A ver si he leído yo bien...
¿Setecientos mil "leuritos de ná" un informe de 10 PÁGINAS? ¿¿Setecientos mil "puñeteros eurazosssss" un informe de 10, sí, 10, PÁGINAS??
BUUUUUUENOOOO, esto...ya sabéis que yo soy una personita absolutamente desinteresada, en la que no existe ni una miaja de ánimo de lucro. Pero...¿¿os he comentado algunas veces que entre todos mis post van superadas las 100 páginas?? Y...¿¿he añadido por un casual que dispongo de una bonita cuenta en un banco muy opaco a la vez que elegantísimo en las Islas Caimán?? Iselen es co-titular de dicha cuenta. Por favor...no os privéis de manifestaros vuestro agradecimiento por nuestras aportaciones intelectuales. Por estar en las fechas en que estamos, las dos prometemos comparecer en casa del principal contribuyente en Nochebuena, para amenizaros la velada. Mientras degustáis los canapés, Iselen os relatará pormenorizadamente, en tono vibrante y apasionado, la batalla de los Campos Cataláunicos y entre el primer y el segundo plato, servidora evocará para vosotros la época en que Josefina de Beauharnais se casó con el pequeño corso llamado Napoleón Bonaparte. ¿¿Trato??
Y...perdonadme las bromas, pero son necesarias para mantener cierto tono amable en este tema. Porque estoy enfadada, muy enfadada. De hecho, diría que estoy furiosa. En realidad, me permito asegurar que soy una versión femenina de Zeus Tonante, lanzando rayos desde mis dedos.
Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina se han cargado algo muy pero muy importante: una TRAYECTORIA. Los Borbones en España han sido una dinastía con pocos monarcas verdaderamente sólidos, consistentes y dignos de aprecio general. Me sobran dedos en una mano, en realidad. Pero en ese elenco tan reducido, para mí se había ganado un puestecito Juan Carlos. El hombre se merecía finalizar su reinado con DECORO, con MUCHO DECORO, junto a su Sofía, que, en conjunto, sin entrar en ciertos matices, ha sido una estupenda consorte. Me parece alucinante que por culpa de un yerno reconcomido por las ganas de hacer no una fortuna sino un fortunón, esa imagen global se encuentre ahora empañadísima. Porque no sólo se trata de que Iñaki se haya llevado el pan y las torrijas cuando no hubiera debido acercarse siquiera a ellas. Se trata de que Iñaki ha tirado tierra encima de Zarzuela, dónde parece que, después de Sabino, nadie, absolutamente nadie, tiene suficiente cabeza para frenar a tiempo a aquellos miembros de la familia que se lanzan por el barranco de los negocios dudosos. A Sabino esto no le hubiera pasado, desde luego. También es cierto que era un caballero de otra época, capaz de entender que más vale una vez colorado de puertas para adentro que ciento amarillo ante los ojos del muy soberano pueblo.
La responsabilidad principal cabe achacársela a Iñaki y a Cristina, pero en Zarzuela han estado a por uvas. Y eso casi que es peor, a mis ojos. Porque eso sí que crea en mí la impresión de que la monarquía ha perdido toda su capacidad de reacción ante un entramado de circunstancias adversas. Me parece que no supieron que hacer para evitar que Iñaki y Cristina se metieran en el charco, pero ahora tampoco saben que hacer para que no les salpique de todo el barro.
|