Vamos a ver...yo siempre me defino como saludablemente feminista y a mucha honra, jejejeje. En cierto
modo, de ahí deriva mi pasión por ir recorriendo los intrincados vericuetos de la femihistoria, me da mucha rabia que las vicisitudes existenciales de las mujeres siempre quedasen relegadas respecto a los grandes eventos protagonizados por los hombres. Con las excepciones de rigor, claro que sí, pero las emperatrices autócratas rusas, que llegaron a conformar una tradición en sí misma, son unas cuántas golondrinas que no hacen verano, para que me entendáis.
Dicho lo cual...no me siento ni una miajita culpable por valorar en gran medida la capacidad de cada princesa para recrear su propia imagen de forma que se luzca y haga lucir la institución que representa. Francamente, ése papel figurativo nunca ha sido una menudencia en lo que concierne a las princesas y sigue teniendo su importancia. No se entienda con ello que pretendo que sirvan de figuras icónicas de las tendencias de cada temporada, ni de lejos. Pensarlo me causa escalofríos, las princesas no están para rivalizar con las it girls, las bloggers de
moda ni las tops del momento. Ellas son otra forma de interpretar la elegancia y el glamour, algo más atemporal y refinado. Lo cual, por cierto, para mí va a en paralelo con representar un papel activo de tipo social, más social que benéfico, de hecho, porque para algo estamos en el siglo XXI. Ahora no se trata de presidir tómbolas ni cotillones para el auxilio de los huérfanos ni de enviar canastillas en invierno a un hogar de caridad. Ahora ha cambiado el cuento y se espera que, ya que son mujeres
modernas, con una preparación intelectual que supera el viejo "cuidadoso barniz de cultura general", se involucren en causas que les atraigan y tomen sobre sus espaldas la tarea de proporcionarles visibilidad social a través de la visibilidad mediática. Por ponerlo con un ejemplo, hace poco alguien (perdonad porque no recuerdo quien...) reprodujo en este foro, en algún tema, una minientrevista con la famosa presentadora Isabel Gemio, muy involucrada en el tema de las enfermedades poco comúnes desde que a uno de sus hijos se le diagnosticó una de ellas. Isabel elogiaba la disponibilidad de la princesa Letizia con ellos, no sólo para recibirles con frecuencia sino para acudir a sus actos a sabiendas de que eso les proporciona espacio en los medios. Me parece que por ahí van los tiros. Ahora las princesas no van a sonreír cándidamente mientras se rifa una cajita de porcelana de Dresde, por un decir. Ahora las princesas van a estar en los sitios participando enteramente en el sentido de ese acto, en su propósito de conseguir la máxima difusión.
Dicho lo cual, lo que se ponen, lo que llevan, es algo que contribuye a darles imagen y la imagen es algo que pueden utilizar en beneficio de sus actividades. La imagen tiene una función también en el caso de las princesas -aunque creo que todas las mujeres, en mayor o menor medida, somos conscientes de que podemos utilizar nuestra imagen a nuestro favor, en determinadas circunstancias, incluso cuando en nuestras empresas no haya unos dress code muy evidentes, sabemos que en el fondo los dress code flotan en el aire de una manera difusa y lo tenemos en cuenta cuando queremos o cuando nos conviene...-. Esto va más allá de usar pantalones en determinados actos. Los conjuntos de pantalón pueden ser elegantísimos, no menos que los conjuntos de falda. Se trata simplemente de acertar con los conjuntos, porque, por ejemplo, de los varios que habéis mostrado de Letizia, para mí alguno es mucho más refinado y por tanto le proporciona más empaque que otros. Por dar un ejemplo, el primero, con la camisa blanca combinada con el pantalón de un rosa empolvado, me parece mucho más cuidado que el último, aunque ahí entramos de lleno en el ámbito de las apreciaciones personales...