El problema es que él no comprende por qué está en esta situación. Su entorno igual, no lo entiende. No reconoce la gravedad de sus acciones y sus amiguis le calientan la oreja con el cuento de la lástima. Así no se puede avanzar. Es como los Sussex, quiere seguir teniendo su Corte paralela (bastante cutre, por cierto), hacer lo que le dé la gana y no aceptar un código de conducta impuesto por alguien, mucho menos por su hijo.
Igualmente, poco daño puede hacer, salvo a sí mismo. He visto a poca gente comentar algo positivo sobre la portada y la crónica de la nueva amiga entrañable. Carne de cañón de las tertulias radiofónicas, televisivas y de cafetería. Él, que siempre nos ocultó su vida privada (y con razón), ahora se empeña en mostrárnosla...
Venimos de una DANA espantosa que ha conmovido a todo un país y que sigue matando a gente, donde su hijo tuvo que probar el barro y jugarse su integridad física y moral. La semana pasada nos desayunamos que ese mismo hijo le había concedido el Toisón de Oro a su madre; madre que, cuando salió esta portada del Hola, estaba asistiendo a un concierto benéfico por las víctimas de la DANA. Y luego tenemos a la nieta recibiendo vítores y alabanzas por el sacrificio que va a hacer durante 6 meses embarcada en un buque que no es precisamente un crucero. Todo eso choca con las imágenes frívolas de Abu Dabi, con la crónica victimista de la biógrafa y con las continuas quejas de sus amigotes. El simple efecto de contraponer todas esas imágenes y actitudes, provocan que el Rey JC se hunda cada vez más en el descrédito. No necesita que alguien le empuje hacia el abismo, él solo se está dejando caer. Pero no lo entiende, vive muy lejos de la realidad desde hace décadas y la gente que le rodea es nefasta para el remedio.
Encima todo el mundo está muy sensibilizado con las historias de las fotos y los audios de la señora murciana. Para terminar de rematar la indignación que todo aquello despertó, resulta que la Gayá estuvo también en la fiesta y pasa temporadas con él. La prensa deslenguada ya tiene el caldo que quería. Pero lo importante no es lo que diga la prensa, es lo que el público sienta. Y parece sentir, en su amplia mayoría, que se siguen acumulando los agravios contra la Reina Sofía. Pero eso tampoco lo captan ni él ni su entorno. Él estará frunciendo el ceño sin entender por qué y preguntándose por qué le conceden el Toisón, por qué no puede vivir en Zarzuela, por qué esto y aquello. El relato público lo ha ganado ella, de calle, y quizás le fastidie. Por eso la biógrafa ni la menciona, pero sí menciona al único que podría menoscabar un poquito: al hijo. A ese mal hijo que está permitiendo todo esto según la camarilla. Ese mal hijo que no tiene un día tranquilo desde hace más de 10 años. Todo se centra en lo mal que lo pasa JC, pero no en lo mal que se lo ha hecho pasar a los demás.
Que siga.