la izquierda, en un ataque lateral sobre el debilitado núcleo central hispano-occitano, viéndose inmediatamente sumergido en un combate cuerpo a cuerpo. Simón estuvo muy cerca de correr la misma suerte que Pedro, perdió pie en el estribo, estuvo a punto de caer del caballo y recibió un fuerte golpe en la cabeza. Se recuperó de su aturdimiento lo suficiente como para darle un puñetazo al caballero con el que luchaba, con la buena suerte de que su enemigo era el comandante de ese haz de tropas occitanas, quienes abandonaron en bloque la lucha al verle caer.

Muerto el rey y desbaratado el centro, la batalla podía darse por terminada. Los dos primeros cuerpos de Montfort persiguieron a los enemigos en desbandada, mientras que él se mantuvo con su retaguardia, por si a los occitanos les daba por reagruparse y volver a cargar. Su excelente táctica bélica fue lo que le dio la victoria.

Su prudencia también demuestra otra cosa: Simón desconfiaba de lo que había sido en apariencia un triunfo sencillo y temía alguna celada del enemigo. Su propia victoria le dejó sorprendido en primera instancia.

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 13:41 
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La entrada en acción y muerte de Pedro son el centro de todo. Muerto el rey, finaliza la batalla y comienza la desbandada… y la matanza. Los franceses se lanzaron contra su enemigo tratando de hacer el máximo daño posible, ya que se sabían inferiores en número, y la típica toma de prisioneros estaba fuera de consideración. Además, ya sabéis que los cruzados creían luchar en una guerra santa contra herejes, el Mal debía ser destruido con saña y crueldad. La mayor parte de los occitanos acabaron flotando en los ríos que rodeaban el campo.

Y mientras tanto, tras las murallas de Muret… los prelados rezaban a Dios y a todo el santoral, encerrados en las iglesias y muertos de la incertidumbre, ya que ellos no tenían forma de saber qué estaba ocurriendo en tiempo real. Y también muertos de miedo porque, una vez comenzada la batalla, un cierto número de milicias ciudadanas de Tolosa rodeó el capo de batalla y se lanzó hacia la villa con intención de entrar. Así que imaginad la cara de los obispos, sin información sobre la suerte que Montfort había corrido y siendo atacados por unos ciudadanos que los odiaban después de haber sido los ideólogos de las masacres que habían asolado toda Provenza en nombre de Dios. Dicen las fuentes que las plegarias se convirtieron de pronto en aullidos de pánico.

Su superior, el obispo Folquet de Tolosa, no podía ignorar lo que les harían si caían en manos de los villanos y burgueses de su diócesis. En este caso, la inmunidad de su condición como hombres de Iglesia no valía ni un comino puesto que la población los acusaba de todas sus desgracias. Incluso intentaron, una vez más, llegar a una solución negociada con los asaltantes.

Pero ocurrió el milagro, la caballería francesa, harta de masacrar occitanos al otro lado del río, se reagrupó y se lanzó en formación contra los de Tolosa… que debieron quedarse muy sorprendidos de verlos aparecer, ya que a quien esperaban era al rey de Aragón. Cundió el pánico y sólo hubo dos soluciones: correr… y morir. No hay victoria en batalla sin muerte y los franceses no se sintieron culpables de la carnicería ya que ésta no era cosa suya, simplemente era los “ángeles vengadores del Señor”. Tras la fuga masiva, los peones franceses salieron de la villa a rematar los heridos y saquear el campo.

Se ha terminado la batalla y Simón, exhausto, pide que le lleven al lugar donde el rey ha caído. Para entonces el cadáver estaba desnudo, despojado de todo lo valioso, y algunos dicen que Montfort se lamentó al verle así, como por otra parte mandaba la cortesía entre caballeros enemigos. Sin embargo, otros testimonios afirman que se limitó a escupirle encima, actitud muy indigna para con el vencido.

Fueron los freires hospitalarios los que reclamaron el cuerpo del monarca y sus mesnaderos esa misma tarde para llevarlos al Gran Priorato del Hospital de San Juan de Jerusalén en Tolosa. Allí permanecieron con honra 3 años y 5 meses, hasta 1217. El edificio llamado hotel de San Juan fue totalmente remodelado en el siglo XVII, sin embargo, en 1997 aparecieron cuatro nichos funerarios del siglo XIII enmarcados en arcos semicirculares en los restos del muro norte de la iglesia.

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Causó mucho revuelo pensar que uno de ellos pudo ser el lugar de reposo de Pedro, por desgracia lo más probable es que el rey fuese inhumado en el templo de san Remigio y san Juan, que era la iglesia principal del priorato, desaparecida en 1839.

El 11 de febrero de 1217, el papa Honorio III dio permiso al rey Jaime I de Aragón para trasladar los restos. Acompañados por un gran cortejo fúnebre fueron llevados al monasterio de Sigena, otro de los establecimientos hospitalarios, que había sido fundado por su madre la reina Sancha en 1188. Pedro siempre había sido muy devoto de la Orden del Hospital y había fijado este lugar como el de su eterno descanso. Su hijo cumplió su voluntad. La capilla de San Pedro de este cenobio se convirtió así en capilla real donde reposaban los restos de Pedro, su madre Sancha y sus hermanas Leonor, condesa de Tolosa, y Dulce, monja en este mismo lugar.

Capilla Rel de Sigena

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El resto de sus compañeros descansaron en sepulcros fijados a los muros exteriores de la iglesia. Por desgracia, todo fue profanado y destruido por los franceses de Napoleón.

El sepulcro de Pedro fue abierto tropecientas veces :eyes: En 1565 por orden de Hernando de Aragón, obispo de Zaragoza, quien dijo que el rey seguía entero, con la boca abierta y una herida terrible en el costado. En 1626 lo vio en conde de Monterrey y en 1642 Felipe IV que se largó con la espada que reposaba sobre el cadáver, hoy desaparecida :roll: También en 1745, en 1840 y otra vez en 1883 en presencia del obispo de Lérida que nos dio una detallada descripción. Parece ser que la caja estaba cubierta de cuero dorado y terciopelo en tiras longitudinales formando las barras del escudo de Aragón, todo fijado al ataúd por clavos dorados que formaban seis cruces sobre la cabeza. El cuerpo del rey era poco más que polvo, el cráneo miraba a la derecha y tenía los brazos cruzados sobre el pecho, pero la mayor parte de los huesos estaban ya sueltos y apenas visibles. Sí confirma que el rey medía más de dos metros de altura.

El monasterio fue incendiado en los primeros días de la Guerra Civil y el Regimiento Engels del Ejército Republicano esparció los despojos y los quemó en 1937. La reina Sancha seguía muy bien conservada al parecer, pero después de tanto meneo de Pedro apenas quedaban unos huesos. Las cenizas restantes fueron arrojadas a la fosa común del monasterio.

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 14:22 
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:bravo: :bravo: :bravo: :bravo: :bravo: :bravo: :bravo: :bravo: :bravo:

¡Qué historia! ¡Brava, Iselen! No conocía prácticamente nada de todo lo relativo a Muret... Y lo que me estaba perdiendo...

Al pobre de Pedro no lo dejaron ni muerto. :shock: :shock: Qué manía o qué morbo ese de abrir los sepulcros por simple cotilleo, o no digamos ya el afán de destrozar... :thumbdown: :thumbdown: :thumbdown: Entiendo que hoy no queda nada del real sepulcro de la familia de Pedro.

Una cosa que se me escapa, si quedaba bastante verificado que el paradero de los resto del rey aragonés fue Sigena, ¿cómo es que saltó el revuelo por encontrar a Pedro en los nichos aparecidos en el hotel de San Juan de Tolosa?

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 14:48 
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No por encontrar exactamente a Pedro sino por encontrar el lugar donde pudo estar. También se especuló con que uno de ellos fuese la tumba del conde Raimon VI.

De esos sepulcros del Hospital de San Juan de Tolosa el que mejor se conserva es el tercero, la escultura yacente de una dama ricamente vestida. Dentro había restos óseos de 4 personas: tres de los siglos XIII y XIV, incluida la mujer, y otro del siglo XVII.

La llaman la "Dame de Laurac" o "la belle Gisante"... aunque probablemente sea Blanca de Tolosa, la hija de un magistrado del conde Raimon VII.

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Su identificación con la Dame de Laurac, Guiraude, es pura imaginación. Era hija de Blanca de Paracol y de Sicard II de Laurac, de la casa de Roquefort, criada en el más ferviente catarismo y luego casada con Guillermo Peyre, fue una de las más que más resistió contra los cruzados en su castillo de Lavaur. Tras la toma de la fortaleza, los franceses arrojaron a la señora a un pozo y tapiaron la boca con piedras, 400 de sus vasallos fueron degollados y 80 de sus caballeros ahorcados, incluido su hermano y su marido.

La Dama de Laurac, famosa por su piedad y su alma caritativa es hoy símbolo de la paz y la concordia y sobre el lugar donde supuestamente estaba el pozo hay hoy una estatua de una paloma. Es una figura muy querida en Provenza.

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 16:52 
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Después de la victoria, claro, llega la fiesta. E incluso para eso, los caballeros de sangre noble deben cumplir una serie de rituales, no todo era ponerse a beber sin conocimiento. Evidentemente, primero la religión… y una vez más Simón demostró su inteligencia y sus dotes de publicista. No entonó el Te Deum correspondiente, sino que se descalzó al lado del cadáver de Pedro y de esa guisa caminó hasta la iglesia de San Jaime de Muret, como si fuese un penitente, un acto de devoción emocionante para todos los que lo veían. La verdad es que los franceses aún estaban que no se lo creían y era inevitable para ellos pensar que la victoria había sido de Dios y no suya. Simón además donó a los pobres sus posesiones más preciadas: su caballo y sus armas.

Mientras tanto sus hombres tomaron posesión oficialmente del campamento enemigo, una antigua costumbre de gran carga simbólica. Debido a la rápida fuga de los occitanos, el botín fue cuantioso y su reparto en lotes correspondía a Simón como líder vencedor. El pendón de la lanza de Pedro el Católico y su estandarte como rey de Aragón fueron enviados al papa Inocencio III y durante un tiempo ondearon en la ciudadela de Roma.

No hubo mucha más celebración. La batalla no cambió la situación de la Cruzada, Simón seguía capitaneando un grupo escaso de franceses en territorio hostil contra un enemigo que se había quedado a cuadros tras la muerte del monarca, pero no vencido ni mucho menos. Por otra parte, Montfort no es un rey, es un conde al servicio de la Iglesia, la ceremonia triunfal correspondía a los clérigos, no al sirviente.

Muchas fuentes eclesiásticas recogen la noticia de la victoria del Ejército de Dios frente a los herejes. La más verosímil da una cifra de 80 cruzados muertos, por el contrario los datos de las bajas hispano-occitanas no son nada precisos excepto para decir que fueron muy elevadas. Por cómo se desarrolló la batalla, probablemente los que más sufrieron fueron aragoneses de segundo cuerpo y las milicias tolosanas que atacaron la muralla de Muret, más seguramente los segundos, ya que el armamento defensivo de los jinetes los protegía mejor. Las pérdidas también fueron cuantiosas entre los peones occitanos, cuando la caballería huyó, quedaron a merced de los cruzados.

Así pues, y según la mentalidad de los victoriosos franceses, se acusó a Pedro el Católico de violar la lealtad que debía a su señor el papa, de conspirar contra los intereses de Dios y de la Iglesia, de atacar a los verdaderos caballeros de Cristo que la Iglesia respaldaba, de romper la paz, de despreciar a los eclesiásticos que la buscaron con negociaciones, de orgullo y arrogancia, de despreciar el poder de Dios y, por último, de hereje. Su hijo Jaime I pasaba de puntillas por el tema de la herejía, por el bien de la dinastía reinante, pero cargaba las tintas acusándolo de avaricia de tierras, fornicación y lujuria con las esposas de sus nobles y de desmesura e insultante temeridad en quien debía ser un humilde siervo del Señor.

Y así, el campeón de la cristiandad, cruzado victorioso, querido vasallo del papa, famoso caballero, el Católico por la gracia de las Navas de Tolosa… quedó marcado por su derrota y muerte en Muret.

En España, la noticia corrió como la pólvora, causando gran conmoción. Todos los cronistas del siglo XIII se hicieron eco de ella y lamentaron que no hubiese muerto dignamente en aquella noble jornada junto a Alfonso VIII, en vez de humillado en el sur de Francia. Aquí además estábamos faltos de líderes prestigiosos y se lloró mucho la pérdida de un monarca cristiano que hubiese podido hacer mucho por la Reconquista.

Su hermana Constanza de Aragón, emperatriz y reina de Sicilia dijo en una carta que su hermano, que había llegado a ser tanto, que durante toda su vida había sido un guerrero de la fe y un hijo especial de la Iglesia ahora, por exigencia de sus pecados, había encontrado una muerte desgraciada. Y lo lamentaba enormemente como lo lamentaba toda la península, porque, en nuestros reinos, Pedro tenía muy buena imagen y era muy apreciado. Muchos aragoneses trataron de enaltecer su memoria afirmando que el monarca había preferido la muerte antes que abandonar a sus hombres.

Por supuesto, nada es comparable a la desolación de los propios occitanos, de quienes Pedro era última esperanza.

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 18:27 
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Gracias Iselen!.

Un relato impecable. Ameno y plagado de detalles.


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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 18:36 
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>:D< Gracias. No os vayáis, aún nos falta el final de la historia :cool:

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 19:08 
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Yo voy ya por la pág. 9 así es que ,como comprenderás, no me voy a ir ni a rastras. :lol:

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 07 Jun 2015 22:46 
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Simón tenía buenas razones para dejar de lado la celebración y preocuparse por lo que haría el supuestamente derrotado ejército de Pedro. Desde finales de 1213 hubo mucha actividad militar de aragoneses al otro lado de los Pirineos (no catalanes, recordad que estaban en sus casas, muertos de la vergüenza por salir huyendo) Estaba claro que combatían en represalia por lo que le había sucedido a su rey. En febrero de 1214 capturaron a Balduino, el hermanastro del conde de Tolosa que se había unido a los franceses y combatido en Muret y, en venganza por la muerte de Pedro, fue colgado personalmente por el conde de Foix.

Entre febrero y marzo de 1214 la presencia de hispanos en Provenza era muy importante. Y no eran unos cualesquiera, el conde Sancho, tío del difunto rey, estaba a la cabeza de los acuartelados en Narbona, junto al conde de Ampurias, varios obispos y los maestres del Temple y el Hospital de España. Aún con sus deseos de venganza no era mucho lo que podían hacer, y es que Simón los tenía bien agarrados, ya que era el guardián y custodio del pequeño Jaime, por la gracia de Dios rey de Aragón… si es que Montfort se dignaba liberarle. Recordaréis que su padre le había enviado a criarse con su futura esposa, la hija del francés.

La situación era delicada, con Simón amenazando los territorios ultrapirenáicos, los musulmanes presionando y las noblezas catalana y aragonesa aprovechando la debilidad de la monarquía. El papa Inocencio III asumió el poder temporalmente y exigió a Simón la devolución del pequeño que fue entregado al legado papal Pietro de Benevento esa misma primavera. Ejerció la regencia su tío abuelo Sancho con buena mano pese a las dificultades a las que se enfrentó.

Sepulcro de Jaime I

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Mientras los occitanos se sentían perdidos sin su principal valedor político y militar. La desmoralización, la confusión y la falta de liderazgo condujeron a una situación de colapso. Raimon VI de Tolosa abandonó Tolosa a su suerte y marchó a Inglaterra, los condes de Foix y de Comminges corrieron a refugiarse en sus tierras.

Vencidos y desamparados los tolosanos iniciaron negociaciones con los prelados. Por suerte para ellos Arnau Almaric ya no era el legado papal, al menos en eso el pontífice sí cumplió la promesa hecha a Pedro. Pietro de Benevento era un tipo diplomático, conciliador, al que la muerte del rey de Aragón le había parecido un horror innecesario. Evidentemente se encontró de frente con la oposición de Montfort y sus colegas obispos, que veían como su plan de desposeer a la nobleza occitana se iba al traste cuando ésta prometió someterse a Roma y combatir la herejía en sus feudos.

El IV Concilio de Letrán, convocado en Roma en noviembre de 1215, reconoció al conde de Tolosa como culpable de herejía; fue desposeído, condenado al exilio y sus propiedades pasaron a Simón, que era lo que éste había pretendido desde el principio. Una muy pequeña parte quedó reservada, bajo protección de la Iglesia, como herencia para su hijo Raimondet.

Mientras Montfort había sometido aquí y allá a varios pequeños nobles rebeldes, pero para él su victoria en Muret no supuso gran diferencia en lo militar. Sí que acudieron algunas tropas más de refresco cuando la noticia llegó a Borgoña y gracias a ellas arañó varias tierras y derechos antes de que llegase el moderado legado papal. También fue legitimado como poseedor de las tierras que había conquistado por medios poco claros los meses anteriores, ya que ahora era el paradigma de caballero cristiano y campeón del pontífice. Simón ya no es un usurpador de las posesiones del rey de Aragón, ahora es duque de Narbona, conde de Tolosa, vizconde de Béziers y Carcasona. En abril de 1216, en Normandía, prestó homenaje al rey de Francia como vasallo.

Felipe Augusto estaba satisfecho con Simón, y aún más con sus propios triunfos militares en el norte. En la batalla de Bouvines el rey de Francia vence indiscutiblemente a la alianza de ingleses y alemanes, fortaleciendo a la monarquía capeta que se convirtió, por fin de verdad, en la primera potencia del reino. A partir de mayo de 1215, Felipe se vio libre para intervenir directamente en el sur junto a los cruzados, enviando su hijo Luis a desmantelar las murallas de Narbona y las de Foix, entrando finalmente triunfante en Tolosa donde también demolió torres y murallas antes de volver a París.

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 Asunto: Re: Muret 1213
NotaPublicado: 08 Jun 2015 12:20 
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¿Los nobles occitanos huyeron durante la batalla cuando vieron las cosas feas?

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