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La risa es un antidepresivo sin efectos secundarios

García y Almanzor deberán verse las caras en algún momento pero no será durante el año 980. Los cristianos van a disfrutar de una tregua inesperada.

Recapitulemos... En su ascenso al poder Almanzor se ha quitado de en medio:

1. Al príncipe al-Mughira, hermano del anterior califa Alhakén.
2. Al visir al-Mushafi al que de paso le roba la novia, Asmá, hija del general Galib.
3. Al propio califa Hisham II, al que encerró en su palacio, tras una muralla y un foso, que nadie podía atravesar sin su conocimiento.

¿Queda alguien que le estorbe? Sí, ni más ni menos que su propio suegro Galib, un anciano de 80 años, adorado por el pueblo, que representaba el viejo orden califal. ¿Por qué? porque Almanzor pretende eliminar del ejército las normas tribales que entorpecían su funcionamiento para obtener tropas eficaces y adictas a su persona (seamos sinceros, los jinetes andaluces no eran los más temibles del mundo, de hecho eran un poco desastrosos, sus victorias se debían más a la superioridad numérica pero, en cuestión de efectividad, los caballeros de García les daban cien mil vueltas)

Almanzor hizo traer cientos de jinetes bereberes, los llamados zenatas, que en realidad eran una confederación de varias tribus muchas de las cuales ya habían estado luchando contra los cristianos en otras ocasiones. De hecho, los del norte tomaron buena nota de su efectividad y sus técnicas y sabemos que el propio Fernán era poseedor de una silla para montar "a la jineta", es decir al estilo zenata. Estas tribus eran nómadas y llevaban viviendo en el norte de África, plantando sus tiendas donde les apetecía, desde tiempo inmemorial (de hecho causaban profundo terror a los faraones egipcios a causa de su destreza con las armas) Y ahí siguen los tuareg actuales son descendientes de la tribu zenata Banū Ifrēn, chicos altos, guapos y muy belicosos que pelearon contra romanos, vándalos, bizantinos y árabes y fundaron la taifa de Ronda. Quizá por ser la tribu más peleona es por lo que sobrevivieron al genocidio que los almorávides practicaron contra los zenatas en general, a los que tenían verdadero pavor.

En fin, que Almanzor fue un paso más allá repartiendo a los bereberes recién llagados en diferentes unidades militares, de manera que resultaran lo más heterogéneas posibles y sólo reconocieran como jefe al propio Almanzor.

Problema: Galib era ante todo un hombre fiel al califa y no veía con buenos ojos la manipulación de su yerno, además no le caían en gracia los bereberes ni le gustaba la reforma. A los ojos de un anciano anclado en las viejas costumbres, Almanzor estaba rompiendo el orden tradicional, destruyendo en cierto modo todo aquello por lo que había luchado. Galib había nacido en un mundo en el que un esclavo de origen cristiano había ascendido a general del ejército por méritos propios, un mundo que no tenía cabida en la revolución política que su yerno estaba encabezando.

En este año de 980, las relaciones entre Galib y Almanzor eran tan tensas que se mascaba la tragedia.



Córdoba en la época medieval. En el siglo X, los musulmanes seguían habitando la Medina enmarcada por las antiguas murallas romanas. Tras hundirse el califato, los habitantes más pobres se fueron trasladando al suburbio de la Axarquía.

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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.

El desafío entre los dos hombres más importantes del califato se resolverá cuando Galib tome una drástica decisión: pactar con los cristianos. Sorprende, desde luego, que la persona que ha sido el flagelo de la repoblación cristiana decidiese cambiar de bando y pactar con sus enemigos. Eso sólo puede significar una cosa: el despotismo de Almanzor se había vuelto insoportable y su dictadura algo intolerable a ojos del viejo general Además, si algo sabemos de Galib es que no era ningún ingenuo, debía darse cuenta de que su yerno eliminaba rivales uno tras otro, incluso aquellos que en su día habían sido sus aliados, y comprendió que su vida corría peligro.

Es así como el general y gobernador de la plaza de Medinaceli, Galib, envía mensajeros a García de Castilla. No conocemos la naturaleza del pacto que suscribieron ni si la diferencia de religiones fue un factor a tener en cuenta pero, puesto que nuestro conde es un devoto de Cristo y Galib había sido un hermano de religión antes de verse esclavo, bien pudo convencer al conde de que lo habían convertido al Islam a la fuerza. De cualquier manera el pacto se firmó y Medinaceli, la plaza fundamental del califato en el norte, la que taponaba a los cristianos y aseguraba tener vía libre para comunicarse con Zaragoza, de repente es aliada del conde y las cosas empiezan a ponerse peligrosas para los intereses de Córdoba.

Pongámonos un momento en el lugar de García Fernández para comprender la trascendencia del pacto que acaba de firmar. El conde ha estado atacando sin cesar posiciones que estaban bajo el mando del viejo general (Sigüenza, Atienza, Barahona) y el propio Galib le había derrotado en la primera intentona que hizo contra Gormaz. Pero ahora el antiguo esclavo estaba de su parte, sus tropas son cuantiosas y sobre todo fieles y se suman a las fuerzas castellanas que en año anterior habían conseguido una victoria espectacular García sabe que juntos son un ejército a tener en cuenta pero, por si acaso, y sabiendo que León no cedería tropas, se vuelve y pide ayuda a Navarra. Así es como Ramiro Garcés, el hermano del rey Sancho Abarca, se suma a la potente coalición. El objetivo será empujar la frontera musulmana más allá de Atienza.

Ramiro Garcés de Viguera



Atienza, en el norte de Guadalajara, es un punto de importancia vital para Castilla. Una fortaleza bien defendida en esa plaza permitiría asegurar una enorme extensión de terreno para repoblar: desde Gormaz hasta la Sierra Central. Atienza ya había conocido otros ataques y si no había caído antes era precisamente porque la defensa la había montado Galib, pero ahora está de nuestro lado así que el premio es demasiado gordo como para dejar pasar la oportunidad.

Almanzor no va a quedarse quieto, evidentemente. Quería acabar con Galib y esta deserción le da la excusa perfecta para ser implacable. Y no es que la marcha del general con sus fieles tropas le suponga un quebradero de cabeza, gracias a los nuevos e inagotables contingentes bereberes y a tropas cristianas mercenarias tendrá recursos de sobra y se decide a poner toda la carne en el asador: un ingente ejército y los mejores capitanes de Almanzor se enfrentarán a la coalición cristiana en el castillo de San Vicente, al lado de Atienza, el 10 de julio de 981. En la actualidad no encontramos ninguna referencia a castillos con ese nombre, ni en Soria ni en Guadalajara, por lo que algunos han identificado en lugar con Torrevicente en Soria (29 km al norte de Atienza)

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Siete páginas leídas del tirón me han dejado hambrienta, muy hambrienta. Hambrienta de más historia, claro, esto no lo remedia chorizo entre pan y pan, necesito más páginas para seguir royendo las peripecias de García y los personajes que se van entrecruzando en su biografía. Me encanta García, no le conocía y me gusta aunque admito que hay en él una veta de fanatismo que me causa cierto pavor.

Me alegra que te guste Minnie Espero que te recuperes pronto del catarro, yo soy de las que empieza a tomar propóleo en septiembre, por si acaso

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Sabemos muy poco de este combate salvo su resultado. Castilla, Pamplona y Medinaceli hacen frente muy confiados a la acometida musulmana... de repente, las huestes de Galib flaquean y abandonan la lucha. Castellanos y navarros se quedan solos y con el culo al aire como se suele decir, la derrota era inevitable. Nuestro conde resulta herido y Ramiro, el hermano del monarca navarro, queda tendido, muerto, en el campo de batalla (dejó su herencia al monasterio de Leire)

¿Pero qué ha pasado? Pues algo muy triste la verdad, el general Galib encontró su final en el curso de la lucha y de una manera lamentable para lo que uno espera de un guerrero de su prestigio. Ante el castillo de San Vicente, su fiel caballo se encabritó y a Galib, un anciano de 80 años, le fallaron las fuerzas y no pudo dominar al animal que se sacudía como un poseso. Golpeó con su cabeza contra el arzón de la silla de montar (un arzón medieval, o para ser más específicos el borrén delantero de la silla, es una pieza alta y fuerte que protegía la pelvis del caballero en las cargas, no el pequeño pomo que veis en las pelis de vaqueros del oeste)

Galib cayó desplomado y agonizante, sin heridas de flecha o espada, un veterano de tantas batallas moría por un desafortunado accidente. Sus tropas, sin un líder, huyeron en desbandada y la coalición perdió la batalla.

Almanzor, vencedor por pura chiripa, pero vencedor (en la guerra, desde siempre, Murphy es un combatiente más y su ley beneficia a unos o a otros) se apresuró a tomar el cuerpo de su suegro. ¿Para enterrarlo con honores? Ni hablar, ya deberíais conocerlo... lo decapitó, metió la cabeza en una bonita caja y se la envió a su "querida" esposa Asmá con sus saludos Pero ni eso le dejó para que ella pudiese llorar a su padre, la cabeza fue expuesta para escarnio público en los muros del palacio de Córdoba.

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El descanso que Almanzor concedió a los cristianos fue breve. Debía castigarlos por el apoyo que habían prestado a su rival así que en los meses de agosto y septiembre de ese mismo año de 981 se lanzó sobre León, que en la campaña anterior no había pinchado ni cortado, pero es que aun con el conde herido Castilla sigue siendo un rival difícil y los leoneses son más... mmmm... debiluchos.

Este segundo ejército, con toda la caballería de Toledo más algunos jinetes de Córdoba y un cuerpo de infantería, iba al mando de un general llamado Abd-Allah, a quien el populacho andalusí llamaba Piedraseca a causa de su avaricia. El tipo, siguiendo las órdenes de Almanzor, se dirigió a un objetivo de primerísima categoría: la hermosa ciudad de Zamora. Por supuesto sus ciudadanos pelearon con desesperación y resistieron mucho tiempo el asedio musulmán, unos 20 días, pero al final Zamora sucumbió. Fue saqueada e incendiada así como todas las aldeas de los alrededores: mil granjas fueron arrasadas, cuatro mil cristianos degollados y otros cuatro mil llevados en cautiverio, aunque ya sabéis que los árabes son un poco exagerados llevando la cuenta

Luego se volvieron hacia Castilla, pero como hemos dicho era bastante más difícil de penetrar y apenas consiguieron tomar una pequeña fortaleza fronteriza: Tarancueña en Soria, junto a la calzada romana que comunica Sigüenza con Osma. La verdad es que la cuenca del Duero padeció terriblemente entre en 970 y el 995 pero por el contrario la zona de Arlanza conoció la prosperidad y villas como Lerma hervían de actividad comercial y cultural.



El puente medieval en la vía que une Tarancueña con Caracena.

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Esto...no quiero yo interrumpir el desarrollo de esta formidable historia, Iselen, pero me gustaría saber...¿las crónicas de la época recogen cómo se tomó Asmá ese gesto tan cruel de su señor marido Almanzor? Es que me he quedado literalmente encendidita de la rabia. Porque una cosa es que las circunstancias hagan que un suegro y un yerno luchen a cara de perro, otra es que el vencedor no respete ni siquiera mínimamente los despojos mortales del vencido teniendo en cuenta que hay por enmedio una mujer que va a sufrir bastante ese fatal desenlace del combate...

Pues la verdad es que la acción de Almanzor a mi me resultó muy sorprendente. Se había casado con Asmá por razones políticas, por supuesto, pero él mismo reconoció que su mujer unía un espíritu cultivado a una gran belleza, es decir, que era la esposa perfecta más allá de su valor como hija del general más fuerte del califato. Se sabe que le tenía aprecio a la chica, por eso no entiendo el gesto de enviar la cabeza de su padre, excepto que sea un psicópata.

No sé cómo se tomó Asmá el regalo pero, según las crónicas árabes, conservó siempre en el corazón de su esposo la preferencia sobre sus demás mujeres, así que supongo que por mucha desesperación que sintiese por la muerte de su padre, al menos de cara a la galería debió permanecer fiel a Almanzor y aprobar sus acciones. Claro que teniendo en cuenta con quién estaba casada, tal vez le iba la vida en ello

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Como todas las monedas tienen su cara y su cruz, y un canto, debemos ser justos con la figura de Almanzor y reconocerle sus méritos, y sus actos bárbaros como el "regalito" a su esposa. El problema es discernir su verdadera personalidad entre los textos árabes, que no paran de darle coba hasta la náusea, y los textos crisitanos, que lo odian con pasión y despotrican constantemente contra él. Si a ellos sumamos la leyenda que en torno a su figura se ha ido gestando con los años la verdad es que resulta difícil describirle.

Ambicioso, trepa, hábil, culto, brillante, generoso, valiente, cruel, Castigo Divino o Espada del Islam... hay opiniones para todos los gustos así que he indagado más en algunos de mis libros para tener una idea más clara.

Lo primero que condicionó la forma de ser de Almanzor fue su propia familia. Su padre, Abu Hafs Abd Allah Ibn Abu Amir, era un hombre ascético, sabio, bondadoso y totalmente ajeno a cualquier ambición de poder. Como veis, nada que ver con su hijo. La seguridad en sí mismo y la autoridad demostrada desde la infancia es una gracia que le viene de su familia materna, de ilustre estirpe árabe. Entre ellos hubo cadíes, visires, gobernadores, altos funcionarios y médicos de prestigio, remontándose a ese antepasado de la tribu yemení de Ma'afir que había participado en la conquista junto a Tariq. De eso hace más de 200 años y, de la sangre de aquellos pocos primeros árabes (de Arabia de verdad de la buena) que habían llegado a la península apenas quedan unas gotas muy diluidas entre la población andalusí y norte africana. El hecho de que la de Almanzor fuese un poco más "pura" que la de la mayoría y rastreable, es decir que pudiese remontarse con pruebas contundentes hasta ese tatarabuelo, suponía para él un motivo de orgullo que le inclinó a la búsqueda de grandes hazañas que él suponía correspondientes a tal condición.

En su juventud se le consideró bien parecido aunque parece ser que lo que le hacía verdaderamente atractivo era su carisma personal, valiente, generoso, con un destacable sentido de la justicia que lo llevaba a ser inmisericorde a veces. Era piadoso, pero no por virtud innata, sino porque cultivaba su devoción de forma inteligente lo que le permitía dar a sus campañas guerreras una intencionalidad religiosa, que no política, pese a que todos sabemos que la hay. Almanzor era un maestro del marketing

Además, recibió una excelente educación de la mano de los más prestigiosos maestros en derecho, lengua y literatura. A lo largo de toda su vida fomentó tertulias semanales sobre ciencia, cultura general, poesía... de hecho, el mismo Almanzor compuso esto:

Me lancé al espanto de todos los peligros
Y me arriesgué, pues el noble y libre ha de ser osado.
No tengo más compañeros que un corazón valeroso,
Una afilada lanza y una cortante espada.
Tengo por costumbre recompensar espléndidamente a quien algo
Me demanda, sin excusa que lo impida.
Yo guío a los ejércitos a la guerra,
Aunque salgan a su encuentro leones acechantes.
Yo mismo enseñoreé a los más egregios señores
Y porfié hasta no encontrar con quién rivalizar.

Un poquitín ególatra... pero rigurosamente cierto

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Almanzor era un hombre de agudo ingenio que sentía predilección por los individuos con talento y brillante conversación, lo que le atrajo las simpatías de los intelectuales (y ya se sabe que esa es una de las mejores formas de propaganda)

Pero si algo marcó la juventud de Ibn Abu Amir "Almanzor" es la causa de su rápida ascensión al poder: su relación con la favorita del califa, la vascona Subh. Como ya he contado la historia fue así: escribiente junto a la mezquita de Córdoba, pasa al servicio del Cadí que le presenta al visir al-Mushafi y éste le introduce en la corte. A los 29 años consigue ser nombrado mayordomo de la favorita Subh, de cuyos bienes y posesiones se ocupa con eficacia aunque con ciertas extravagancias, después es nombrado director de la ceca, tesorero, curador de sucesiones, cadí de Sevilla, administrador de los bienes del heredero, jefe de la policía... Visto lo visto ¿a alguien le extraña que esta amistad motivase no pocos comentarios malintencionados?

Otra de las características de Almanzor es la falta de escrúpulos a la hora de lograr sus fines. Aprendió sobre política todo lo que necesitó del visir al-Mushafi, exprimió todos sus conocimientos útiles y luego lo desechó, le robó la prometida y se ganó a su suegro, el general Galib. Durante meses dejó caer en oídos cortesanos comentarios sobre las supuestas pequeñas traiciones y engaños de su otrora mentor y al final, con una serie de inteligentes aunque falsas acusaciones que encontraron eco en esos oídos sabiamente preparados de antemano, provocó su caída en desgracia y ocupó su puesto de inmediato y para siempre. Durante cinco años, el pobre hombre languideció en prisión hasta que en 982 muere en oscuras circunstancias, la versión oficial dijo que debido a los rigores y privaciones de su cautiverio, la oficiosa es que fue el nuevo visir el que apresuró el final, harto de que la situación se alargase y su viejo amigo no muriese de una vez en su insalubre celda.

Y a pesar de todo eso yo no veo verdadera maldad en Almanzor. ¿Cómo es posible? pues simplemente poniéndonos en su lugar. Este hombre fue criado en la idea de que su sangre árabe le otorgaba una autoridad moral superior, todo lo que hacía tenía como fin alcanzar esas hazañas que por derecho familiar le correspondían, creía que desde su nacimiento estaba predestinado a gobernar y todo lo que ocurriese en ese ascenso era voluntad de ¿Dios? ¿el Destino? Da igual, en cualquier caso eran desgracias necesarias y por ello no culpa suya. Ni siquiera es como un niño de la realeza malcriado y caprichoso que cree que el mundo debe estar a sus pies por ser hijo de quien es, no hay esa malicia detrás de las intenciones de Almanzor. Es sencillamente un hombre que creía que su ascensión al poder era legítima, una obligación que debía cumplir para con su linaje, no un deseo de ambición propio, y nada, ni nadie, va a interponerse en su camino. Para mi Almanzor es uno de esos "iluminados" que se creen especiales y tocados por la gracia, aunque maldita la gracia que nos hacen a los demás

Por eso acaba con al-Mushafi, por eso mata al tío del heredero que pretendía nombrarse regente, por eso encierra al pequeño califa en su jaula de oro, por eso se libra de su madre acaparando el poder y convirtiendo su propio palacio en el centro de la Administración. Se dice que el pequeño monarca vivía en un clima de terror, sin atreverse a articular palabra pues no sabía si su interlocutor iba a salir corriendo a comunicarle sus impresiones al todopoderoso visir. El califa se convirtió en una sombra.

Y por eso cierra su tela de araña en torno a su suegro, que se había convertido en un obstáculo, horrorizado por la dictadura que el marido de su hija estaba creando y el rosario de muertes que dejaba a su paso. Un hombre que se ganó, en sus 80 años de vida, un justo prestigio que le permitió conseguir el aprecio del pueblo y sus gobernantes. Buscó entre los enemigos de Galib aquel que se atreviese a alzar la espada contra él, respaldando su acusación de traición, y lo halló en un emir bereber sumamente hostil al viejo general. Advertido de esta situación y de las turbias maniobras de su yerno es por lo que Galib, y otros descontentos de la corte andalusí, se vuelven hacia García, el único poder fuerte y resolutivo entre los que podían hacer frente al visir. ¿Por qué? Porque García es la otra cara de esa moneda de la que hablaba al principio, lo mismo que es Almanzor, un iluminado, alguien que por derecho de nacimiento se cree depositario de una tradición de nobleza, de fidelidad al condado, de servicio a su pueblo, de honor a su padre Fernán y compañerismo con otros guerreros. Culto también y lector fanático de libros religiosos, mecenas de las artes de la iluminación de manuscritos en los monasterios, fundador de iglesias e infantazgos, muy inteligente, amigo de burgueses que estimula el comercio y los mercados, concediendo fueros a las gentes libres, creando nuevas villas en cruces estratégicos de caminos con gran visión de futuro, elevando de la nada a los campesinos para convertirlos en caballeros. Tocado por la gracia divina para salvación de la cristiandad, el primero de los condes del reino leonés y el único señor de los reinos del norte que no se rinde, ni lo hará nunca, el que más y mejor patea culos musulmanes porque Dios lo quiere y nada, ni nadie, se interpondrá en su objetivo y si para eso tiene que actuar sin escrúpulos y pisar cabezas, lo hará.

García y Almanzor son los enemigos perfectos porque son dos personalidades idénticas, dos caras de la misma moneda. De hecho, si no supiese que son personajes históricos, se podría creer que un novelista les ha dado forma a propósito para un best seller de lo bien que encajan uno con el otro

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Ya sabemos cómo acaba ese enfrentamiento familiar. Tras el desgraciado accidente de Galib, espantá de sus tropas y derrota de la coalición cristiana. La cabeza del anciano camino de Córdoba, cortesía de Almanzor a su esposa Asmá, es en realidad una advertencia a todo aquel que en un futuro pretenda desafiar al visir que en este momento, por primera vez, recibe el sobrenombre con el que pasará a la historia: Al-Mansur bi-llah, el que recibe la victoria de Dios.

A partir de este momento acaparará todo el poder gracias a la hábil maniobra de nombrar a sus hijos, muy pequeños de edad, para los principales cargos palatinos, cuyo gobierno efectivo controla él. Por ejemplo, en este mismo año de 981, su hijo apenas adolescente Abd al-Malik es nombrado jefe supremo del ejército.

Pero una cuestión importante, ¿cómo se tomó el vulgo toda esta telenovela de ambiciones, traiciones y muertes que desemboca en dictadura? Pues la verdad es que estaban encantados El visir mantuvo la estabilidad, proporcionó paz y seguridad a los andalusíes y les entregó a cada ciudadano una pequeña parte del botín frente a los infieles como mandaba la ley islámica. Inició numerosas obras públicas, amplió la mezquita, construyó canales, invirtió en mejorar la calidad de vida entre los pobres de la capital, premió con largueza al ejército de mercenarios, etc.

Almanzor está en este momento en la cima de su poder, estimado por el pueblo y el ejército, temido por la propia aristocracia omeya y por todos los príncipes cristianos (¿todos?, no... Un condado poblado por irreductibles castellanos resiste todavía y siempre al invasor )

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