El hombre no cayó en gran estima entre la mayoría de sus contemporáneos, y no fue porque le faltaran virtudes o prendas con las que hacerse querer, pero el hecho de acumular tanto título y cargo, o lo que es lo mismo, tanta renta y poder... pues claro, mucho pastel para uno sólo cuando hay un regimiento que desea lo mismo, tan codiciosos como nuestro protagonista y en una época donde la nobleza era muy levantisca, donde a la mínima debilidad se lanzaban a la yugular. Estamos en unos tiempos donde la nobleza aún pelea en contra del fortalecimiento del poder real que nos llevará a la época de autoritarismo real. Y es Don Álvaro precisamente quien va a ser la bandera, la cabeza y la espada de la propia Corona, el que iba a tener los pantalones suficientes como para poner al personal en vereda.
Y claro, para llevar esto a cabo, para darle cierta legitimidad a su labor, pues había que adornarlo un poquito, vestirlo, darle apariencia y empaque. Vamos que esto del postureo hispánico no es de ahora... Es ahí donde viene la retahíla de títulos y cargos que el mozo, o mocito porque el pobre era más bien bajito como ya iremos viendo -ahora, eso sí, los tenía bien puestos-, acumuló a lo largo de su trayectoria. Era tal que pasa un poco como la leyenda de las posesiones de los Alba, algo parecido pasa con el señor Luna. Podría recorrerse Castilla entera pasando de pueblo en pueblo sin salirse de sus señoríos...
Es el título de condestable con el que ha pasado a la posteridad, con el que más se le asocia. Y no es para menos. Si atendemos a lo que nos dice García de Valdeavellano en su
Historia de las instituciones españolas, condestable viene de
comes stabuli, lo que viene a ser de manera literal "Conde del establo", un cargo palatino en la Hispania de la alta Edad Media que vino a ser a Castilla el Caballerizo o Caballerizo Mayor durante la baja Edad Media, es decir, el encargado de las caballerizas reales. No será hasta casi finales del siglo XIV cuando se recupere el viejo título de
comes stabuli ya en lengua romance como
condestable, y que nosotros importaremos del francés
cônnetable, ya con unas altas atribuciones militares. Por ejemplo, mandaba las tropas o mesnadas del rey en ausencia de éste, tenía jurisdicción civil y criminal sobre sus huestes, protegía las fortalezas, nombraba cargos oficiales y ejecutores de justicia, se encargaba de la provisión del ejército, portaba pendones... Lo que suponía ser no de los cargos más elevados del reino.
Además fue conde de San Esteban de Gormaz, señor de Córnago y Jubera -antiguos señoríos de la familia Luna vendidos por su padre y recuperados por gracia real-, de Ayllón -donde pasó dos destierros-, de Arenas de San Pedro -donde terminaría residiendo la
triste condesa-, de Alburquerque, Cuéllar, San Martín de Valdeiglesias, Sepúlveda, Ledesma, Casarrubias... y así podría llevarme hasta mañana.
Junto al increíble número de señoríos fue portador de muchos títulos y mercedes. El de más caché, poder y rentas fue el de Gran Maestre de la Orden de Santiago. Pero también tuvo el Oficio y Corredurías Mayor de Sevilla, la conocida como "huerta del rey", Notario Mayor del Reino, facultad para oír pleitos y demandas allí donde se hallase, la Alcaldía Mayor de Alcalá la Real, Camarero mayor de las Camáras de paños y joyas, rentas de todas las salinas del reino, Alcalde Mayor de las Alzadas de la ciudad de Toledo, licencia para fundar Mayorazgos "
cuantos quisiere y por bien tuviere", etcétera, etcétera.
A tanto llegaba el asunto que hubo quien afirmó que nuestro Don Álvaro acumuló durante su vida más riquezas que el mismísimo rey Carlos VII de Francia.
¿Inspiró Don Álvaro a la pluma de Jorge Manrique en sus famosas coplas?