Almanzor era un hombre de agudo ingenio que sentía predilección por los individuos con talento y brillante conversación, lo que le atrajo las simpatías de los intelectuales (y ya se sabe que esa es una de las mejores formas de propaganda)
Pero si algo marcó la juventud de Ibn Abu Amir "Almanzor" es la causa de su rápida ascensión al poder: su relación con la favorita del califa, la vascona Subh. Como ya he contado la historia fue así: escribiente junto a la mezquita de Córdoba, pasa al servicio del Cadí que le presenta al visir al-Mushafi y éste le introduce en la corte. A los 29 años consigue ser nombrado mayordomo de la favorita Subh, de cuyos bienes y posesiones se ocupa con eficacia aunque con ciertas extravagancias, después es nombrado director de la ceca, tesorero, curador de sucesiones, cadí de Sevilla, administrador de los bienes del heredero, jefe de la policía... Visto lo visto ¿a alguien le extraña que esta amistad motivase no pocos comentarios malintencionados?
Otra de las características de Almanzor es la falta de escrúpulos a la hora de lograr sus fines. Aprendió sobre política todo lo que necesitó del visir al-Mushafi, exprimió todos sus conocimientos útiles y luego lo desechó, le robó la prometida y se ganó a su suegro, el general Galib. Durante meses dejó caer en oídos cortesanos comentarios sobre las supuestas pequeñas traiciones y engaños de su otrora mentor y al final, con una serie de inteligentes aunque falsas acusaciones que encontraron eco en esos oídos sabiamente preparados de antemano, provocó su caída en desgracia y ocupó su puesto de inmediato y para siempre. Durante cinco años, el pobre hombre languideció en prisión hasta que en 982 muere en oscuras circunstancias, la versión oficial dijo que debido a los rigores y privaciones de su cautiverio, la oficiosa es que fue el nuevo visir el que apresuró el final, harto de que la situación se alargase y su viejo amigo no muriese de una vez en su insalubre celda.
Y a pesar de todo eso yo no veo verdadera maldad en Almanzor. ¿Cómo es posible? pues simplemente poniéndonos en su lugar. Este hombre fue criado en la idea de que su sangre árabe le otorgaba una autoridad moral superior, todo lo que hacía tenía como fin alcanzar esas hazañas que por derecho familiar le correspondían, creía que desde su nacimiento estaba predestinado a gobernar y todo lo que ocurriese en ese ascenso era voluntad de ¿Dios? ¿el Destino? Da igual, en cualquier caso eran desgracias necesarias y por ello no culpa suya. Ni siquiera es como un niño de la realeza malcriado y caprichoso que cree que el mundo debe estar a sus pies por ser hijo de quien es, no hay esa malicia detrás de las intenciones de Almanzor. Es sencillamente un hombre que creía que su ascensión al poder era legítima, una obligación que debía cumplir para con su linaje, no un deseo de ambición propio, y nada, ni nadie, va a interponerse en su camino. Para mi Almanzor es uno de esos "iluminados" que se creen especiales y tocados por la gracia, aunque maldita la gracia que nos hacen a los demás
Por eso acaba con al-Mushafi, por eso mata al tío del heredero que pretendía nombrarse regente, por eso encierra al pequeño califa en su jaula de oro, por eso se libra de su madre acaparando el poder y convirtiendo su propio palacio en el centro de la Administración. Se dice que el pequeño monarca vivía en un clima de terror, sin atreverse a articular palabra pues no sabía si su interlocutor iba a salir corriendo a comunicarle sus impresiones al todopoderoso visir. El califa se convirtió en una sombra.
Y por eso cierra su tela de araña en torno a su suegro, que se había convertido en un obstáculo, horrorizado por la dictadura que el marido de su hija estaba creando y el rosario de muertes que dejaba a su paso. Un hombre que se ganó, en sus 80 años de vida, un justo prestigio que le permitió conseguir el aprecio del pueblo y sus gobernantes. Buscó entre los enemigos de Galib aquel que se atreviese a alzar la espada contra él, respaldando su acusación de traición, y lo halló en un emir bereber sumamente hostil al viejo general. Advertido de esta situación y de las turbias maniobras de su yerno es por lo que Galib, y otros descontentos de la corte andalusí, se vuelven hacia García, el único poder fuerte y resolutivo entre los que podían hacer frente al visir. ¿Por qué? Porque García es la otra cara de esa moneda de la que hablaba al principio, lo mismo que es Almanzor, un iluminado, alguien que por derecho de nacimiento se cree depositario de una tradición de nobleza, de fidelidad al condado, de servicio a su pueblo, de honor a su padre Fernán y compañerismo con otros guerreros. Culto también y lector fanático de libros religiosos, mecenas de las artes de la iluminación de manuscritos en los monasterios, fundador de iglesias e infantazgos, muy inteligente, amigo de burgueses que estimula el comercio y los mercados, concediendo fueros a las gentes libres, creando nuevas villas en cruces estratégicos de caminos con gran visión de futuro, elevando de la nada a los campesinos para convertirlos en caballeros. Tocado por la gracia divina para salvación de la cristiandad, el primero de los condes del reino leonés y el único señor de los reinos del norte que no se rinde, ni lo hará nunca, el que más y mejor patea culos musulmanes porque Dios lo quiere y nada, ni nadie, se interpondrá en su objetivo y si para eso tiene que actuar sin escrúpulos y pisar cabezas, lo hará.
García y Almanzor son los enemigos perfectos porque son dos personalidades idénticas, dos caras de la misma moneda. De hecho, si no supiese que son personajes históricos, se podría creer que un novelista les ha dado forma a propósito para un best seller de lo bien que encajan uno con el otro
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.