kalistenes escribió:
ABC, España
[b]¿Cuál es el verdadero afán?
El Rey tiene tras de sí una vida entera de servicio a su patria con un reinado que es uno de los más exitosos de la Historia de España. Pretender volver contra él un incidente acaecido en su tiempo de solaz, una desgracia que puede acaecer por igual a cualquier persona de su edad, solo muestra el afán de muchos, demasiados, por hacer de la anécdota categoría. ¿Con qué afán?
Con todos mis respetos a Ramón Pérez Maura y al equipo de ABC, creo que se han dado un atracón de Juanolas para poder publicar esa clase de bobadas. La institución, cuando hay que defenderla, se defiende con argumentos bien ensamblados, sin apelar a chantajes sentimentales del tipo "este hombre ha protagonizado un gran reinado y no podemos atacarle por
un incidente acaecido en su tiempo de solaz". Perdón, don Ramón Pérez Maura, pero...el tiempo de solaz de un Jefe de Estado no puede coincidir con la peor semana que ha atravesado el país al cual representa en muchas décadas. Es una vergüenza tomarse un tiempo de solaz o de relajo mientras el país estaba literalmente en la cuerda floja. Y, ya puestos, el tiempo de solaz de un hombre de setenta y cuatro años con un pasado reciente de achaques de salud importantes, así como presuntamente afligido por una serie de calamidades en el ámbito familiar, NO debería ser precisamente para irse a cazar elefantitos a Botsuana. Si se hubiese ído a un balneario a tomar las aguas sulfurosas o a una finca campestre a llenarse los pulmones de aire limpio, nadie le hubiera echado en cara a un señor de setenta y cuatro años una pequeña torpeza que hubiera llevado a una caída de fatales consecuencias para su fémur y su cadera. Pero irse a cazar elefantitos a Botsuana y caer en un campamento mientras se cazan elefantitos en Botsuana no es precisamente
"una desgracia que puede acaecer por igual a cualquier persona de su edad".
Por cierto, supongo que don Ramón no ha caído que Fernando VII también disfrutó de un gran tiempo de solaz en Valençay. No se privaba de nada...buenos manjares, buenos vinos, ocio a todo trapo, intentos de conseguir la mano de una sobrinita del emperador francés...mientras los españoles las pasaban canutas para echar a los "mesiús" de aquí. No vamos a comparar...¿eh? Que las comparaciones son odiosas, desde luego. Pero España la semana pasada estuvo al borde mismo de una intervención económica, que, en términos contemporáneos, es casi lo más parecido a una invasión foránea. Y, definitivamente, queda feo irse a practicar una actividad tan elitista (ya no entraremos en que yo la encuentre cruel y miserable, porque es algo más subjetivo; personalmente no aprecio en absoluto la caza mayor y menos aún la de especies como los elefantes...) como es hacer safaris en Botsuana. El mismo hombre, el Rey, que dijo recientemente que le quitaba el sueño la elevadísima tasa de paro entre la juventud española, de repente se permite, en el peor momento posible, un safari en Botsuana que cuesta un ojo de la cara. Y me da igual si lo pagó...o si le invitaron. Si le invitaron casi peor, porque implica que se ha ganado esa clase de "atención comercial" por el hecho de que su trayectoria cinegética ya ha permitido a esa empresa de organización de safaris publicitarse durante años mencionándole a él entre sus clientes VIP.
Y lo de la Reina también es de traca. En su caso, francamente, la responsabilidad es menor desde el punto de vista político, porque en ella no se encarna la Jefatura de Estado. Además, se agradece que haya preferido irse a Grecia a comer moussaka con la familia. Espero que la moussaka esté deliciosa, porque, verdaderamente, si durante décadas ha tenido que hacer de tripas corazón para interpretar el papel de esposa devota de Juan Carlos, ha quedado ahora totalmente en evidencia la interpretación al no mostrar ningún interés en volver para asistir a su marido repatriado de urgencia para una operación de cadera. Claro que una -yo- no sabe lo que pensar. Igual nos ha beneficiado su ausencia "a la griega", porque cabe la posibilidad de que hubiese salido del centro hospitalario riéndose y diciendo en tono animado aquello de
"son cosas de mi Juancar, que es como un niño grande".
Felipe y Elena han hecho lo que han podido para capear el temporal. Felipe ha estado muy atinado, que es lo sustancial. Elena ha incurrido en el error de parecer, de nuevo, ajena a las implicaciones de esta hospitalización concreta de su augusto padre y demasiado risueña para semejante situación. Pero quizá ella piense, porque su educación le ha hecho asimilar esa pauta, que lo que tiene que hacer es tansmitir la sensación de que todo va a pedir de boca, que no hay motivo alguno para preocuparse. Error, claro: el pueblo español hubiera apreciado más una infanta consternada, que admitiese que lleva una semanita de aúpa encima entre el accidente de su hijo y el accidente de su padre,
Último consejo que doy hoy a los Borbones: manténgase alejados de las armas. De una manera u otra, siempre las carga el diablo, que, por lo visto, es republicano, pero no precisamente un republicano tan refinado intelectualmente y elegante en sus planteamientos como nuestro muy estimado Vandal.