En mi opinión, Lamballe lleva parte de razón. No coincido con él en ponerse a romper lanzas por el Rey, aunque no esperaba menos de nuestro Alcañices; si ha sido capaz de reivindicar valientemente a Alfonso XIII, me parece muy de justicia que haga lo propio con Juan Carlos I. Hay que admitir que, durante el período extremadamente sensible de la Transición, Juan Carlos I supo ganarse la admiración de propios y extraños. Que un Santiago Carrillo, el cual había declarado antes de su entronización que cuando el príncipe se convirtiese en monarca pasaría a la Historia como Juan Carlos El Breve...buenoooo, que ese mismo Santiago Carrillo acabase admitiendo con razonable simpatía el buen papel de Juan Carlos, dice mucho, pero mucho, en su favor. Quiere decir que tuvo un excelente acierto a la hora de jugar sus bazas en aquella partida histórica. Y posteriormente, en los años en que España pareció despegar hacia una prosperidad que nunca tendría fín, Juan Carlos estuvo ahí, símbolo de unidad, haciendo que incluso españoles que no se sentían monárquicos, se sintiesen juancarlistas. Otro logro, indiscutible.
El "problema" es que, como hemos comentado otras veces, se acostumbró a navegar con los vientos siempre a favor y no tuvo reflejos para asumirlo cuando los vientos empezaron a soplar a la contra. Con el país sumido en una tremenda crisis, podía haber seguido siendo el elemento integrador que inspirase cierto grado de confianza. Pero los escándalos empezaron a minar a la monarquía coincidiendo con el creciente desapego de la gente hacia todo y hacia todos. No ha tenido valor para enmendarse la plana a sí mismo, que es por dónde en mi opinión debería haber empezado. Quizá esa sea la asignatura pendiente de la mayoría de las personas...echarle narices, sean borbónicas o no borbónicas, para enmendarnos la plana cada uno a sí mismo. No lo sé, chicos, no lo sé, pero de rebote tampoco ha tenido la capacidad de poner a los suyos en el lugar que les correspondía. Y lo cierto es que ahí ha empezado el fín, ahí empezó a deteriorarse mucho su imagen, pese al enorme crédito inicial de que gozaba, y, en paralelo, la de la monarquía. Para mí lo triste de la famosa encuesta no es que su valoración quede por debajo de un cuatro. Para mí lo triste de la famosa encuesta es que tanta gente considere ya abiertamente la monarquía un problema.
Como Juan Carlos es el Rey, el jefe de la Casa Real, la responsabilidad tengo que achacársela a él en la mayor parte. Es fácil acostumbrarse a reinar en época de vacas gordas que encima parecen capaces de volar. Es fácil acostumbrarse a recoger premios internacionales, a inaugurar olimpiadas inolvidables y visitar exposiciones universales en suelo patrio; es fácil ser el rey de los triunfos, el que va de halago en alabanza y de alabanza en halago. Eso es lo fácil. Lo difícil es estar preparado para cuando las copas se conviertan en bastos. Ahí ha fallado. Quizá a su edad era mucho pedirle que se anticipase a los grandes problemas...sus "amigos demasiado inclinados al pelotazo" y sus "presuntas conquistas femeninas" siempre han sido el rumor en la calle, pero mientras se ha tratado de rumores que flotaban en el aire, no ha habido nada que amenazase su prestigio; el problema es cuando a los amigos inclinados al pelotazo, se suman familiares cercanos que se forran los dos riñones en un tiempo récord gracias a sus vínculos con Su Majestad y no se sabe atajar la situación; el problema es cuando uno dice que le quita el sueño el paro juvenil pero acto seguido se larga a cazar elefantitos, con lo que había caído años antes por culpa de los osos presuntamente emborrachados con vodka para que fuesen mejor blanco, en compañías nada recomendables y no lo digo sólo por la rubia teutónica.
En fín, es siempre volver sobre lo mismo. El problema es que ya puedes hacer de Rey Mago durante tres décadas, que si en la cuarta década empiezas a coleccionar desaciertos, la gente se queda con la copla de que la monarquía no sirve, de que ha dejado de servir. Por simplista, parcial y poco consistente que sea esa idea, si cala, cala hondo.
Ahí, un relevo generacional pienso que sí puede llegar a ser necesario, aunque no me gustan las abdicaciones excepto cuando las llevan a efecto los Orange, de los que me declaro fan en ese aspecto. Es que tienen tradición abdicando y, claro, eso marca la diferencia...
En apoyo de Lamballe, tengo que decir que, en mi entorno, considerando como entorno familia, familia política, parentela varia, amigos, compañeros de trabajo, etc...Letizia tampoco es popular. Lo siento, pero incluso diría que no es nada popular. No creo que decir eso sea "atacarla". Lamballe no ha dicho, y yo tampoco diría, que eso se deba a carencias propias de la princesa. No sé qué opina Lamballe, pero yo, al menos, me he lamentado con frecuencia de que ha sido CR quien no ha puesto la carne en el asador para promocionar adecuadamente la imagen de la princesa de Asturias. Es la esposa del heredero al trono, la futura reina consorte; es la madre de dos niñas que son la segunda y tercera en línea de sucesión al trono. Considerando todo eso, en CR deberían haberle dado muchas opciones para desarrollar al máximo su potencial. Mi opinión es que ahí no han hilado fino, que su agenda en solitario ha tardado mucho en cuajar y sigue siendo escasa, que se desaprovecha parte de su actividad. Y ojo, que yo no pretendo que me vendan la imagen de estaprincesahacecaridadessietediasalasemanaporlomenos...eso no es lo que demando. Pero quiero verla activa, muy activa; quiero verla ahí, estando presente, escuchando, hablando, compartiendo las tribulaciones de la gente, máxime desde que ha empezado la crisis. Creo que en CR nunca, nunca, se han tomado en serio la tarea de potenciar a Letizia mientras que, por otra parte, otros sí se han tomado en serio la tarea de hacer leña de Letizia porque, sencillamente, salía y sale muy pero que muy rentable. Entre lo uno y lo otro, yo, al menos, pienso que su popularidad no es para tirar cohetes ni de lejos -y lo lamento por ella, porque creo que se merecería poder demostrar quien es y lo que vale-.
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