Gracias Legris.
Jo, ya sé que me voy mucho por los cerros de Úbeda como el capitán de Fernando III y aún no hemos llegado a Alfonso VIII, pero es que en la España de los cinco reinos pasan cosas tan interesantes...
La más interesante de todas es la Escuela de Traductores de Toledo... que nunca existió. No hubo una institución llamada así, los traductores ni siquiera se conocían entre ellos y la organización no fue fruto de la convivencia de tres culturas ni nada parecido. Es una iniciativa cristiana fruto del empeño de un solo hombre.
Raimundo de Sauvetat, arzobispo de Toledo desde 1126, hombre de vastísima cultura, se levantó un día con la brillante idea de traducir las obras bibliográficas árabes que en Toledo se conservaban. Le pidió permiso a Alfonso VII y éste dijo que vale, que por qué no. Y ahí Alfonso se lució y le hizo el favor del milenio a Europa
En la época final del Imperio romano una buena parte de la sabiduría grecolatina fue traducida al siríaco en Siria, siglos más tarde esas obras se verterían al árabe llegando a Córdoba y de allí a Toledo. Hasta aquí bien. El problema surge de los vaivenes culturales que supone estar bajo un poder musulmán: Alhakén II construyó una fabulosa biblioteca, Almanzor la quemó, los Reinos de Taifas estimularon la creación cultural, los fundamentalistas almorávides persiguieron con saña a los creadores, etc. Gracias a Dios, o a Alláh, eso va en gustos, Toledo fue bastante ajena a todos estos tejemanejes y de hecho, cayó en manos cristianas antes de que los almorávides aterrizasen en la península.
La capital imperial estaba que reventaba de libros judíos, árabes, persas, de ciencia, de poesía, etc y además llena de mozárabes que hablaban árabe y romance, judíos que conocían el hebreo y clérigos que se las apañaban muy bien con el latín.
El obispo gascón Raimundo pilló la oportunidad al vuelo y organizó una cadena de producción siglos antes de la de Ford
El prelado encargaba a los mozárabes las traducciones del árabe al romance y los clérigos luego lo pasaban al latín. Mientras, los judíos traducían del árabe al hebreo y de éste al latín. Hubo cientos de traducciones y decenas de traductores: el mozárabe Domingo Gundisalvo, el judeoconverso Juan Hispalense, un italiano llamado Gerardo de Cremona, un escocés llamado Miguel Scoto, etc.
Y se tradujo de todo
Aristótles, Platón, Tolomeo, Euclides, Avicena, Galeno... El 47% era cálculo y cosmología, el 21% filosofía, el 20% medicina, un 8% religióm, física y ciencia y sólo un 4% de alquimia y ciencias ocultas. Y todo se pasó a papel, que los árabes conocían por los chinos, nada de costoso pergamino. El libro en papel más antiguo de Occidente es un misal toledano del siglo XI.
No os creais que los crisitanos eran todos unos zopencos, algo de eso ya se conocía en los monasterios, que desde el siglo X tenían contactos con Córdoba en periodos de tregua y además algunas copias de los clásicos romanos aún circulaban por ahí, rescatadas de las hordas bárbaras.
En fin, que todo estaba en marcha antes de la llegada de Alfonso X, que se limitó a ampliar el rango de idiomas a los que se traducía incluyendo italiano o francés, además de crear muchas obras originales. Así que desde Foro Dinastías, vaya nuestro agradecimiento a Alfonso VII el Emperador de León y Castilla y al arzobispo Raimundo de Sauvetat, porque gracias a la riqueza que nos legaron, siglos después fue posible el Renacimiento.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.