Más o menos por esa fecha, Yusuf ben Tashfín se muere al fin, a la edad de ¡97 años!
en el año 1106... Los cristianos que vivían bajo dominio musulmán debieron dar gracias al cielo, porque el fundamentalista almorávide había convertido su vida en un infierno. Los cristianos siempre han sido ciudadanos de segunda en el islam, pero la situación de las taifas había relajado mucho las cosas. Yusuf las endurece y, como suele suceder con todos los fanatismos, el esplendor cultural de al-Andalus retrocedió. La cuestión es que Yusuf murió más contento que unas castañuelas, puesto que el califa de Bagdag reconoció oficialmente sus conquistas y le felicitó por ellas (estamos hablando de un ortodoxo a ultranza, se proclamó emir pero siempre dependiente en el plano espiritual del califa)
La situación en la España cristiana es difícil. Han sufrido bastantes derrotas a manos de los almorávides, pese a que Yusuf jamás pretendió reconquistar terreno, sólo asegurarse un "territorio colchón" que impidiese las incursiones de los del norte. Alfonso VI camina hacia la vejez depositando sus esperanzas en su único hijo varón: Sancho, el vástago de Zaida, rebautizada Isabel y casada legalmente con el rey (la mayoría de los historiadores coincide en que su unión fue legalizada). Pero Sancho es un niño y la nobleza, ahora que no hay grandes botines ni terreno que repoblar y del que sacar provecho, empieza a ponerse nerviosa, como siempre en estos casos.
Por el este, Ramón Berenguer III, había comenzado a absorver a los demás condados catalanes pero tiene delante de los morros a los almorávides de Valencia.
Alfonso el Batallador tiene un objetivo como rey: tomar Zaragoza, y en él se va a concentrar con todas sus ganas, de forma que el rey de la única taifa que queda en la península se va a ver obligado a pedir ayuda a los almorávides.
Se respira un nuevo ambiente bélico tras el parón sufrido por la debilidad de las taifas. Y otra vez vemos a los colonos, como un siglo antes, volviéndose imprescindibles, asegurando el control del espacio de las fronteras, sufriendo incursiones pero negándose a abandonar el nuevo territorio por el que tantos habían luchado y muerto. De esta manera los infanzones, el estadio más bajo de la nobleza, los caballeros villanos podríamos llamarlos, se vuelven más importantes que la dirección política o militar de los grandes señores feudales. Crecen en número y una vez más repito, cuando en el Siglo de Oro la mayoría de la población de España se precie de ser hidalga, es porque sus antepasados lucharon en las extremaduras del Duero y el Tajo, y tienen razón.
El nuevo emir de al-Andalus es Alí ben Yusuf, la fotocopia de su papaíto, que señaló su capital en Granada y en el 1108 se lanza de cabeza a la guerra santa, su objetivo es Uclés, fortaleza de siete torres, 650 almenas y seis puertas, y el choque va a ser tremendo.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.