Ahora que hemos visto de qué manera arrancó la vida en común de Alfonso y Crista, volvamos la atención a los duques de Sesto...
Pepe seguía siendo el personaje más destacado del "entourage" de Alfonso XII en 1882, fecha en la que, por fín, el Banco de España adquirió el Palacio de Alcañices. A Pepe le escocía en el alma haber tenido que desprenderse del palacio que le había visto nacer y crecer, pero era un hombre que sabía hacer de tripas corazón: asistió con el rey Alfonso XII al primer golpe de piqueta que señalaba el inicio del derrumbe del edificio, ya que en el solar íba a erigirse un edificio nuevo que estuviese más a tono con la condición de sede institucional de BE. Para entonces, Alfonso ya se había enterado de la difícil situación económica de Pepe; el pundonor del rey le exigía tratar de devolver a su amigo el dinero que éste había dedicado a favorecer la restauración borbónica. Pero Pepe nunca había pedido esa restitución monetaria: él había trabajado para la monarquía usando su dinero "a fondo perdido". Alfonso fue quien señaló la cantidad que se transferiría anualmente a Pepe duque de Sesto. Si Alfonso no hubiese pagado esas cantidades o las hubiese pagado con retraso porque casi nunca íba sobrado de monetario, Pepe nunca, jamás, lo hubiera tomado a mal. Su actitud en ese aspecto era de absoluto desprendimiento y discreción a ultranza.
Sophie no podía ver cómo demolían su Palacio, aquel Palacio del que tanto se había enorgullecido. Pepe, por ese lado, demostró una capacidad de resistencia a los golpes psicológicos mayor que Sophie. Por supuesto, la duquesa estaba al tanto de las dificultades financieras que arrostraba su marido, aunque éste, estrictamente cumplidor con las cláusulas de sus capitulaciones matrimoniales, se ajustaba al paradigma de que los beneficios habían sido de ambos a partes iguales pero las pérdidas se las comía él con o sin patatas. En cualquier caso, Pepe había esperado que Sophie aceptase mudarse al palacete del número 13 de Recoletos, un edificio de clásica arquitectura isabelina, con una planta baja, su planta noble y el piso superior con las pertinentes balaustradas. Sophie insistió en que había que realizar unas obras de acondicionamiento bastante sustanciales. Mientras no estuviese el palacete "a su gusto", los dos tenían que alquilar una residencia provisional ubicada en la calle Jorge Juan.
Pepe cedió en ese punto: era tan caballeroso que no hubiera "arrastrado" a su mujer a una casa que ella no considerase "habitable". Se encargó de gestionar el alquiler de la casa en Jorge Juan al tiempo que contrataba a los arquitectos y operarios encargados de reformar el palacete de Recoletos. Eran gastos y más gastos, pero "nobleza obliga". De cualquier
modo, Sophie quería contribuír a aligerar la economía familiar. Por esa época, pasaba mucho tiempo en Francia, dónde se habían instalado sus hijos. Charles se las daba de gran financiero -pero se equivocaba más de lo que acertaba en sus inversiones-. Serge había ingresado en la academia militar de Saint Cyr. María, con su conde de La Corzana, insistía en ver transcurrir largas temporadas en la cosmopolita París, con escapadas a Deauville. Missy, la rebelde Missy, la que tantos quebraderos de cabeza causaba a una madre incapaz de asumir el carácter difícil de esa muchacha, se había casado a finales de 1881 con el marqués de Balbeuf, Jacques Godart, que no sólo era muy agradable sino que estaba forrado de dinero, por lo que pudo instalar a su esposa en un hôtel magnífico de la rue Charon.
Missy, marquesa de Balbeuf, tenía su hôtel de la rue Charon, pero Charles y María con José Ramón, así como Serge cuando recibía permisos en Saint Cyr, habían utilizado siempre la casa de la rue Gabriel. No obstante, aquella casa no les resultaba cómoda porque su distribución interior permitía poca independencia de unos respecto a los otros cuando coincidían bajo el mismo techo; simultáneamente, era enorme y mantenerla se hacía carísimo. Sophie tomó la decisión de vender la casa de la rue Gabriel, para adquirir otra más funcional, con un sótano y cuatro pisos, en la rue de La Perouse, número 15.