La historia de María es verdaderamente triste y siempre estuvo marcada por las circunstancias de su nacimiento. Su padre, Guillermo VIII de Montpellier, se casó con Eudoxia Comnena, sobrina del emperador bizantino Manuel I Comneno
Desde el punto de vista de las políticas matrimoniales, lo de Guillermo VIII fue un braguetazo de los gordos, o así parecía en principio, por lo que no le importó firmar en los acuerdos matrimoniales que el primer bebé nacido de esa unión heredaría Montpellier, y al fin y al cabo había un 50% de posibilidades de que fuese un varón. Guillermo se sentía afortunado, apostó... y perdió. En una fecha indeterminada entre 1180-1182 nació María.
En principio para Guillermo
la cosa no pintaba tan mal, su heredera era una mujer, cierto, pero aún podía casarla bien, o tener más hijos varones y esperar a que se muriese el tío de su mujer para pasarse las disposiciones testamentarias por el forro de la túnica. Mientras tanto Montpellier florecía, famosa por sus artesanos y su puerto comercial, era una de las ciudades más prósperas del Mediterráneo. Era célebre también por los estudios de medicina y derecho que podías cursar allí y por ser acogedora, tolerante, abierta a todo tipo de gentes, ideas e influencias y por la calidad de los trovadores de la corte. Un paraíso provenzal.
Pero en algún momento el juego de alianzas cambió, Bizancio quedaba muy lejos y Guillermo necesitaba apoyos más cerca. No se sabe por qué, probablemente porque el tiempo pasaba y sentía cada vez más la necesidad de tener un heredero varón, pero repudió a Eudoxia y ella se instaló como monja benedictina en el monasterio de Aniane hasta su muerte en 1203.
En 1187 Guillermo se casa con Inés o Agnes de Castilla, de quien dicen las crónicas que era sobrina de la reina Sancha de Aragón (una nieta de Alfonso VII por tanto). De esta unión nacieron varias niñas y dos varones, el mayor de ellos es el ansiado heredero Guillermo IX. El problema es que el señor de Montpellier es oficialmente bígamo y el papa le excomulga y declara nulo el segundo matrimonio con lo que este chico y sus hermanos pasan a ser bastardos y María sigue siendo la heredera legítima.
Es su herencia lo que pesa como una losa sobre la vida de esta chica y por su culpa debió casarse tres veces:
Con Barral, vizconde de Marsella, se casa a los 12 años en 1194 y con una dote de 100 marcos de plata, que era la repera, pero pronto se queda viuda.
Su padre y su madrastra la casan, obligada, en 1197 con Bernardo IV, conde Cominges, a cambio de firmar un acta donde renunciaba a sus derechos al señorío de Montpellier en favor de su hermanastro, Guillermo IX, a cambio de una dote de 200 marcos de plata. Tiene dos hijas, Matilde y Petronila, antes de que el matrimonio sea anulado por el papa en 1201 porque el señor Bernardo era más que bígamo, tenía al menos dos esposas anteriores vivas y repudiadas por aquel entonces, además de ser parientes próximos con lo que la consanguinidad se presenta también como excusa. Como el matrimonio es nulo, el acta también lo es, y Maria sigue siendo heredera de Montpellier, cosa que su padre se niega a admitir, muere ese mismo año y le sucede su hijo Guillermo IX .
Es el 15 de julio de 1204 cuando María se casa con Pedro II de Aragón, por insistencia de éste, ya que le interesaba estratégicamente el puerto de la ciudad. María recurrió al Papa para exigir la soberanía de Montpellier alegando la ilegitimidad de su hermanastro. mientras que su marido Pedro II se hacía con la villa de Montpellier expulsando a Guillermo IX de la ciudad en 1204.
En 1205 nace su hija Sancha, que muere al año siguiente. Pero he aquí que el juego de alianzas volvió a cambiar y Pedro dejó de necesitar Montpellier, señorío que encima estaba hipotecado y rehipotecado, y quiso librarse de María. Es el momento del célebre episodio: Pedro se niega a acostarse con su esposa, Aragón necesita desesperadamente un heredero, los nobles y eclesiásticos engañan al rey colando a la reina en su cama disfrazada de prostituta y así es concebido el futuro Jaime I, nacido en febrero de 1208, a quien su padre odiaba a causa de todo este tejemaneje y por eso no se dignó a conocer al crío hasta que tuvo unos 2 años de edad.
El caso es que María ya estaba harta de ser un peón en manos de todos a causa de Montpellier y decide tomar cartas en el asunto. Como no se fiaba de nadie personalmente lo que hace es confiar en las dos instituciones más importantes del momento, de forma que designa a los caballeros del Temple como guardianes de su hijo y nombra a Inocencio III como albacea de su testamento, no porque confíe en él sino porque se fiaba del papado como institución. Es por eso que ella estaba en Roma cuando murió ¿envenenada?, es por eso que el pontífice se enteró de las maniobras de Pedro II para casarse con María de Montferrato y es por eso que perdieron el buen rollo entre ellos.
Así que sí, la herencia de Maria la convirtió en una de las damas más desgraciadas del siglo XIII y en una mujer incapaz de fiarse de ningún hombre personalmente.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.