¿qué aguardamos de sus sucesores?».
1. CISNEROS Y TALAVERA: Dos maneras de evangelización. La rebelión del Albaicín.
Cisneros, a pesar de las quejas iniciales del rey Fernando, acabó imponiendo su particular
modo de evangelización, a veces por la fuerza, tal como predicaba en el siglo XVI su hermano de orden religiosa Duns Scoto.
Aunque Talavera y Cisneros eran partidarios de la total evangelización de los musulmanes nazaríes, ambos se enzarzaron en un pulso del que Cisneros salió vencedor, pero ello no impidió que la labor pastoral de Hernando de Talavera continuara en el resto de Granada y realizada con el mismo acercamiento desde el diálogo y en lengua árabe que había fomentado durante su arzobispado en Granada. Se cuenta que en estos años estuvo predicando en Las Alpujarras, aumentando aún si cabe su fama de “El Santo Alfaquí” entre los aún musulmanes y los conversos de origen islámico.
Un biógrafo, Jerónimo de Madrid, cuenta incluso que se obró alrededor de él un milagro, una lengua de fuego que llega a ver un morisco anciano sobre su cabeza y que causa su conversión al cristianismo.
Granada estaba casi cristianizada por la fuerza, los Coranes y libros árabes requisados o quemados, las mezquitas desmanteladas y convertidas en Iglesias y los alminares convertidos en campanarios. Así lo cuenta parte de la casida que los mudéjares mandan en 1501/1502 a Bayaceto II escrita en el género árabe conocido como “Rizâ’” o Lamento:
"Nuestros nombres fueron cambiados y / se les dio una nueva forma sin que nosotros lo deseáramos ni diéramos nuestro consentimiento.
"¡Ay! pues nos cambiaron la religión de Muhammad / por la de los perros cristianos, las peores de las criaturas.
"¡Ay de nuestros nombres que fueron substituidos / por los de estos bárbaros ignorantes!
"¡Ay de nuestros hijos e hijas que tienen que ir todas las mañanas con el cura, /
que les enseña descreencia, idolatría y falsedad sin que ellos puedan escabullirse!
"¡Ay de aquellas mezquitas que han sido tapiadas / y convertidas en estercoleros del infiel después gozado de la pureza ritual!
"¡Ay de aquellos alminares en los que cuelgan las campanas / sustituyendo a la Profesión de Fe.
"¡Ay de aquellas ciudades y de su belleza, / como se han obscurecido en la infidelidad!"
Este estado de cosas trajo que el 18 de diciembre de 1499 se sublevara el barrio del Albaicín. La crónica de Luis de Mármol y Carvajal cuenta que fue por el asesinato de un aguacil llamado Velasco Barrionuevo que había molestado a una elche o musulmana de ascendencia conversa cristiana. Aunque en una carta, Cisneros da otra razón, aludiendo al fanatismo ciego de un grupo de musulmanes que fueron a linchar al dicho alguacil que iba montado sobre una mula.
La sublevación del Albaicín fue finalmente pacificada mediante el dialogo aunque los cuatro moriscos que mataron al aguacil de Cisneros acabaron ajusticiados por la horca.
En el capítulo 33 de “ISABEL” se nos presenta a Talavera haciendo frente a los sublevados musulmanes con la cruz y su palabra. Sin embargo, Talavera no estuvo solo en esta pacificación, y tal como nos cuenta Mármol y Carvajal, Íñigo López de Mendoza y Quiñones, Conde de Tendilla, también colaboró con el antiguo arzobispo. Era el Conde de Tendilla primer alcaide y teniente general de Granada en el momento de sucederse estos hechos y como Talavera, partidario del acercamiento a la comunidad mudéjar a través del diálogo y la comprensión de sus costumbres, lengua y cultura, aunque no coincidían en la forma de aplicarla o en los resultados que daban estas conversiones.
Luis de Mármol y Carvajal nos narra su original método para apaciguar los ánimos de las turbas musulmanas sublevadas: Cuenta que el Conde de Tendilla se agachó ante ellos, y dejando su bonete rojo en el suelo, aseguró que daría como rehenes a su familia, a la que instaló en el Barrio del Albaicín. Dio su palabra de que las Capitulaciones serían respetadas y se obtendría un perdón real general. A cambio, los mudéjares, cuenta otro cronista, Lorenzo de Padilla, “se tornarían cristianos y harían todo lo que el Arzobispo de Granada (Fray Hernando de Talavera) y el Conde de Tendilla les dijeran con tal que se fuera de Granada el Arzobispo de Toledo” (Cisneros) y que dejarían las armas. Una muestra de cómo Cisneros para nada era apreciado en la comunidad mudéjar y de nuevos conversos.
Tras esta sublevación del Albaicín, inicialmente, como señala el historiador Luis Suarez, se concedió una amnistía general a los granadinos a cambio de deponer las armas, pero días después los Reyes Católicos cambiaron de parecer debido al número grande de neoconversos de origen musulmán (en una carta del 16 de enero de 1500, Cisneros habla de que se pasaron de solo 300 a 50.000 nuevos cristianos en poco tiempo) y decidieron que ésta era la nueva línea a seguir y no la “talaveriana”. Así se mataba dos pájaros de un tiro, convertirse era como un empezar desde cero para los que habían participado en estas sublevaciones y para los que no, un rompimiento de las capitulaciones que quedaba en suspenso por ahora pero que podía ser motivo de represalias si se volvían a repetir en el futuro y para los Reyes Católicos, el motivo perfecto para suprimir las Capitulaciones con Boabdil y aplicar la política de nuevas conversiones.
Aunque tradicionalmente se ha aludido a esta política coercitiva y violenta de conversiones forzosas de Cisneros para explicar la gran afluencia de mudéjares para convertirse en cristianos entre finales de 1499 y los primeros meses del año siguiente, el medievalista Luis Suarez Fernández cree que hubo algo más: Un interés económico por preservar el estatus social que tenían y evitar el pago de ciertos impuestos duros al que eran sometidos los mudéjares (hasta cuatro, en estas fechas). Muchos se convirtieron no tanto por la fe sincera sino por la conveniencia, tal como lo hicieran en 1492, muchos judíos sefardíes. Pero esto lo ampliamos más tarde.
Así, en febrero de 1500, las conversiones obligatorias ya estaban de nuevo en marcha e iban a buen ritmo, y Fernando el Católico concedió un “plazo de generosidad” a los sublevados y los aún musulmanes que asentó aún más la política de conversiones forzosas.
2. LAS PRIMERAS SUBLEVACIONES EN EL REINO NAZARI EN LAS ALPUJARRAS: La rebelión de Ibrahim ben Umayya y la “Tragedia de Andarax”.
Mientras esto sucedía en Granada, sin embargo, la situación en el resto del antiguo Reino Nazarí era bien diferente.
Algunos alfaquíes y bastantes elches se refugiaron en las Alpujarras granadina y almeriense. A finales del 1499, la villa morisca de Huéjar (Hoy Güejar Sierra), se sublevó contra el poder real y hasta allí acudieron las tropas del Conde de Tendilla y El Gran Capitán que junto con algunos musulmanes colaboracionistas consiguieron reconquistarla, a costa de un gran sacrificio de vidas humana y de reducir a la mayor parte de sus pobladores, a excepción de los que se convirtieron, a una dura esclavitud.
A) IBRAHIM B. UMAR B. UMAYYA: Estratega y líder morisco.
Apareció en esos meses un líder destacado, Ibrahim b. ‘’Umar b. Umayya, descendiente de los antiguos Omeyas cordobeses y alguacil de Juviles (quien sería el abuelo del famoso rey morisco Aben Humeya, en época de Felipe II). Ibn Umayya comenzó a resistir en Las Alpujarras desde Enero de 1500. En Febrero logró fortificarse en varias poblaciones controlando accesos y puertos de montaña e incluso mandó una misiva al Sultán de Egipto describiendo la injusta situación que estaban sufriendo los musulmanes de Granada (que pudo ser el acicate para la embajada enviada a Egipto por los Reyes Católicos en la persona de Pedro Martir de Anglería por esas fechas o más tarde).
Paralelamente, numerosas ciudades moriscas de Almería se sublevaban y sus miembros descendían a las ciudades de la costa habitadas por cristianos: Así, ocuparon Castil de Ferro, Adra y Albuñol y Márjena fue asediada.
Ante la gravedad de la situación, Fernando el Católico decide ponerse al frente de sus hombres y marcha desde Sevilla hacia Granada tras haber hecho una llamada a las ciudades andaluzas para proveer de bastimentos, hombres y material de guerra y componer un gran ejército. Acuden levas desde Sevilla, Jaén, Córdoba, Jérez ,Baeza, Alcalá la Real , Andújar , Loja, Estepona, Lora del Río y Estepa, que suman unos 80.000 soldados de a pie y 15.000 jinetes, un ejército claramente superior frente a los 53.000 musulmanes granadinos y alpujarreños que se cree empuñaron las armas.
Otro ejército comandado por las milicias nobiliarias y concejiles de Pedro Fajardo salió de Murcia en auxilio de las poblaciones almerienses repobladas por cristianos viejos.
b) LA “TRAGEDIA DE ANDARAX”.
El rey pronto se encaminó a Las Alpujarras con este ejército a través de Órgiva y Padul, y el 1 de marzo de 1500 conquistaba Lanjarón y por otro lado, a través del puerto de Huéneja, en una maniobra de tenaza, otro ejército, comandado por Luis de Beaumont, condestable de Navarra, llega en estos primeros de Marzo hasta Andarax (posiblemente Láujar de Andarax), en la Alpujarra almeriense, donde protagoniza uno de los episodios más sangrientos de esta sublevación mudéjar, la llamada “Tragedia de Andarax”, donde una crónica dice que los hombres del Condestable pasaron 3000 personas a cuchillo y mataron a otras 300 personas en una mezquita de la localidad, en su mayoría mujeres y niños allí refugiados, tras ser bombardeada e incendiada.
La represión, encabezada por el propio rey Fernando y por Gonzalo Fernández de Córdoba, el “Gran Capitán”, y otros lugartenientes como el Condestable de Navarra o el Conde de Aguilar, fue terrible no solo en Andarax o Güejar sino en varias localidades musulmanas tal como sigue narrándonos en rima poética la casida enviada por los mudéjares granadinos al sultán otomano Bayaceto (Bayazid) II arriba aludida:
“(…) pregunta a Güéjar por sus habitantes, / como fueron exterminados en la humillación y el infortunio,
y pregunta a Belfite, donde todos fueron despedazados / a espada después de haber sufrido gran angustia,
pregunta por Munyafa, sus habitantes fueron aniquilados por la espada. / Lo mismo ocurrió con la gente de la Alpujarra,
en cuanto a Andarax, su gente fue consumida por el fuego. / Encerrados todos en su mezquita, quedaron convertidos en carbón.”
Aunque se empleó una violencia inusitada con estos sublevados, más allá de lo que nos presentan las fuentes históricas cristianas o musulmanas, no debemos negar que las condiciones de rendición fueron muy benévolas para lo que era la época de la que hablamos aquí. Incluso lo fue para Ibrahim b. Umar b. Umayya, quien, cansado de esperar una ayuda exterior que nunca llegó, se rindió. El líder rebelde no fue castigado y acabó por rendirse y convirtiéndose en Fernando de Válor, integrándose en la nueva sociedad cristianizada de Granada como cabeza de una nueva dinastía de notables moriscos, los Valoríes.
3) LOS PACTOS DE PAZ: Impuestos y conversiones, entre la sinceridad y la conveniencia.
El 8 de marzo se establece un pacto de rendición con los sublevados alpujarreños y almerienses, se entregarían las fortalezas conquistadas de Albuñol, Castil de Ferro y Adra. Las condiciones que se impusieron para los sublevados que capitularon fueron una multa de 50.000 ducados que debían pagar los que quisieran seguir siendo musulmanes; esto hizo que muchos se convirtieran para eludir el pago, lo que, de rebote, hizo que la carga para los que se mantuvieron fieles a su fe islámica se multiplicara.
A los que se convirtieron, la única obligación que se impuso tras la rebelión fue la de rescatar a cautivos cristianos que se hubieran vendido en África. Sin embargo las conversiones como veremos se hicieron rápido y superficialmente lo cual explicaría la escasa catequización de muchos moriscos generaciones después, especialmente en Las Alpujarras y algunas sierras de Almeria, Malaga y Granada.
Los mudéjares del Reino de Granada sufrían una enorme presión fiscal ya que pagaban “el pecho de moros”, el servicio y medio servicio y el “castellano de oro”), a lo que se añadió como la “farda” o impuesto para la vigilancia de costas. Incluso convertirse no garantizaba tener ciertas ventajas pecuniarias o fiscales ya que se añadió un impuesto de carga y una bula papal de Julio de 1500 reconoció que las 2/3 de los diezmos de estos cristianos nuevos era para la Hacienda Real.
Aunque las sublevaciones mudéjares de Las Alpujarras acabaron momentáneamente con los bautismos forzosos, lo cierto es que se reactivaron en octubre de 1500 en otras zonas de Almería y de manera aún más intensa.
Localidades como Velefique, Níjar, Torrijas, Huebro e Inox se sublevaron. Diego Fernández de Córdoba, alcalde de los Donceles, fue el lugarteniente escogido para sofocar estas rebeliones, para lo cual recibió apoyo militar desde Lorca y Murcia. Fernández de Córdoba estableció su campamento de operaciones en Tabernas. Los combates fueron tan duros y la resistencia musulmana tan fuerte que Fernando consideró venir en persona y asumir el mando del ejército castellano. Finalmente las cuatro localidades musulmanas antes mencionadas se rindieron y a principios de 1501, se pactó formalmente la capitulación en las mismas condiciones que la anterior sublevación: No se castigaría a nadie si se convertía, no se le expropiarían las tierras, y los no convertidos musulmanes habrían de pagar una especie de multa de 25.000 ducados. Ante la imposibilidad de cubrir tal cantidad, la mayoría optó por bautizarse.
Para controlar estas zonas rebeldes de Almería, Pedro Fajardo acantonó sus tropas murcianas en la zona de Vera.
4) LAS SUBLEVACIONES EN MÁLAGA DE 1501: Villaluengas y Sierra Bermeja
Una última oleada de sublevaciones tuvo lugar de nuevo en ciertas zonas costeras montañosas de Málaga y Almería, a principios de aquel año de 1501. Hubo localidades como Adra o que se sublevaron y acabaron rindiéndose tras ser asaltadas. Sin embargo, la violencia se trasladó a la Serranía de Ronda y a la de Villaluenga. Muchos conversos colaboracionistas y repobladores cristianos viejos perdieron propiedades, tierras y ganado a manos de los mudéjares sublevados.
En Daidín, sito en Sierra Bermeja, los mudéjares asesinaron a dos clérigos-misioneros. La respuesta de las tropas reales no se hizo esperar y fue cruel y desproporcionada con los mudéjares. Paralelamente, los sublevados consiguieron tomar algunas localidades como Gaucín e hicieron numerosos saqueos de fincas y apresaron a muchos neoconversos y cristianos viejos que vendieron como esclavos en el Magreb.
Para sofocar esta nueva rebelión malagueña se trajeron tropas desde Sevilla al mando de Juan de Silva, conde de Fuentes que se unieron a las de Alonso del Aguilar y las del conde de Urueña. Los tres lugartenientes lograron pacificar esta zona aplicando normativas aún más drásticas como expulsar a los mudéjares de sus poblaciones sino se convertían al cristianismo. Ello contravenía las tesis de Talavera y este cambio de parecer está considerado el final de la influencia del ex arzobispo de Granada en la política de conversiones y su alejamiento definitivo de la confianza que la Reina Isabel mantenía con Talavera.
5) 16 DE MARZO DE 1501: EL “DESBARATO” o DERROTA DE MONARDA (“Río Verde”), Entre la gesta épica y la leyenda del Romancero.
Entretanto, los sublevados musulmanes pasaron de luchar en campo abierto a guarecerse y continuar la resistencia en caminos de montaña y zonas inaccesibles. Se dedicaron a saquear campos y a quemar cosechas y secuestraban a cristianos viejos o neoconversos.
En las peñas de Monarda (o en el Arroyo del Infierno o Monardillo, no se sabe bien), el 16 (ó 18, según otras fuentes) de Marzo de 1501, tuvo lugar un enfrentamiento a sangre y fuego entre los mudéjares sublevados comandados por el Feri de Benestepar y algunas tropas cristianas de avanzada que buscaban botín.
La refriega tuvo lugar tras lo que pudo ser una emboscada que tendieron los musulmanes en medio de la noche, delante de un río, que fue propiciada por la explosión accidental (o intencionada) de un tonel de pólvora que puso al descubierto a las tropas castellanas. Hubo muchos muertos en la parte cristiana que se llevó la peor parte, ellos Alonso del Aguilar y otros importantes lugartenientes castellanos.
El Romancero viejo, popularizó este hecho en un romance fronterizo, que recordaba las viejas gestas de la Reconquista, “Río Verde”:
“Río Verde, Río Verde, / Tinto vas en sangre viva,
Entre si y Sierra Bermeja / Murió gran caballería.
Murieron duques y condes, / Señores de gran valía,
Allí muriera Urdiales / Hombre de valor y estima.”
La muerte de Alonso del Aguilar es narrada en tono de épica guerrera:
“Don alonso en este tiempo / Muy gran batalla hazía,
El caballo le habían muerto / Por muralla le tenía;
Y arrimado a un gran peñón / Con valor se defendía,
Muchos moros tiene muertos, / Mas muy poco le valía;
Porque sobre él cargan muchos / Y le dan grandes heridas,
Tantas que allí cayó muerto / Entre la gente enemiga.”
La derrota fue vista por los cronistas de la época como Andrés Bernáldez como una consecuencia de la avaricia y la codicia de las tropas de avanzadilla que participaban en la campaña, que contraviniendo órdenes militares trajeron la desgracia a Alonso de Aguilar y otros caballeros.
Reflexionaba así Bernáldez en su crónica:
“E la cabsa de aquella perdiçión fue por el pecado de la mala cobdiçia de la gente común de los christianos, que como llegaron a las tiendas de los moros, llevándolos de vençida, es çierto e verdad que echavan las armas de las manos y se cargavan de ropa e líos de la hazienda de los moros, y echavan mano de las moras y de los mochachos, sin aver vençido. E aun de aquel despojo vino harto a tierra de christianos, que los que sabían la tierra pudiéronlo sacar e salvar. E así los malaventurados que con su cobdiçia començaron de robar dexando de pelear, dieron cabsa a la muerte de tan noble e leal y esforçado y loable cavallero don Alonso de Aguilar, que valía más que todos los moros...”
La victoria en Monarda (o “Rio Verde”) dio nuevos ánimos a los mudéjares sublevados e insufló en ellos un espíritu de yihad, lo que hizo que la rebelión se intensificara aún más y que incluso conversos ex musulmanes se les unieran en su lucha tal como ocurrió con gente de la zona de Marbella y Tolox.
Para la visión cristiana, en palabras de la propia reina Isabel, que manda en una carta palabras de consuelo a la viuda de Alonso de Aguilar, la muerte de éste le hace mártir: “que esto es lo que se a de creer según la santa y justa guerra donde fue martirizado”. Entretanto, algunos soldados de las milicias concejiles que acompañan a este ejército desertaron.
6) LA PACIFICACIÓN FINAL (1502): Las primeras negociaciones. Los “Rehenes de Daidín” (Málaga).
Entre marzo y abril de 1501, el propio rey Fernando tuvo que llegar con más tropas de refuerzo que acantonó en Ronda (1300 jinetes y 3000 peones), de allí parte a un campamento militar en Daudín y vuelve a Ronda y de ahí a Granada. El rey en persona pone orden en el campamento y reorganiza el maltrecho ejército reprimiendo duramente y con disciplina estas deserciones.
Mientras, se procede a buscar la vía diplomática más que la de las armas. Comienza, pues, las negociaciones con los sublevados de Sierra Bermeja la devolución del cuerpo de Alonso del Aguilar y los otros lugartenientes fallecidos. Los musulmanes dicen que mataron accidentalmente a Aguilar porque era de noche y exigen que no se hagan represalias contra ellos y se les permita marchar al Magreb con sus pertenencias. Pero estas medidas se aplicarían sólo a los aún musulmanes que no se han bautizado, no a los conversos quien habrían de pagar una multa de 5000 ducados.
Peor suerte fue la corrida por los mudéjares de Daidín, que habían asesinado a los dos clérigos arriba mencionados. A la gente de Daidín se les impuso un castigo parecido al sufrido por los malagueños tras el asedio de 1487. La población aún musulmana fue sometida a esclavitud en tanto que con los neoconversos, la política fue más benévola. Los musulmanes esclavizados fueron conocidos como los “Rehenes de Daidín” en las crónicas cristianas y acabaron siendo vendidos a dos mercaderes de esclavos genoveses quienes a su vez revendieron a muchos de estos mudéjares, entre ellos muchos jóvenes, en Sevilla. Años después, tenemos casos de cristianos moriscos que compran algunos de estos esclavos “rehenes de Daidín”, entre ellos, algunos padres que compran a sus hijos buscando recomponer sus familias rotas por la guerra.
7) 1502: LOS ÚLTIMOS EXILIADOS MUDÉJARES Y LA CONVERSIÓN GENERAL EN EL REINO DE GRANADA.
La negociación acabó por imponerse a las armas y muchos de estos sublevados lograron finalmente su deseo a principios de 1502 de pasar al Magreb (“pasar allende” decían entonces): Algunos viajarán tras vender sus propiedades, otros, como Alí Dordux, el nazarí colaboracionista que abrió en 1487 a los Reyes Católicos las puertas de Málaga, lo hicieron previo pago de un rescate monetario. Pero miles de musulmanes mudéjares se decidieron por el camino del exilio.
Otros, los más pobres o los que se habían convertido hacía tiempo, por la fuerza de manera sincera, que fueron la mayoría, decidieron quedarse y aceptaron en masa la cristianización. Por ejemplo, los mudéjares de Málaga y sus alquerías circundantes.
La mayoría recibió como nombre el de Isabel y Fernando y en menor medida el de Juan. Pero su cristianización no fue profunda ya que continuaron siendo musulmanes en su interior.
En el resto de Castilla, se impuso en Febrero de 1502 la conversión forzosa general de los mudéjares castellanos (Aragón lo haría en 1525). El mudejarismo de origen medieval, llegaba así a su final en Castilla y Andalucía.
Finalmente los ahora moriscos no eran de una religión ni de otra, y ello derivaría en que se convertirían con el tiempo en “malos cristianos” en palabras del Cura de Palacios. Por fuera eran nominalmente cristianos, por dentro tenían corazón musulmán.
Nacía así el famoso “problema morisco” que tanto habría de preocupar a los monarcas siguientes y que culminaría en 1609 con el Edicto de Expulsión promulgado por Felipe III.